Jon Sistiaga ha vuelto a Cuatro con Otro enfoque, programa en el que, cada miércoles, el periodista intenta dar otra perspectiva sobre un asunto de especial interés para la sociedad española. En su primera entrega, el presentador entrevistó (por separado) a Miguel Ángel Rodríguez, jefe del Gabinete de Presidencia de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, y a Pablo Iglesias, exlíder de Podemos y exvicepresidente del Gobierno, para hablar de la polarización.
“Son dos tipos muy listos que saben manejar los medios de comunicación, de frente y por detrás”, comenta Sistiaga en palabras a verTele antes de asegurar que, para él, con la polarización “el tope no existe”. “Ni siquiera en Estados Unidos, donde la polarización llegó al extremo al asaltar el Capitolio porque alguien se creyó un mensaje. Y la persona que alentó el asalto al Capitolio [en referencia a Donald Trump] probablemente se va a volver a presentar. O sea, que tope no hay”, insiste.
Preguntado por cómo ha conseguido convencer a personalidades políticas tan buscadas para ser entrevistadas en su programa, Sistiaga alude a su forma de trabajar: “Si de algo estoy satisfecho es de que, después de casi 30 años trabajando en el extranjero, vuelvo y conmigo siempre es un sí”, empieza diciendo. “Creo que ven en mí un tipo que no está politizado, que no es un periodista activista, que mi propuesta es a largo plazo, que no estoy buscando titular, sino que estoy buscando hablar”, señala.
Una praxis que coincide, a su modo de ver, con “el nuevo rumbo” que Mediaset le está dando a Cuatro: “Este cambio de foco, de Mediaset en general y de Cuatro en particular, cuadraba mucho con mi forma de entender el periodismo”, declara el vasco, que destaca la facilidad en la que se produjo el acuerdo para su regreso, 13 años después. “Ellos contratan a Jon Sistiaga para hacer de Jon Sistiaga, por lo que tampoco hay que pactar demasiado”, apunta el televisivo, que tras su periplo por Movistar Plus+ vuelve a enfrentarse a la batalla del abierto. “Ahora voy a ser otra vez rehén de la audiencia y de los cortes de publicidad, cosa que desconocía desde hace 20 años, y me tengo que adaptar”, admite el presentador, que en la entrega de este miércoles 1 de mayo investigará a los llamados 'influencers del cristianismo'.
¿Cómo se fraguó tu regreso a Cuatro y la puesta en pie de Otro enfoque en este nuevo rumbo que dices que ha tomado la cadena?
A ver, ellos contratan a Jon Sistiaga para hacer de Jon Sistiaga, por lo que tampoco hay que pactar demasiado. Yo sé de dónde vengo y sé que ahora yo no estoy en Movistar Plus+, que trabajas con otros tiempos, con otros temas y para otro tipo de público. Sé adónde vengo y sé que ahora voy a ser otra vez rehén de la audiencia y de los cortes de publicidad, cosa que desconocía desde hace 20 años, y me tengo que adaptar. Pero los temas siguen siendo temazos en un lado o en otro. La dupla que hemos hecho con El Terrat mola porque ellos me van a forzar a hacer temas en los que yo no había pensado o en el que quizás no me sentía cómodo, como el de las top models. Fue el tema que más me tuve que preparar, porque yo de moda no tenía ni puta idea. Vamos, que a una de ellas la tuve que buscar bien para ponerle cara. No es mi mundo. Pero molaba que ellas dijeran: 'Contigo sí, porque eres tú y te admiramos y te seguimos'. Y también molaba que yo les hiciera preguntas inesperadas para ellas que, en otro lugar, sonarían morbosas. Pero poder hablar de temas como la menopausia, por ejemplo. Y ellas: 'Temazo, tío, a ver si se habla más. Esto es un tabú y hay que hablarlo más'. Me aceptan esas preguntas porque no estoy buscando un titular rápido. Es como hablar entre cuatro o cinco colegas de temas que le interesan a ellas y me interesan a mí.
¿La vuelta a los orígenes de Cuatro ha favorecido a que aceptara la oferta de fichar por la cadena?
Yo creo que se produjo un poco a la vez. Cuando salí de Movistar, me dediqué a hacer otras cosas: podcasts, escribí una novela, he publicado un libro... Y este cambio de foco, de Mediaset en general y de Cuatro en particular, cuadraba mucho con mi forma de entender el periodismo. Era volver a casa, no ir a un sitio en el que nunca había trabajado. Era volver a estos estudios en los que he pasado mucho tiempo. Se produjo enseguida una sinergia. Creo que están generando una parrilla bastante curiosa en lo que a mí respecta y me interesa, que es el mundo del periodismo y de la información. Con Callejeros, Fuera de cobertura, la vuelta de Noticias Cuatro... Estoy como en casa.
Otro enfoque ha arrancado hablando sobre la polarización. ¿Cree que la polarización llegará a un tope en el que ya no funcione tanto?
