José Coronado es una voz autorizada a la hora de hablar de Telecinco y de la ficción en abierto. Es lo que tiene ser uno de los 'talismanes' del canal y el haber protagonizado un éxito tras otro desde finales de los 90, cuando entró en la órbita de Mediaset para interpretar a Luis Sanz, el redactor jefe del Crónica. Su papel en Periodistas le lanzó directamente al estrellato y le convirtió en un rostro habitual de la cadena, para la que ha sumado, solo en la última década, éxitos del calibre de El Príncipe, Vivir sin permiso y Entrevías, que logró un hito durante sus dos primeras temporadas: triunfar a nivel nacional con su emisión en abierto y también a nivel mundial con su paso por Netflix.
Ahora, la serie afronta su cuarta y última tanda, cuyo estreno, el pasado lunes en Telecinco, obtuvo un dato más acorde a la realidad que atraviesa actualmente la ficción en abierto (8.7% de cuota y 694.000 espectadores). El actor madrileño habla claro al respecto durante su encuentro con verTele y otros medios en el FesTVal de Vitoria: “Da igual la serie que pongas. Yo creo que la ficción está cada vez más difícil en cadenas generalistas, cuando ya todo el mundo tenemos acceso a plataformas y las vemos cuando queremos sin publicidad. No sé cómo lo van a hacer las cadenas generalistas, pero no creo que en prime time tenga cabida la ficción con los cortes publicitarios”.
Ante esta situación, Coronado prefiere centrarse en hacer bien su trabajo y en encarar cada proyecto con la máxima ilusión. Eso es lo que ha hecho en los últimos años con Tirso Abantos, su personaje en Entrevías, del que ahora le toca despedirse: “Me ha quedado para bien y para mal la satisfacción de saber que estamos enseñando una serie que refleja muy bien el mundo actual en el que vivimos, este mundo polarizado donde hay mucha gente, hay mucho Tirso por la calle, aunque no todos tienen su arrojo para decir lo que le dé la gana”.
Él, como su personaje, también opina sin miramientos. En su caso, de la situación que atraviesa Mediaset, su 'casa' televisiva. “Están pasando un desierto que tienen que pasar por el abuso del tipo de televisión que han tenido durante quince o veinte años. Aquello petó, cayó por su propio peso y tiene que pasar un tiempo y tienen que pasar un desierto para ofrecer nuevas fórmulas que capten al espectador”, afirma el intérprete, que cree que la compañía “lo está haciendo muy bien” a la hora de construir su nueva identidad. Eso sí, asegura que para ver el resultado final habrá que esperar: “Todavía les queda tiempo. Esto no se remonta en dos meses”.
Has hecho de todo en estos años de carrera, que son muchos, ¿cómo te ha marcado el personaje de Tirso, qué ha significado para ti?
Me ha marcado mucho por muchas razones. Personalmente, porque he tenido que trabajar con un equipo con el que realmente hemos formado una familia. Esto siempre decimos los actores porque nos tiramos el rollo, pero esta vez es verdad. Lo que hemos conseguido en estos cuatro años es que no haya habido nunca ni un problema, ni una voz más alta que otra. Todo el mundo ha ido siempre a favor de obra.
Y luego me ha quedado para bien y para mal la satisfacción de saber que estamos enseñando una serie que refleja muy bien el mundo actual en el que vivimos, este mundo polarizado donde hay mucha gente, hay mucho Tirso por la calle, aunque no todos tienen su arrojo para decir lo que le dé la gana. Pero sí, estamos en un mundo muy polarizado en el que es difícil creer en los políticos, en el que es difícil creer en nada y en el que muchas veces te dan ganas de tomarte la justicia por tu mano. La prueba de ello es que estamos llegando a un público a nivel global gracias a Netflix, donde las tres primeras temporadas han conseguido unas cifras impresionantes y ser número uno en países que ni te esperarías.
El mundo está lleno de Entrevías, de ciudades periféricas que se forman en torno a la capital principal y donde hay todos estos problemas, sobre todo en estos tiempos en los que cada vez hay más globalización, más mezcla de culturas, religiones y razas y por lo tanto saltan chispas en todos lados. Es un buen reflejo del mundo en el que vivimos.
¿Tú qué reflexión haces de este tipo de hombre que se ve retado por el mundo que ha cambiado y ya no es el mundo que conocía?
No tienen mucha cabida, tienen que adaptarse y evolucionar. Es el problema de Tirso, que se ha quedado en el siglo XX y no ha evolucionado, no se ha adaptado al mundo porque no le gusta. Pero si todos hiciéramos así nos íbamos a la mierda. Tenemos muchas veces que tragar con lo que la sociedad nos impone.
¿Qué consejo le darías tú a Tirso a nivel personal?
Que sonría un poco de vez en cuando y que se relaje. Que se adapte al nuevo mundo y que evolucione.
¿Te cae bien?
A mí Tirso me cae bien porque lo que le salva son sus principios, su dignidad y el amor por los que quiere de verdad, por su familia. Y para mí eso lo redime de todo lo demás.
¿Todos tus personajes te caen bien?
