“He pasado por todos los estados emocionales que puedas meter en tu cabeza”. Así define María Lo, ganadora de MasterChef 10, su experiencia en el talent culinario de TVE. La gaditana se alzó este lunes con el delantal blanco del concurso, tras imponerse a su compañera Verónica en la última prueba. La chef reivindica que “tocaban dos mujeres enfrentándose en el duelo final”.
La laureada concursante se ganó el apellido de 'favorita' prácticamente desde la primera gala, en la que fue alabada tanto por los jueces como el resto de aspirantes por tu talento e implicación en el trabajo. Entre ellos estaba Teresa, su expareja, con quien se reencontró entre fogones cuatro años después de su ruptura. “Me gusta el mensaje tan sano que se ha enviado de que puedes ser amiga de tus ex”, reflexiona.
Durante el programa, su autoexigencia y perfeccionismo, que achaca a su “inseguridad”, han tratado de jugarle más de una mala pasada. Sin embargo, a base de “un esfuerzo muy grande”, reconoce que “haber podido darme cuenta de que me puedo equivocar ha sido un aprendizaje muy bonito”.
Como ganadora de MasterChef 10, ¿de qué es de lo que más orgullosa te sientes de tu paso por el programa?
Guardar el secreto ha sido de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida [ríe]. De lo que más orgullosa me siento es de la oportunidad que he tenido de enfrentarme a mis mayores miedos y hacerlo de la manera en que lo he hecho, que a nivel personal me ha servido de forma espectacular.
Siempre he sido una persona muy insegura, de ahí me vienen la autoexigencia y un perfeccionismo muy heavy. Que al estar en un programa de televisión dedicándote a cocinar, que es lo que más me apasiona, con el pensamiento constante de “tengo que brillar y ser la mejor”, haber podido darme cuenta de que me puedo equivocar y de que los errores se aprende, ha sido un esfuerzo muy grande y una aprendizaje muy bonito que se me va a quedar de por vida.
Darme cuenta de que me puedo equivocar ha sido un aprendizaje muy bonito
Precisamente esta autoexigencia y perfeccionismo era algo por lo que te quería preguntar, por cómo durante el concurso conviven con otros valores que promulga el programa como el esfuerzo, el compañerismo y la superación. ¿Cómo has convivido con esta dualidad y mantenerte en 'tu sitio' pese a la presión?
Me ha costado. Ha sido un trabajo diario personal muy importante. De hecho, he pasado por todos los estados emocionales que puedas meter en tu cabeza. Empecé muy fuerte, decidida y con muchas ganas. Con cierta seguridad dentro de la inseguridad que genera entrar en un programa de televisión, al saber que te estaban grabando quinientas cámaras mientras tenías que cocinar. Entre la tercera y la cuarta semana me dio un poco de bajón porque apareció esa autoexigencia diciéndome, 'María, a lo mejor no puedes y no llegas'.
Fue la semana en la que pasó lo del soufflé que fue un punto de inflexión para mí dentro del programa, de decir: 'Tía, esto te ha pasado porque te está entrando un pico de inseguridad, así que relájate, tranquilízate, date espacio, abrázate, quiérete y entiende que se puede errar, puedes equivocarte y de eso aprendes'. Después de aquello dije, 'Tira adelante, te ves en la final, has entrado aquí por algo, te quieres dedicar a la cocina, y sal a por todas dentro del no machacarte'. Ha sido muy bonito. Todo lo que te reporta algo a nivel personal nunca es fácil y estoy super orgullosa de haber podido gestionarlo.
Durante el concurso, te hemos visto como la clara favorita. ¿Tú lo sentiste así dentro del concurso? Te vimos incluso algo apurada y con temor a que tus compañeros y la audiencia te cogieran “tirria”.
Sí, ahí había otra doble cara de la moneda. Por un lado, pensar que qué guay era que tanto los compañeros como los jueces desde un principio hayan visto que “esta chica sabe, tiene potencial, se le da bien cocinar y curra”. Está esa parte que te llena de orgullo y dices “ojo, igual sí que se me da bien y sirvo para esto que me encanta”.
Pero por otro lado, tienes esa visión de que “aquí todo el mundo quiere ser el mejor y estamos en un concurso. Te van a meter por todos lados”. Por supuesto, dentro del respeto que hemos tenido entre todos los concursantes, que hemos sido un grupo muy chulo. Lo hemos pasado genial. Había esa dualidad heavy pero es parte de la experiencia.
De hecho, a la final acudió Carlos Maldonado, que es considerado el mejor ganador de MasterChef y con el que muchos te han comparado. ¿Cómo te sientes al respecto?
Para mí es un orgullo. De todas las ediciones me quedo con él porque me identifico mucho con su forma de trabajar. Es un tío muy humilde que no se lo cree nada, pero que ha ido creciendo poco a poco. La cocina era algo que le apasionaba y ha sido su camino. Que me comparen con el primer MasterChef que gana una estrella Michelín, que me parece una burrada porque viene a base de un trabajo y un esfuerzo brutal. Me enorgullece un montón.
¿Cómo viviste la final, y en especial tu duelo final con Verónica?
Entré en el plató sola con la chaquetilla y estaban ahí los tres jueces, que mira que les he visto durante el programa, pero me acuerdo perfectamente pensar, “madre mía dónde estoy que no me lo estoy creyendo”. Ahí es donde empezó el 'Nerviosismo de María' y el tembleque. Soy una tía muy nerviosa aunque todo el mundo me dice que no lo parece. Yo siempre digo que es porque no me estáis viendo por dentro. Pero fue súper emocionante y viví muchas emociones. Fue muy bonito vivirlo con Vero. Me encanta haberlo compartido con ella.
