'Sky Rojo' arranca más emotiva su temporada final, pero peca de recurrir a trucos ya conocidos

Las tres protagonistas de 'Sky Rojo', en la temporada final

Pedro Zárate

Netflix estrena este viernes 13 de enero la tercera y definitiva temporada de Sky Rojo. La serie de Álex Pina y Esther Martínez Lobato regresa por última vez para poner fin a la persecución entre Romeo (Asier Etxeandia) y el trío formado por Coral (Verónica Sánchez), Wendy (Lali Espósito) y Gina (Yani Prado).

Este juego del gato y el ratón comenzó con una primera tanda vertiginosa, continuó con una segunda más repetitiva y prosigue con una tercera que arrastra en sus primeros compases algunos defectos de la anterior. No en el sentido de que la segunda temporada y el inicio de la tercera sean iguales, porque no es este el caso. Pero sí en el hecho de que el arranque de la tanda final recuerda inevitablemente al de otra tercera temporada del universo Pina-Martínez Lobato. Hablamos, claro está, de La casa de papel: Parte 3, cuyo primer episodio, si no lo recuerdan, mostraba las nuevas y felices vidas de los atracadores tras completar con éxito su atraco en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.

Una vidas felices que se complicaban de nuevo cuando, en un momento dado, uno de los protagonistas hacía una inoportuna llamada movido por sus sentimientos y la búsqueda sobre él y sus compañeros se reactivaba de manera furibunda. El esquema que sigue Sky Rojo en los dos primeros episodios de su temporada final -los únicos a los que ha tenido acceso la prensa para escribir las críticas- es prácticamente el mismo. Es decir, que ahora tenemos a las tres protagonistas disfrutando de una aparente calma con la sensación de haber dejado atrás a sus enemigos, quienes, en realidad, solo aguardan un despiste para volver a la acción.

Una tanda menos inspirada en su inicio

De esta coincidencia se pueden extraer dos lecturas opuestas. La primera, que esto no pasa de lo meramente anecdótico a la hora de valorar el resultado final. Que como mucho se puede elevar a la categoría de marca de la casa, pues a fin de cuentas, La casa de papel también comenzaba con una llamada pinchada: la que Tokio hacía a su madre justo antes de que 'El Profesor' se cruzara en su camino.

La segunda lectura, en cambio, resulta más alarmante. Porque si la segunda temporada de Sky Rojo daba la sensación de repetir lo visto en la primera y el principio de la tercera comparte esquema con el producto estrella de sus creadores, lo fácil es concluir que la serie llega a su recta final falta de inspiración. O dicho de otra forma, que Álex Pina y Esther Martínez Lobato, que tantas veces han defendido -y demostrado con éxito- su voluntad de hacer series diferentes, trepidantes y sorprendentes para gozo y disfrute del espectador, esta vez no han terminado de dar con la tecla.

Pero claro, todo esto lo decimos tras haber visto solo los dos primeros episodios de la tanda final. Dos episodios, además, muy introductorios y marcados por la emotividad y una mayor carga romántica, aunque la violenta tensión entre Moisés (Miguel Ángel Silvestre) y Darwin (Tiago Correa), el nuevo secuaz de Romeo, se presenta como una de las novedades más prometedoras.

'Sky Rojo' y las expectativas en su adiós

Así pues, serán los seis capítulos restantes los que confirmen todas estas sospechas o las desmientan por completo. A priori, y tras lo visto en el segundo, parece que la emotividad inicial dejará paso a la acción y el ritmo vertiginoso, los dos ingredientes que la serie ha abanderado desde su primera y más destacada temporada.

Entonces lo normal era pensar que Sky Rojo iba a ser un auténtico pelotazo. Ahora, pasados menos de dos años desde su lanzamiento, este pronóstico no parece que se haya cumplido. Ya sea por apostar por una trama de mecha corta -tanta persecución y salvación imposible acabó agotando en la segunda temporada- o por su arriesgada decisión de tratar un tema como la trata de mujeres con mucho color y un enfoque muy mainstream, la cual una parte del público entendió como una presunta banalización de la prostitución y frivolización de la violencia.

Aun así, es evidente que Sky Rojo se va a marchar con varios méritos en su haber. Por ejemplo, haber encontrado su público dentro y fuera de nuestras fronteras, haber descubierto a Lali Espósito al público español y haber demostrado que las series de Vancouver Media siguen estando un escalón por encima del resto de ficciones nacionales en el apartado visual. También, por supuesto, que ha llegado al final cuando lo pedía su historia y no Netflix, tan propensa a las cancelaciones en los últimos tiempos.

Ahora bien, que este balance sepa a poco si tenemos en cuenta lo mucho que se esperaba al principio de Sky Rojo es cuestión de cada uno. Aunque, a decir verdad, ya les gustaría a muchas otras series con este botín.

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