El tope no existe. Ni siquiera en Estados Unidos, donde la polarización llegó al extremo al asaltar el Capitolio porque alguien se creyó un mensaje. Y la persona que alentó el asalto al Capitolio [en referencia a Donald Trump] probablemente se va a volver a presentar. O sea, que tope no hay. Tampoco veo que exista una estrategia de parar. Ahora, que algunos empiecen a reconocer que lo que hacen está mal, empiecen a autocriticarse... es un buen arranque. No sé si eso significa que se van a empezar a autorregular, o que van a empezar a hablar entre ellos para bajar un poco el diapasón del enfrentamiento dialéctico. No creo que vaya a pasar esto, al menos a corta distancia. A mí lo que me gustaría es que dentro de dos años este capítulo se pueda ver, siga vigente, y puedas decir: 'Si ya lo decían ahí, lo estaban reconociendo'.
Miguel Ángel Rodríguez y Pablo Iglesias son dos tipos muy listos que saben manejar los medios de comunicación, de frente y por detrás
¿Son conscientes Miguel Ángel Rodríguez y Pablo Iglesias, entrevistados de su primer programa, de que esto puede explosionar? ¿Son conscientes de a lo que puede llevar, o está llevando?
Son dos tipos muy listos que saben manejar los medios de comunicación de frente y por detrás. Yo creo que tontos no son, pero si han aceptado darme una entrevista para hablar de la polarización política, y además yo les presento en el capítulo, por un lado, como 'polarizador jefe de la izquierda' y, por otro, como 'el hombre que susurra al oído de la presidenta madrileña' y lo aceptan como tal, saben de lo que están hablando perfectamente. No miden sus palabras y esto es lo chulo, o si las miden lo han hecho muy bien. No miden las palabras en el sentido de que son muy francos, con declaraciones como 'la política es conflicto' o 'yo no voy a dar un paso atrás', o 'por cada insulto yo doy dos'.
¿Cuándo se grabó la entrevista con Miguel Ángel Rodríguez?
Se hizo justo antes de las últimas polémicas. Le ofrecimos volver a responder a las preguntas de las últimas polémicas, pero él prefería que se quedara la entrevista como está. Pero esto creo que le da más importancia, porque no es un MAR [Miguel Ángel Rodríguez] que se sienta atacado, o un MAR desencadenado, es alguien que desde la franqueza de lo que piensa dice lo que está haciendo. No está mediatizado. Y creo que eso lo hace más interesante. Él no había dado una entrevista en cinco años y se sentó para hablar como 'gran gurú de la política española', autor de los grandes eslóganes, desde el 'váyase señor González' al 'comunismo o libertad'. Se sentó a hablar de cómo él genera la información política, o cómo asesora a sus líderes. Yo creo que Miguel Ángel Rodríguez es un gran hacedor de líderes.
¿Y por qué cree que han sido tan francos contigo?
Si de algo estoy satisfecho es de que, después de casi 30 años trabajando en el extranjero, vuelvo y conmigo siempre es un sí. Yo qué sé, son 30 años labrándote una reputación profesional de hacer un tipo de periodismo honesto, sensato, que no me importa ni meterme en una trinchera ni que me peguen un tiro o que me secuestren, pero te voy a hacer las preguntas sin atacarte y con cierta sensibilidad si estás hablando de un tema potente. Creo que ven en mí un tipo que no está politizado, que no es un periodista activista, que mi propuesta es a largo plazo, que no estoy buscando titular, sino que estoy buscando hablar. No estoy hablando con 'MAR', estoy hablando con Miguel Ángel. No estoy hablando con el vicepresidente del gobierno, estoy hablando con Pablo. Entonces ellos se te van abriendo con esto; pero aunque no sean políticos también. Me perciben como un tipo que no lleva teléfono, no llevo notas, miro a los ojos directamente y se abren completamente. En eso está la clave. Que alguien te abra su alma y permita meter la mano dentro y después extraerla, es un lujo como periodista.
¿Cómo se cocinan esos reportajes? ¿Cómo es el proceso?
Hay algunos que pertenecen al acerbo mío como periodista, que hace años y años que empecé a llamar y a tomar cafés, y hay otros que están saliendo porque les dices: 'Es en Cuatro y Cuatro está cambiando'. Te preguntan: '¿De qué va? ¿Lo haces y lo controlas tú? Pues venga, vale, quedamos'. Pues quedo con ellos, me tomo un café, les cuento un poco lo que va a ser. Ese es un poco el fuego lento y lo que me permite salir del día a día o del corte rápido para informativos. Yo dejo hablar. Y no es un podcast, ¿eh? Siempre hay que editar. Yo tengo el poder de edición, así que cuanto menos largo contesten, menos tengo que editar. Hay quien dice que les he cortado lo mejor... Pero bueno, lo van entendiendo.
El programa sobre Irak es una revisión que, en mi caso, tiene también un significado personal. Es volver a un conflicto que a mí me marcó personalmente
Aunque no se defina a sí mismo como un periodista politizado, ¿qué conclusiones saca sobre cómo está la sociedad ahora tras haber grabado Otro enfoque?
