Crítica

'The Bear' se supera en su temporada 2, que la confirma como una de las mayores delicias de la ficción actual

Hay factores externos que hacen de The Bear una serie anecdóticamente desubicada. No deja de ser chocante, para empezar, que aun ambientándose en la gélida Chicago, sus dos primeras temporadas se hayan estrenado en pleno verano. Tampoco que su ritmo de distribución internacional sea más propio de una serie pre-plataformas que de una actual, como demuestra el hecho de que sus nuevos capítulos lleguen este miércoles 16 de agosto a Disney+ cuando en Estados Unidos vieron la luz hace dos meses de la mano de Hulu, siguiendo así la práctica habitual de La casa del ratón con las producciones de FX.

Aun así, lo que más refleja la desubicación de la industria para con The Bear es que la reconozca fervientemente en la temporada de premio como una serie de comedia, cuando es más bien todo lo contrario. Sí, vale, la mayoría de sus episodios se muevan entre los 25 y los 35 minutos, y sí, es divertido ver al ‘primo’ Richard (Ebon Moss-Bachrach) soltar improperios cada vez que se enfada, pero ni una cosa ni la otra son suficientes para enmarcar a The Bear en el género del humor. O no, por lo menos, para considerarla una serie más graciosa que Succession, el gran drama de los últimos tiempos.

Lo bueno de esta desubicación es que no afecta a lo verdaderamente importante, que es el contenido de la propia serie. Si acaso, permite trazar un paralelismo respecto a sus personajes, que también parecen desubicados fuera de las paredes del antiguo The Beef. El restaurante se enfrenta a una etapa de profundos cambios bajo el nombre de The Bear, tal y como descubrimos al final de la primera temporada. Y mientras avanzan las obras de remodelación, trama principal de la tanda, el equipo del local asume diferentes retos personales y profesionales.

'The Bear' regresa más profunda y reflexiva

Carmy (Jeremy Allen White), por ejemplo, debe supervisar las obras y diseñar el nuevo menú mientras lidia con algo que le había sido ajeno hasta ahora: una relación amorosa. Sydney (Ayo Edebiri) también se centra en confeccionar la nueva carta, pero en su caso, lo mientras lucha contra sus dudas como chef. Para no tenerlas, Marcus (Lionel Boyce) y Tina (Liza Colón-Zayas) se forman como cocineros de la mano de grandes expertos. Y Richard emprende un camino parecido para salir de su incipiente crisis de identidad.

Con estas tramas, The Bear vuelve dispuesta a profundizar en sus protagonistas de manera individual. O traduciéndolo al mundo culinario, con ganas de detenerse unos instantes y conocer mejor el producto con el que está trabajando. Esto se aprecia especialmente en los primeros cinco capítulos de la temporada (de un total de 10), donde episodios como el tercero (dedicado a Sydney) o el cuarto (dedicado a Marcus) aparcan la trama principal para hablar sobre la vida, el trabajo y las expectativas que nos ponemos mientras disfrutamos de la calidez de los personajes.

Las conversaciones al respecto -la mayoría notablemente escritas- se suceden a lo largo de la tanda, y en torno a ellas existe una reflexión general sobre la conexión de los protagonistas con el The Beef. Según la misma, la mayoría de los protagonistas asume -cuando no directamente verbaliza- que dedicarse a la cocina y a trabajar en un restaurante como el suyo es un verdadero infierno. Pero la cuestión es que detrás de ese infierno se encuentra lo que realmente necesitan: un lugar en el mundo que dé sentido a sus vidas y un grupo de personas que supla la ausencia de una familia funcional.

De hecho, a Carmey, Sydney, Marcus, Richard y Sugar (Abby Elliott) comparten el haberse desarrollado en ambientes familiares complejos y el haber tenido vidas inestables. Por eso se esfuerzan en sacar adelante el nuevo The Beef: porque a pesar de producirles mil y una frustraciones, en él tienen su modo de vida y, sobre todo, el ancla emocional y vital que andan buscando.

'Peces', el punto culmen de esta tanda

Esta profundidad da un aire diferente a la serie creada por Christopher Storer. Lo que se pierde en ritmo, una de sus grandes virtudes, lo gana en ambición narrativa, por lo que la comparativa respecto a la primera temporada se mantiene. Sin embargo, a partir del sexto episodio la balanza empieza a inclinarse a favor de esta segunda entrega. Peces (Fishes) rompe con la duración habitual de The Bear y dispara el nivel visto hasta ahora con 66 minutos absolutamente brillantes.

El episodio, que retrocede unos cinco años en el tiempo para contarnos una cena de Navidad, nos trae de vuelta a Michael (Jonathan Bernthal), el hermano fallecido de Carmy, y un desfile de estrellas más. Entre ellas, Sarah Paulson, Gillian Jacobs, Bob Odenkirk y una extraordinaria Jamie Lee Curtis como la madre de Carmy.

Todos ellos forman parte de un capítulo que parece hecho por y para ganar todos los premios posibles. Y bien que los merecería, porque son 66 minutos deslumbrantes. Desde el guion hasta el montaje, pasando por el ritmo, las interpretaciones y el frenético tramo final, marcado por una larguísima secuencia alrededor de la mesa de impredecible desenlace, Peces apunta a ser una de las joyas del año.

'The Bear' se supera en la 2ª parte de la temporada

Por si fuera poco, el siguiente episodio (Forkys, dedicado a Richard) es otra delicia. Se trata de un capítulo divertido, emotivo que también cuenta con su propio cameo estelar (Olivia Colman en la piel de una encantadora chef) y cuyas consecuencias se despliegan más adelante, en una de las mejores escenas de la temporada, reservada para su capítulo final.

Además, Forkys (Tenedores) evidencia una de las cosas más difíciles que hace esta segunda temporada y de la que pocas series salen bien paradas: aparcar su trama principal y ‘olvidarse’ de su protagonista sin dejar de ser una ficción entretenidísima. En realidad, The Bear lo hace varias veces hasta alcanzar la recta final de la temporada, a la que llega lanzada después de estos dos episodios, donde se desmelena por completo después de una primera mitad más pausada y reflexiva.

Los últimos tres capítulos redondean la jugada y completan, junto a los dos anteriores, el mejor tramo de la temporada. Probablemente, también de lo que llevamos de serie. Pero ya lo hemos dicho, esto es The Bear: una ficción desubicada de puertas para fuera. Y ahora mismo lo que hay fuera es la primera huelga simultánea de guionistas y actores en 63 años, la cual ha dejado el futuro de la serie -y de otras tantas- en el aire. Que haya tercera temporada es, hoy por hoy, un misterio. Y en caso de haberla, tardará en llegar. O dicho de otra forma, se cocinará a fuego lento, que para eso hablamos de The Bear, la serie sobre cocina más deliciosa de la televisión.