No, no. Pero por supuesto sí trato de entenderlos y justificarlos. Tú haces un asesino y para hacer bien a ese asesino tienes que quererle y tienes que entender por qué mata y que le satisfaga hacerlo. Tienes que entenderlo.
Vivimos en un mundo polarizado donde hay mucho Tirso por la calle, aunque no todos tienen su arrojo para decir lo que le dé la gana
Ha dicho Luis Zahera que tú eres el orden y él el caos. ¿Cómo es trabajar con él?
Eso, un caos (risas). Es maravilloso porque te hace estar muy atento, porque no es el actor que te viene con el diálogo escrito, que sabes lo que te va a decir. Te puede salir por peteneras, unas veces sentado, otras de pie y otras haciendo el pino. Yo creo que la combinación de los dos es muy buena. Yo soy totalmente germánico, de orden, de decir: aquí está la marca y hay que pararse, no me quites la luz, di el texto bien, mantén el raccord porque si no en montaje luego…, y todo eso Luis se lo salta a la torera. Pero por supuesto tiene unos momentos que yo nunca podré tener de un brillo espectacular debido a esa organicidad y a esa improvisación que surge en ese momento, que no está preparada y es maravillosa. Es difícil trabajar con él, pero es un lujo.
La tercera temporada cerraba con el shock de la muerte de Irene, ¿cuál es consecuencia que tiene para Tirso todo esto en esta entrega?
A Tirso la única razón que le habían dado para creer en algo era su nieta y se la han quitado. Empieza la temporada sumido en la tristeza más absoluta y lo único que le va a hacer volver a la vida es que el resto de sus hijos van a empezar a tener problemas y lo que le salva a Tirso es el amor que siente por los suyos y él, que es un militar aguerrido que nunca tiene miedo por nada, va a empezar a tener miedo por lo que les pueda pasar a los suyos, y eso es lo que le va a hacer activarse. Y por supuesto, perseguir al que mató a su nieta. Tirso no puede vivir si no soluciona eso.
¿El final reconforta a Tirso?
El final es maravilloso. Me encanta. Creo que sólo una de cada diez series acaba y dices: “Guau, qué serie he visto”,. Con casi todas acabas elucubrando y no, una mierda, quiero que me den un final. Quiero un final coherente y que me crea. Y en este sentido, creo que el final de Entrevías es absolutamente coherente a la par que trepidante porque los guionistas, al ser la última temporada, han podido apretar tuercas y no tener miramientos a la hora de dejar personajes vivos o tramas por hacer en otras temporadas, sino que sabíamos que había que gastar todos los fuegos artificiales en esta.
A día de hoy cuesta ver series que lleguen a cuatro temporadas. ¿En qué momento viste tú que 'Entrevías' sería una serie con tanto recorrido y tan importante para ti?
Cuando salió la primera temporada en Netflix. Ahí fue cuando dije que no podía creer lo que estaba pasando en el mundo. Ahí me di cuenta de que habíamos hecho una serie para todo el mundo, una serie global que habla de ciudades y de familias como ésta, que las hay en cualquier país.
¿Habéis hecho promo fuera?
No, se ha promocionado sola ella.
¿Se está perdiendo el localismo en la ficción?
Se está perdiendo en todo. Cada vez estamos más globalizados en todas las profesiones: pasa igual con los futbolistas o con los astronautas o con los ingenieros, que se los llevan de aquí para allá. Cada vez vivimos en un mundo más global para bien y para mal. ¿Faltan localismos? Yo creo que no. Ésta es una serie muy local.
Te lo preguntaba porque estamos acostumbrados a ver series que podrían ocurrir en Madrid o en China y da igual, porque todas están hechas bajo un mismo modelo.
Yo no echo de menos más localismos, yo ya estoy cansado de nuestra Guerra Civil. Aunque eso a veces va a en contra nuestra, hemos sido muy Quijotes a la hora de “no quiero hablar de Guerra Civil”, y dices: “¡Pues anda que los americanos con sus indios! ¡Anda que no le han sacado partido en todos los western!”.
En el final de 'Entrevías' los guionistas han podido apretar tuercas
La segunda vida que las series tienen ahora en plataforma, te han quitado presión sobre el dato que tiene la serie en su estreno en abierto?
A mí no me han preocupado en absoluto los datos de audiencia de ayer porque yo creo que da igual la serie que pongas. Yo creo que la ficción está cada vez más difícil en cadenas generalistas, cuando ya todo el mundo tenemos acceso a plataformas y las vemos cuando queremos sin publicidad. No sé cómo lo van a hacer las cadenas generalistas, pero no creo que en prime time tenga cabida la ficción con los cortes publicitarios.
Como actor fetiche de Telecinco, ¿cómo analizas la situación delicada que atraviesa la cadena ahora?
Hombre, están ahora pasando un desierto que tienen que pasar por el abuso del tipo de televisión que han tenido durante quince o veinte años. Aquello petó, cayó por su propio peso y tiene que pasar un tiempo y tienen que pasar un desierto para ofrecer nuevas fórmulas que capten al espectador. Creo que lo están haciendo muy bien y que están haciendo un trabajo espectacular en Mediaset, se están adaptando, pero creo que todavía les queda tiempo. Esto no se remonta en dos meses.