No hay mejor testador para alguien como yo, con un programa nuevo, que tu entorno de amigos o de colegas periodistas te pregunten '¿con qué vas a empezar?'. Y yo les digo: 'Voy a arrancar con Polarizados con Pablo Iglesias y 'MAR'. Y te dicen: '¿Y qué más vas a hacer?'. 'Pues mira: La España empastillada, la del lorazepam, el diazepam, el valium...'. Y entonces te cuentan que tienen esta problemática cerca. También hemos hecho una historia sobre la religión y cómo está llegando a los menores como un grupo como Hakuna, que llena el WiZink un 6 de enero con 17.000 personas y en la octava canción los pone de rodillas a rezar. Cómo llegan por TikTok y cómo se hacen virales. Y la gente te dice: 'Hostias, ¿cómo están haciendo eso?'. Lo veremos. En cuanto a los reformatorios [franquistas], todo el mundo me dice: '¿Existieron hasta el año 1985?'. De ahí salieron mujeres con un patrón muy particular de comportamiento: relaciones desastrosas, tóxicas, maridos maltratadores. Salían tan blanditas y tan destrozadas que necesitaban una figura de autoridad como habían tenido durante años con las monjas.
¿Qué veremos en la entrega de Otro enfoque dedicada a Irak?
Lo de Irak es una revisión que entiendo que puede hacer cualquiera, pero en mi caso, tiene también un significado personal. Es volver a un conflicto que a mí me marcó personalmente, obviamente, y que para esta casa fue la hostia, y verlo desde otra mirada, con una exclusiva, porque habla el único superviviente del atentado a 'los ocho de Irak'. Es la primera vez que habla, da la cara, y cuenta cómo se ha quedado después de eso. Se produce una inmersión en esa entrevista alucinante porque me hace una contraentrevista. Porque el tío llega un momento en que me dice: 'Jon, mismas experiencias, mismo año, mismo país, misma guerra. Los dos perdimos a alguien allí. Pero yo me he tratado, ¿y tú?'. Entonces el tío me hace una terapia... [risas]. Ahora me río, pero lo he dejado en el montaje final, porque yo siempre estoy intentando que se me desnude todo el mundo y me hable y ahora me lo está haciendo el tío a mí. Y lo he dejado.
Y luego veremos a todos estos militares españoles que han quedado como las maracas, a los que Defensa [en aquel momento] no reconoce un trastorno de estrés postraumático porque no es ya un tema de pago de pensiones, sino que es reconocer que hubo una guerra, que se fue a una guerra y no era una operación de mantenimiento de la paz. Entonces que haya un montón de gente que está suicidado, o en tratamiento psicológico y psiquiátrico desde hace muchos años, empastillados... Ese es otro de los capítulos más alucinantes, con un Zapatero que también cuenta cosas que no había contado, de cómo se produjo la decisión de sacar a las tropas de Irak, o incluso con periodistas que cubrimos aquello y que reconocen cómo fueron objeto de censura, cómo sus informaciones se habían cortado. Es una vuelta a Irak, pero desde otro enfoque.
Pretendo que generemos los suficientes clips de nueve segundos potentes para que se rulen por TikTok
Dijo en la rueda de prensa de presentación del formato que todos los que ha intentado entrevistar para Otro enfoque le han dado su sí, salvo uno. ¿Por qué no le convenció? ¿Quién fue?
Yo creo que va a decir que sí, pero no es el momento. Hasta los que me dicen que 'no' me dicen 'pero ahora no, espera un poco'. Y yo les digo: 'Es que estreno ya'. Y me dicen: 'Pero como vas a tener una segunda temporada, seguro que lo haremos'. Es decir, no he tenido 'noes'. Pero no puedo contar más. Ha habido gente potentísima que no es que me diera un 'no', sino sí que esperase un poquito.
El programa busca atraer a los jóvenes con un lenguaje más propio de las redes sociales. ¿Cómo ve que TikTok se haya convertido en una fuente de información para ellos?
Es el paradigma en el que vivimos ahora y lo que pretendo es que generemos los suficientes clips de nueve segundos potentes para que se rulen por TikTok y que, mientras estés scrolleando en el autobús de camino a la universidad, tengas curiosidad de ver más. Que veas que está contado de otra manera o que ves que tienes acceso a fuentes y a puntos de vista curiosos o divergentes, o transgresores incluso, o sobre todo por la propia autoestima de luego poder decir: 'Mira, yo sé de esto, y no porque haya visto un clip de ocho segundos, sino porque me he tragado el documental que mola, tíos, os lo recomiendo, está en Cuatro'. A ver, tampoco soy el Jon de hace 20 años, ni de 30 años. Tengo una hija de 20 y un hijo de 10. Ahora veo cómo se informa ella y también me desespero, pero sabes que tienes que llegar y que hay montón de gente ahí ávida de conocer información, y que algunos de ellos pararan un momento en ese scroll para decir, ver o redireccionar.