La serie documental Silencio en plató ha provocado otro gran escándalo en la mayor factoría audiovisual del mundo, la estadounidense. Y no es para menos. La nueva docuserie de HBO Max no solo airea unas cuantas denuncias contra Dan Schneider, el todopoderoso productor de series y programas para niños, sino que evidencia los males de una televisión, la infantil, que aunque debería hacerse con más cuidado que ninguna otra, acaba teniendo los mismos vicios que el resto de la industria.
Silencio en plató dibuja un panorama atroz para Nickelodeon, un gigantesco canal infantil que llega a millones de niños dentro y fuera de Estados Unidos. Desde los años 90, esta cadena dedicó la mayor parte de su parrilla a los programas y series creados por Dan Schneider, como iCarly, El show de Amanda, Todo eso y más, Drake & Josh, Zoey 101 y Victorious. Dos décadas después, las revelaciones de algunos actores y guionistas ponen de manifiesto que estos contenidos no eran inofensivos y bienintencionados, como cabría esperar de un producto destinado a jóvenes de entre 10 y 12 años, sino que fueron creados por una mente retorcida.
Acusan a Schneider de imponer una cultura de trabajo tóxica y abusiva, con jornadas laborales inmensas y salarios recortados. Le acusan también de tener comportamientos machistas con sus compañeras, las mismas que le advirtieron de que los guiones estaban cargados de referenciales sexuales totalmente inapropiadas tanto para los jóvenes actores como para los jóvenes espectadores. Un adulto sin escrúpulos manejaba los hilos de la gran televisión infantil.
Silencio en plató tiene testimonios de peso. Algunas de las estrellas juveniles de aquellas series y programas han confirmado en este documental lo que se comentaba desde hace años. Los actores Kyle Sullivan, Giovonnie Samuels, Bryan Hearne y Katrina Johnson, entre otros muchos, han hablado para este amplio reportaje de cinco capítulos que cuenta con la dirección de Mary Robertson y Emma Schwartz. Los relatos de Virgil Fabian, director de El show de Amanda y Todo eso y más, y de dos guionistas de estos programas, son absolutamente reveladores.
Schneider y Nickelodeon dejaron de trabajar juntos en 2018. Más tarde se supo que la cadena había investigado las denuncias que pesaban sobre el productor, aunque no se encontraron pruebas de que hubiera acosado a sus compañeros ni de que hubiera tenido algún tipo de conducta sexual inapropiada. Él mismo niega la mayoría de las acusaciones y rechaza que intentara sexualizar a los actores. Tras la emisión del documental, se ha disculpado en YouTube.
El problema va más allá de Schneider
Silencio en plató saca a flote los vicios y contradicciones que corrompen la televisión infantil. Como señalaba hace unos días la actriz Mayim Bialik (Amy en The Big Bang Theory), estos comportamientos nocivos no son algo exclusivo de Nickelodeon: el abuso de poder es una constante allí donde existen estructuras de poder.
Los programas y las series hechos por y para niños no se libran de esa dinámica, pero en su caso existe un agravante que resulta obvio: los chavales que trabajan en el cine o la televisión no tienen suficientes herramientas para gestionar problemas laborales o situaciones comprometidas con sus superiores. Se les ha dado la oportunidad de ganar dinero, de ser famosos, y en muchos casos sus familias dependen económicamente de ellos. Los pequeños actores trabajan sin rechistar y prefieren ser complacientes delante y detrás de las cámaras.
Esa es la brecha que separa a los 'jefazos' de los subordinados, y es la dinámica que explica muchos de los abusos que se cometen tanto en los platós de rodaje como en otros ámbitos laborales. No parece que haya solo unas pocas manzanas podridas pero, si así lo fuera, tienen tanto poder que son capaces de ocasionar un daño inmenso.
Silencio en plató empañará el recuerdo de varias generaciones que crecieron con los programas y series de Schneider, pero qué importa eso. Lo importante es lo que no nos contaron, y eso es lo que hace el nuevo documental de HBO Max: romper el silencio de los platós para obligarnos a mirar con otros ojos la televisión infantil, la que se ha hecho y la que se hace.