Entrevista

María León y la complejidad de 'Heridas': “¿Cuánta gente hay que dice 'te quiero' dando hostias?”

El mes de abril supondrá el principio del fin del viaje de Heridas, la nueva serie de Atresmedia que adapta el éxito internacional Madre cuya versión turca ya emitió en el mismo grupo el canal Nova. Será entonces cuando la ficción se estrene en Atresplayer Premium, y pueda verse antes de llegar al abierto en Antena 3.

La serie protagonizada por Adriana Ugarte, María León y la jovencísima Cosette Silguero se presentó el pasado fin de semana en el marco del Festival de Málaga. A la convocatoria acudió verTele, y en ella los periodistas pudimos hablar con María León para que nos contase cómo había llevado interpretar a un personaje tan complejo.

En Heridas, la actriz se mete en la piel de Yolanda, la madre soltera de Alba (Cosette Silguero) y una mujer que vive una relación de maltrato y acaba por descargar sus frustraciones en su hija, a la que ve como un lastre. Pero su vida cambia cuando siente que realmente puede perderla: “Gracias al amor que le tiene a esa niña, se da cuenta de que ella no está hecha como persona”.

María León reflexiona sobre lo que ha supuesto para ella trabajar con una niña como Cosette Silguero, deja claro su esfuerzo por comprender y defender a su personaje de Yolanda, y plantea el aprendizaje que ha adquirido con ella: “Ella es una víctima. Esta serie me cambia la visión de la sociedad. Es muy complicado según donde nazcas, tienes unas oportunidades u otras, te ponen un nombre u otro... Y ahí sí que me planteo lo difícil que es ser madre soltera”.

¿Para preparar Heridas, has visto la original Madre?

No, no quiero. Me parece mucho menos interesante para mí, para mi trabajo. Creo que caminar con Yolanda, descubrir sus colores desde mi latir, y descubrirla desde ahí, ha sido mucho más interesante que con referencias. Cuando se compone con referencias, de alguna manera tú estás intentando contar algo que ya está contado. Yolanda no se ha contado.

¿Has juzgado a Yolanda? ¿Como actriz alguna vez juzgas al personaje?

No, y sería un error total. Nosotros nos dedicamos a defender los personajes, a darles verdad y veracidad. Si los juzgamos, ya estamos enseñando una opinión, no un alma.

¿Llegas a entenderla?

Claro. Yo he caminado con ella, la he entendido, y quiero muchísimo a Yolanda. La entiendo y la defiendo completamente. Realmente lo que más me gusta es contar un personaje que nace en un lugar que no tiene herramientas, y es muy injusto que nos tomemos la libertad de juzgar. Es mucho más fácil juzgar que defender, no tenemos la mirada acondicionada a ello. ¿Y sabes por qué? Porque cuando uno juzga es porque tiene miedo. Y Yolanda será pobre de herramientas, pero miedo no tiene. Esa ha sido mi labor: defenderla desde un alma de verdad, un alma que se puede equivocar, que se equivoca, pero que siente, respira, que se mete en el barro pero tiene que salir, que se tiene que descubrir, preguntar, ponerse enfrente de ella misma y darse una oportunidad.

Es mucho más fácil juzgar que defender, no tenemos la mirada acondicionada a ello. Cuando uno juzga es porque tiene miedo

¿Y el trato con la niña, con su hija Alba, no es difícil hacer según qué cosas?

Es que si me preguntas a mí, ella no trata mal a su hija. Yolanda trata a su hija tal como se trata a sí misma. Ella quiere a su hija, y el que diga que no la quiere yo creo que son opiniones más pobres y sencillas. ¿Cómo no va a querer una madre a su hija? Claro que la quiere. Hay muchas maneras de querer. En la trama que ocurre ya en el primer capítulo, ella se equivoca, lo hace mejor o peor, yo no voy a decir que mal, sucede otra serie de acontecimientos con otros personajes que entran gracias al susto que se lleva al ver desaparecer a su hija. Gracias al infierno que vive es por lo que ella espabila, y decide darse una oportunidad, cambiar, y caminar. Yolanda empieza la serie ya muerta. Es una mujer que ya está colocada en un lugar en el que no tiene ninguna herramienta a su favor, porque ha nacido en un sitio, y ha tenido las oportunidades que ha tenido. No es de dónde venga o cómo haya llegado, sino cómo tú sales de esa orilla.

