Con la primera parte de la sexta temporada de The Crown en Netflix me ha pasado algo que nunca imaginé que me ocurriría con ella: me he aburrido. Son solo cuatro capítulos y estoy tardando casi dos semanas en acabarlos. No me había pasado con ninguna otra temporada anterior. Era una de las series que más ganas tenía de que volvieran y ya ni me interesa ver la segunda parte.
Por lo que leo en redes sociales no soy la única y ya he detectado la razón. Los seriéfilos somos leales a determinadas series, hacemos un pacto con ellas y nos entregamos ciegamente a su historia con una única condición: que no nos traicionen. Y eso es lo que ha hecho The Crown con sus “súbditos” en esta sexta temporada: nos ha estafado.
A continuación analizamos lo que nos conquistó de la serie y lo que ha acabado desenamorándonos de ella:
Lo que era 'The Crown'
Recordemos que la producción de Peter Morgan fue una de las primeras de Netflix y, sin duda, la más ambiciosa. Nos conquistó por sus grandilocuentes escenarios, la factura exquisita y unas interpretaciones excelsas pero, sobre todo, nos convenció un guion minuciosamente detallado de pasajes más y menos escondidos por la casa real británica.
Esa mezcla entre el rigor histórico oficial y las vergüenzas extraoficiales que se descubrían viendo la serie eran el mayor atractivo de cada capítulo. Cabe recordar que durante las primeras temporadas el gabinete de comunicación de los Windsor no dejó de criticar a la ficción, mientras el príncipe Harry llegó a defenderla. En la cuarta temporada -con la llegada de Lady Di- la realeza acusó a la producción de “insensible” y la quinta llegó a “irritar” a la dama de honor de la reina Isabel II.
Saber que cada nueva temporada hacía tambalear los cimientos del Buckingham Palace nos reafirmaba en el convencimiento de estar ante una ficción casi periodística. Por lo que el pacto que hicimos con The Crown fue el siguiente: tú me explicas todo lo que no quieren que sepamos, y yo me lo creo todo sin ponerlo en duda...
Llegamos incluso a aceptar que nos cambiaran por completo a todo el reparto del que nos habíamos encariñado, para comprar que de golpe esa misma familia eran otras caras. Algo que ahora hemos normalizado pero que, en sus inicios, fue chocante para todos.
Porque si The Crown era revolucionaria, nosotros también lo éramos. Si Netflix desafiaba a la sangre azul, nosotros íbamos a apoyarle hasta el final... o hasta que nos traicionara. Y ha llegado esa temporada.
Lo que ha acabado siendo 'The Crown'
De golpe, en la primera parte de la sexta temporada, todo lo que había sido The Crown -desafiando a la versión oficial de su reina, sacando a la luz pasajes que querían olvidar, personajes relegados al ostracismo, decisiones deshonrosas...- parece querer redimirse ante la familia real para que le perdonen sus pecados e incluso lavar la imagen de todos ellos.
- Una familia real apartada por si las (teorías) moscas: Ahora la reina Isabel II tiene sentimientos, a su servidumbre le importaba Lady Di y hasta el príncipe Carlos es guapo. Son la mejor familia que podían tener Guillermo y Enrique y su madre era una mala influencia, tan inocente como alocada que, de alguna manera, se buscó su propia ruina. Para explicarnos todo ello, los cuatro capítulos se encargan de mantener bien alejada de la narración a la realeza británica, por si a alguno se le ocurre relacionarla con algún tipo de teoría conspiranoica.
- Todo fue culpa de los Al Fayed: Y mientras nos olvidamos de ellos, vemos cómo Diana cae en las 'malvadas' manos de Mohamed Al-Fayed, quien solo ansiaba más poder y para ello obligó a su hijo, Dodi, a enamorar a la princesa y comprarle un anillo. El padre fue quien llamó a los paparazzis para seguir cada paso de los nuevos tortolitos, que acaban muriendo por culpa de eso. Es decir, la muerte de la princesa del pueblo fue culpa de la maquiavélica familia egipcia.
- Buenos y malos sin grises: Todo narrado con Mohamed y Dodi entre penumbras, cual malos de película de serie B. Recalcando que a Carlos le quería “profundamente” y que con Dodi no estaban comprometidos, ni mucho menos embarazada, y nada que pudiera preocupar al pueblo británico... Sin problemas en mostrar el cadáver del hijo árabe pero respetando al de la inglesa. Mientras nos cuentan el desgarro de Carlos al conocer la noticia y su lucha por traer el cuerpo de “la madre de los futuros reyes de Inglaterra” con todos los honores.
- Estrategias narrativas básicas: Una historia tan dulcificada para los Windsor, que parecen haberla escrito ellos mismos con estrategias narrativas básicas para que la puedan entender todos sus súbditos. Y no unos espectadores a los que conquistaron durante cinco temporadas a base de guiones magistrales en los que los silencios decían más que las palabras.
The Crown se ha vendido a la versión oficial, tras habernos hecho creer que nunca iba a posicionarse ahí. Por eso nos ha traicionado. No de la forma que las últimas temporadas de Perdidos y Juego de Tronos nos decepcionaron, porque todo aquello eran pactos con historias fantásticas que pudieran gustar más o menos.
The Crown nos ha traicionado porque nos sentamos para seguir viendo algo revolucionario y acabamos consumiendo el chimpún final que haría feliz a Isabel II.