Preguntado por la clave del buen rendimiento de Aquí la tierra después de 10 años de emisión en TVE, Jacob Petrus comentaba que “es un programa blanco, que se puede ver en familia, que lamentablemente en la televisión de nuestro país esto brilla por su ausencia; que forma, que no es dañino y que te hace sentir un poco más conectado con la vida”. El planteamiento es sencillo: una evolución de la televisión de proximidad con perspectiva ambiental, que anima a conectar con la tradición cultural autóctona desde la comodidad del hogar.
En su puesta de largo, Mario Picazo marcaba distancias entre este referente y el nuevo formato que ha estrenado este lunes 8, Tiempo al tiempo. Lo hacía sugiriendo una diferencia técnica: si el de La 1 privilegia el reportaje grabado y elaborado, el nuevo formato vespertino de Cuatro tiene “mucha calle, mucho directo”. Y eso se ha evidenciado en su estreno: nada más arrancar el programa, Mario Picazo anticipaba cinco de las conexiones en directo preparadas para la ocasión: el formato tenía preparadas paradas en Béjar (Salamanca) para conocer la tradición del hombre musgo, en Sevilla, para profundizar en métodos de cultivo; en Barcelona, para redundar en la importancia de la economía circular, con el ejemplo de un hombre cuya casa está repleta de material reciclado; en Guadalajara, para entender las diferencias y matices de las harinas; y en Formentera, para mostrar cómo se seca en el pescado.
“Esto lo vamos a hacer casi todos los días. Vamos a tener directos, y os vamos a mostrar cosas muy curiosas”, señalaba Mario Picazo, en su retorno a la disciplina de Mediaset tras once largos años de ausencia. Como procura hacer Tiempo al tiempo, el meteorólogo reconecta con el grupo donde consolidó su carrera profesional durante los 19 años previos. El objetivo también es trabar un lazo fuerte con la audiencia, desligada de Cuatro al día tras su última reformulación, obligada por la reestructuración de contenidos del grupo de comunicación.
Un cambio de naturaleza y de actitud
Es por ello que, aun esforzándose por separarse de Aquí la Tierra, la razón de ser del programa sea la misma. El recurso del directo privilegia la espontaneidad de los protagonistas y la sensación de inmediatez y cercanía, que se ha notado en casos como el del Salita, el agricultor que se explicaba exaltado a cámara en Sevilla, o en la chocante imagen del reportero cubierto de tapiz vegetal mientras entrevistaba a vecinos bejaranos. Ahora bien, los esfuerzos se encaminan a un mismo empeño: la pedagogía y la compañía al espectador. La forma también se asemeja, con Picazo plantado delante de un pantallón, en solitario en plató, repartiendo la vez entre sus reporteros.
La propia franja que pasa a ocupar, de 18:00 a 20:00 horas, posibilita que el espectador exasperado por la actualidad enlace este de nuevo cuño de Cuatro por el de TVE, con solera. La mayor duración permite abordar una mayor variedad de temáticas que el de La 1, aunque los valores de base sean compartidos (no en vano, Picazo había colaborado con cierta asiduidad en el de Petrus): además de la meteorología, el presentador señalaba la sostenibilidad como pilar ético del programa, que también apela al público invitándolo a participar con vídeos y preguntas. Por supuesto, los vídeos pescados con las redes sociales son otra fuente primaria de sustento para la escaleta, en la que también encontramos a colaboradores famosos: en esta primera entrega, la chef Begoña Rodrigo (recordada por Top Chef y por sus colaboraciones en La última cena de Sálvame) era la prescriptora.
Dedicar un amplio reportaje a Feliz Rodríguez de la Fuente, con una entrevista a su hija Odile, marca el camino y el referente que busca Picazo en Tiempo al tiempo, que es el mismo que impulsa otros formatos como Aquí la Tierra. La figura del divulgador, fallecido hace 43 años, apela a generaciones ya maduras, las que se criaron con El hombre y la tierra, y acota el target principal del programa: un público que busque sentirse acompañado, entretenido, con ritmos más pausados a los que el día a día televisivo les fuerza.
Para conseguir esto, es clave transmitir calidez, cercanía. Picazo, en su retorno a primer plano, ha tenido una difícil misión de mantenerse durante cerca de dos horas a pleno rendimiento y en solitario en plató. En esta primera tarde, el hispanoestadounidense ha ido entrando en calor progresivamente, aunque sin perder cierta rigidez. La dirección ha hecho por estimularle, insistiendo en naturalizar su conversación con los reporteros y hasta conectando con El Picazo, un municipio de Cuenca donde aprovechando la coincidencia con el apellido se le dedicaba una fiesta de bienvenida.
Del temor por rompero con el pasado a un final anticlimático
La actitud ha sido ligera, hasta llegar a la recta final de la emisión. Con el reloj marcando las 19:40 horas, entraba en escena Verónica Dulanto, acompañada por Alfonso Egea, para conducir una sección de denuncia social y sucesos, el vestigio de Cuatro al día que rompía hasta cierto punto la sensación de tranquilidad y distensión previa. La música de acompañamiento, así como los temas, suponían un choque, con el que tal vez tensar al espectador antes del salto a Noticias Cuatro a las 20:00 horas.
Ese registro rompe la dinámica de Tiempo al tiempo y lo vincula a la tradición de infotainment de Unicorn Content, presente por ejemplo a esa misma hora en TardeAR. La disposición del decorado, con una mesa elevada para ambos conductores, remitía a la que también se ha empleado en la sección de crónica negra de Manu Marlasca en Telecinco. Aun sin pretender ser catastrofistas, como sus responsables aseguraban, estos 10 minutos se han percibido desconectados del resto de contenidos de Tiempo al tiempo, como un aditivo forzado para no perder la tradición. Ante todo, refleja el temor a romper por completo con la inquietud de los sucesos, donde la productora de Ana Rosa Quintana tiene callo.
Habrá que ver si este reparto de peso en los contenidos no se va compensando emisión a emisión, y si no se amplia a otro tipo de temáticas. Por de pronto, que Picazo desapareciera durante este bloque para reaparecer haciendo un clásico avance meteorológico, justo antes de despedirse, ha resultado anticlimático, como también lo ha sido su despedida. La ruptura del ritmo provocada por este segmento casi obligado ha sido más acusada que los inevitables cortes publicitarios (tres en esta primera entrega, uno primero a las 18:50 horas, y otros dos en la siguiente media hora) y ha dejado expuestas las dudas con un programa que, por otro lado, no descubre nada nuevo.
“Programas de estos va a haber cada vez más”, vaticinaba Picazo, como si de una predicción meteorológica se tratase. Si algo ha probado Aquí la Tierra es la necesidad de dejar que estos programas se asienten, algo que la actualidad con su imprevisibilidad y su aire a menudo funesto no siempre permite. Tiempo al tiempo se presenta como un magacín inofensivo, con buen fondo y un ritmo relajado hasta que siente que debe dejar de tenerlo. La duda está latente. Es esto, o volver a lo de siempre.