¿Tú tienes otro proyecto con Mediaset?
Sí, posiblemente. Me gustaría, porque tengo muchos amigos allí y no puedo más que agradecer a Mediaset todo lo que han hecho por mí. Pero no lo sé. Yo ahora mismo estoy más con Netflix, que acabo de terminar ahora una producción [se refiere a la serie Legado]. Pero por qué no.
¿Ahora estás con algo?
He terminado eso con Netflix y estreno una película con Diego Peretti que se llama Puntos suspensivos. Es un homenaje al cine negro, como La soga de Hitchcock, es casi teatral, con pocos personajes. Está chula.
¿Qué sería lo siguiente que te apetecería hacer?
No lo sé, esta profesión es muy difícil. Yo lo que tengo es la capacidad de enamorarme siempre de lo que tengo entre manos, porque hay veinte proyectos que te ilusionan pero que luego se truncan por una razón o por otra. Yo ahora he aprendido ya a ilusionarme y enamorarme cuando lo tengo firmado. Ese es el proyecto que me gusta, el que tengo firmado.
¿Cómo llevas, por el hecho de tener tantas producciones tuyas en Netflix, que vas a viajar a cualquier país y en todos puedes resultar una cara conocida? ¿No te puedes ya refugiar en ningún destino con anonimato?
Yo lo llevo bien, sabes que estás llegando a todo el mundo y yo no tengo ningún problema cuando la gente me conoce. A mí siempre me ha tratado la gente con mucho respeto y generalmente me comunica una energía de la que yo me revitalizo. A muchos actores les molesta, y digo: “¿Pero cómo te va a molestar si te están dando una energía preciosa y estás ganándote un espectador más para tus próximos trabajos?”. A mí nunca me ha molestado el contacto con la gente. Y siempre hay mucho respeto.
Mediaset está haciendo un trabajo espectacular, pero se está adaptando y todavía les queda tiempo. Esto no se remonta en dos meses
'Entrevías' es una serie longeva . ¿Echas de menos esas series de cien episodios como “Periodistas”, donde hay un arco tan grande?
No, todas esas series al final se desvirtúan. A mí me pasó, por ejemplo, con Periodistas. Fueron 120 capítulos pero yo me bajé del barco en el 105 porque ya empezaron a mezclar esoterismo con fantasía, con comedia, con drama… ya todo valía. Entrevías podría haber tenido cinco o seis temporadas, tranquilamente, pero preferimos entre todos los que estábamos allí hacer sólo cuatro y dejar a la gente con buen sabor de boca.
¿Qué tienes que decir a toda esa generación que nos hicimos “Periodistas” por la serie? ¡Unas disculpas!
No, para mí es un 'orgullazo'. Mi trabajo es entretener, pero cuando me convertí en famoso y descubrí esa estupidez que se llama fama, vi que era maravilloso, pero sólo si le das una salida. Yo enfoqué eso a la solidaridad, a poder aportar tu granito de arena a la sociedad. Y cuando nosotros por la serie de Periodistas hicimos que mucha gente tomase ilusión por esa maravillosa carrera que tenéis, que a mí me apasiona, y que por nuestra culpa mucha gente pudiese llegar a ser periodista, pues me dio mucha satisfacción y mucho orgullo.
Llevas bien la fama, pero el hecho de que se te conozca tu vida privada, ¿crees que afecta a tu carrera? Por ejemplo, ¿a Rodolfo Sancho podría afectarle el caso de su hijo?
Hombre, a Rodolfo seguro que le afectará, pero eso son palabras mayores, es algo que se sale.. Yo he trabajado con él y pobrecito mío, la que debe estar pasando. Yo creo que depende de lo que tú des. Mi vida privada es mía y la gente no sabe con quién duermo, con quién dejo de dormir. Si lo saben es por otros, no por mí. Yo nunca hablo de mi vida privada, eso lo intento mantener para mi familia o mis amigos, lo comparto con la gente que me quiere. Y como nunca me he prestado a hablar de ello, pues creo que tengo mi vida privada muy resguardada.
Yo no tengo a gente que me siga y me espere en la puerta, porque no les intereso porque no les doy ni esto. De mi trabajo sí, por supuesto, lo que queráis. Pero mi vida privada es mía. En cuanto a lo de Rodolfo, es un caso aparte. Yo estaría como él, viendo qué puedes hacer por tu hijo y comiendo mierda. El pobre lo debe estar pasando fatal.
Por último, Jose,. ¿Cómo te cuidas, sobre todo tras su susto de salud?
Eso no fue nada, eso fue una bendición. Yo dejé de fumar, tomo mis pastillas y hago ejercicio. Pero eso lo haría aunque no hubiese dado el infartillo ése que me dio. Ya llegas a una edad en la que tienes que cuidarte para estar bien personalmente y para seguir pudiendo acometer personajes y no ir con bastón. Estoy feliz. A mí ese infartillo me hizo reflexionar mucho sobre la vida y tomar actitudes ante la vida que me han hecho ser mucho más feliz.