¿Cómo volvías a casa tras un día de rodaje así de intenso?

Cansadísima. Lo que ha sido más duro fue mantener el raccord emocional. Durante 13 capítulos estamos metidos en una marea de agua sucia, en la que el personaje de Yolanda está todo el tiempo intentando sacar la cabeza, y cuando no es por un lado es por otro... Porque le dan, le dan muchísimo. Yo decía: ¿no se va a tomar un cafelito la muchacha? Pero no, ni un café se toma, es una detrás de otra. Y ahí está ella, respirando. La he disfrutado y la he querido muchísimo, de verdad. Y cuando tú llegas a quererla, ahí hay un trocito que tú le estás dando.

Yo estaba agotada. Para hacer una escena, daba igual que tuviese dos frases o un monólogo, mantener el raccord emocional de Yolanda a mí me agotaba. Tú tienes un dolor y lloras, pero mañana mantienes el mismo y ya el cuerpo no llora, porque tiene memoria. Si tú lo quieres hacer de verdad, no te puedes tirar dos años llorando. Dejas de llorar. Sufres, duele, pero de otra manera. Y ese crecimiento, ese dolor y esa oscuridad emocional es lo que a mí me ha costado más en toda la serie. Era tremendo, sólo pensaba: ¿y ahora desde qué esquina debo colocar ese dolor? Y a la vez siempre defendiéndose, porque una cosa muy bonita que tiene mi personaje, que yo he querido que tuviese o por lo menos lo he intentado, es que tiene dignidad. Es un personaje al que le dan fuerte, que no lo hace bien, pero ella no se juzga, nunca se ha juzgado. Sabe que se equivoca, pero tiene dignidad y eso la hace real.

¿Cómo ha sido esa preparación para un personaje de madre tan complejo?

Esa complejidad es lo que más me interesaba. Yo la he disfrutado tal cual. La he querido tanto, que ni el agotamiento por mantenerla me ha hecho dudar nunca.

¿Partir de la premisa de ser madre, te ha hecho replantearte y tener conversaciones con la tuya?

La verdad es que no. Yo con la mía hablo de otras cosas [ríe]. Hay muchos tipos de madres, muchas maneras de amar. Y yo lo que tenía claro es que este personaje era de verdad. Y eso hace que pueda querer desde muchos lugares. Esta mujer quiere a su niña como se quiere a sí misma. Y cuando tú no te cuidas a ti misma, no puedes. Ella trataba a su hija como una pierna, que tú te das un golpe y dices: ¡Ay, no ha pasado nada! Pues igual, la niña se cae y dice: ¡No pasa nada!

¿A ella qué le van a decir que la niña está mal? Si come y vive. Es una mujer que aprende a ser mujer y a ser madre. Gracias al amor que le tiene a esa niña, se da cuenta de que ella no está hecha como persona, que es un trapito al que manejan. Por eso se tiene que dar cuenta y darse la oportunidad, y se la da por el amor hacia ese bichillo que se le escapa. Yolanda tiene una evolución como mujer en la que se da cuenta que vive una relación de maltrato, que está metida en lugares muy complejos de salir, y ella sola se enfrenta y sale. Se da su propia oportunidad, y gracias a ello tiene la fuerza de buscar a su hija, que como ella misma dice en la serie “yo soy su madre desde el minuto uno que la parí”. Y ahí no hay duda.

¿Te cambia la visión de la maternidad después de hacer un personaje así?

No, pero es interesante la pregunta. No me cambia la visión de la maternidad, porque es algo complejísimo y bellísimo. Pero como la vida, y como este personaje ha sido para mí. Me cambia la visión de la sociedad. Es muy complicado según donde nazcas, tienes unas oportunidades u otras, te ponen un nombre u otro... Y ahí sí que me planteo lo difícil que es ser madre soltera.

¿También de cara a la niña, ella sufre?

La niña vive la vida de la madre. Si la madre está viviendo una situación oscura, la niña vive una situación oscura. Y es muy difícil aceptar que estás en una de esas situaciones oscuras. Uno está metido en el barro, y no sabe en qué momento entró, pero está dentro. Te tienes que dar cuenta para salir y evitarlo. Y la niña es el foco de luz que hace que salga todo el mundo del barro. Unos salen, otros entran, pero la niña mueve el barro. Todo es un impulso de amor, y creo que Yolanda tiene un concepto de amor hacia la niña muy animal. La quiere y la quiere, la quiere y no lo dice, ¿cuánta gente hay que dice “te quiero” dando hostias?

Y esa es la complejidad de mi personaje. Incluso con mis compañeros y los productores yo decía: no juzgarla, estáis muy confundidos. Es que creéis que habéis escrito un personaje malo, pero yo no lo voy a consentir. Ahora ustedes ya montáis lo que queráis, pero ella mala no es. Ella es una víctima de la sociedad. Luego tú puedes ser más o menos valiente, ponerte enfrente o no, aprender o no; pero ella es una víctima y desde el capítulo uno le están dando.

Me cambia la visión de la sociedad. Es muy complicado según donde nazcas, y ahí sí que me planteo lo difícil que es ser madre soltera

¿Qué tal trabajar con una niña como Cosette Silguero?

Ha sido increíble. No puedo hacer spoilers, pero hay una secuencia... me emociono y todo si lo pienso... La niña me abrazaba, y a mí al principio me decían que no la tenía que querer, por el personaje. La niña tiene mucha intuición, porque escucha, y veía el alma de Yolanda. Ella no ha juzgado a Yolanda en ningún momento, creo que ha sido la única que no la ha juzgado. Hemos hecho escenas muy complicadas, y ella me miraba y no la juzgaba, entendía. Cosette es inteligentísima, trabajadora, también tiene unos padres excepcionales, porque los niños tienen que estar muy protegidos y no es fácil. Ella no ha dejado de ser niña, ha estado muy bien atendida y ha trabajado, ha sido una actriz con una inteligencia emocional de caballo.

Y lo que decía, hay una escena de la que no puedo hacer spoiler, pero muy dura, en la que yo salgo, la miro y digo: “Alba”. Y ella improvisa, y de verdad se me ponen los pelos de punta [se emociona], y me dice: “Tranquila, mamá”. Ella a mí, “tranquila”. ¡Corten!, y yo miré al cámara, a Tito, y él me dijo: “¡Dios...!”.

¿Tú tenías que ser fría con ella fuera, para no influir en tu personaje?

¿Yooo? Yo no soy de método... Yo con la niña me lo pasaba pipa, le daba plastilina, jugábamos mogollón, nos íbamos por el campo... Cosette y yo éramos hiper amigas, y he jugado mucho con ella. Me lo he pasado... El padre me lo agradecía, y yo le respondía: si es que yo me lo paso bien, lo hago por mí, no por la niña. Todo el día llorando, llorando, llorando, gritaban “¡corten!” y yo decía: “¡A jugar!”.

¿La ves con potencial entonces?

Cosette tiene mucho talento. Si sigue así, que se preparen... [ríe]. Los padres la tienen muy bien cuidada, y a ella le gusta, siente pasión por la profesión. La niña terminábamos el día y decía: “¡Otra, por favooor!”, y nosotros le decíamos que nos teníamos que ir. Disfruta mucho. La niña es actriz, y con un talento de los pies a la cabeza. Y eso es el mayor regalo que tiene la serie, yo creo.

¿Te ha influido en el instinto maternal?

Soy muy “madre” para todo en general. Si lo que me preguntas es si voy a tener hijos, la verdad es que no lo sé. Yo siempre he dicho que me gustan, y a ver la vida lo que me depara, pero el hecho de no tener niños no es porque yo tenga ningún problema con la maternidad, ni con los niños. ¿Qué se tiene claro en esta vida? ¡Nada más que el nombre de una, y porque te lo ha puesto tu madre!

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