¿Con qué otro compañero/a te hubiera gustado enfrentarte si no hubiera sido ella?
Siempre he hablado mucho de David porque es alguien con quien me siento identificada con su forma de trabajar. Hemos conectado muy bien, es un tío muy metódico en la cocina y me gusta trabajar con él. Es algo que yo dije incluso antes de llegar a la final con Vero.
Pero sí es cierto que, echando la vista atrás, y habiendo vivido ya la experiencia del duelo final con Vero, a David lo amo; pero haberlo compartido con ella, el haber sido una final de dos chicas, la rubia y la morena que se parecen mucho por su exigencia, y que tienen algo en común que es la pasión que tenemos por la cocina; me parece un espectáculo de duelo final.
De hecho, solamente había ocurrido una vez, en la sexta edición, con el duelo entre Marta y Ketty.
Sí, es la segunda vez que pasaba y tocaban dos mujeres enfrentándose en el duelo final.
Tocaban dos mujeres enfrentándose en el duelo final
En el inicio del concurso se habló mucho sobre el hecho de que tu ex pareja, Teresa, hubiera sido también elegida como concursante. ¿Cómo lo llevaste? ¿Pensaste que en algún momento podría convertirse en un problema para alguna de vosotras?
No nos enteramos hasta el último casting. De repente me escribió y me dijo: “Tía, que estoy entrando”. No me lo podía creer. Llevamos cuatro años sin hablarnos, teniendo nada más que conversaciones cordiales en días especiales y fue muy bonito porque nos volvimos a reencontrar allí. Todo lo que has vivido en pareja, que es real, lo vives desde el amor y del respeto, volvió a resurgir de una manera muy sana y fuera del ámbito romántico. A día de hoy, nos llevamos súper bien. Para mí Teresa fue un apoyo gigante en la convivencia porque ella era seguridad, una persona que me anclaba, conocía y me recordaba a 'casa'. Ha sido un regalazo. He sido una privilegiada.
Además, y es algo que he hablado con Teresa, me gusta mucho el mensaje tan sano que se ha enviado a través del programa: “Vamos a quitarnos el vicio de que si es mi ex, no puede ser mi amigo”. Que si no se puede tener esa relación obviamente no se puede, pero existe la posibilidad cuando has tenido una relación tan bonita, haya pasado lo que haya pasado, de mantener a esa personas en mi vida. Porque si en su día me aportó, a día de hoy también, fuera del ámbito romántico.
Hace pocas semanas se celebró el Día del Orgullo LGTBI, en el que te vimos especialmente emocionada por el vídeo que tu padre te agradecía que hubieras revelado que eras lesbiana. ¿Cómo viviste ese momento?
Lo viví mucho antes de empezar al programa. No sabía si iba a entrar en MasterChef porque quedábamos 50 aspirantes y sólo entraban 16, pero ya estaba en Madrid. Tenía que decírselo a mi padre porque con la edad que tenía no se podía enterar de que su hija era lesbiana por la tele. Le llamé, se lo conté y mi primer contacto fue de aceptación. Sentí mucho alivio al poder decirle a mi padre quién era.
Luego fue muy emotivo el programa que coincidió con el Orgullo en el que él, abiertamente y delante de toda España, dijo que estaba orgulloso de mí y que le daba igual con quién estuviese mientras tuviese salud y estuviese bien. Me iba a apoyar siempre y fue brutal.
Pensé que mi padre no podía enterarse de que su hija era lesbiana por la tele
Más allá de sentir que debías contárselo a tu padre, ¿te planteaste antes de entrar al programa que tu presencia en el casting iba a ser también una forma de normalizar y visibilizar al colectivo LGTBI en televisión?
Lo vivo con tanta naturalidad y lo tengo tan interiorizado, que ni lo vi ni entré en eso. Pero sí que es algo que repercutido. Es súper bonito lo que me está pasando en redes. Me escribe muchísima gente, muchísimos niños, que han salido del armario a raíz de verme en la tele porque se han sentido identificados y han sido capaces de decírselo a sus padres. También muchas personas que ya habían salido pero que a través de MasterChef, porque lo ven con sus familias, me dan las gracias porque al ver el programa con ellos todos los lunes están naturalizando su homosexualidad. No puede haber un mensaje tan potente y tan cargado de cosas bonitas como este.
Me han escrito muchos niños y niñas dándome las gracias porque han salido del armario a raíz de verme en la tele
A su vez, el programa se llevó las críticas en la gala en la que cocinasteis para futuros matrimonios, al elegir solamente a parejas heterosexuales. ¿Desde dentro os lo planteasteis cuando lo visteis?
Estábamos tan metidos en el programa y en saber qué teníamos que cocinar que no nos dimos cuenta en el momento. No hilamos para nada. Estábamos tan enfocados en qué había en la caja misteriosa que fue un tema que no vimos. Luego lo entendí, ¿eh? También podría haber sido un guiño maravilloso evidentemente meter a gente de otras razas, del colectivo LGTBI, a parejas no heteronormativas.
¿Qué vas a hacer ahora? ¿Irás a trabajar a Cancún, con Jordi Cruz, compaginarás ambos?
Tengo un montón de proyectos. A corto plazo hacer el Máster en el Basque Culinary Center, que para mí es el mejor premio que me he llevado. Mi sueño es estudiar cocina y me voy a la mejor escuela. Mientras tanto, estoy compaginándolo con los proyectos personales que tenía como abrir un delivery en Barcelona y llevar platos con los que me siento identificada a la casa de la gente. Y está el fin último de María Lo, que sería montar un restaurante.
También quiero vivir la experiencia con Jordi Cruz en ABaC porque es un restaurante gastronómico y me encantaría trabajar en un Estrella Michelín para aprender. El tema de Cancún es el que tengo un poco más parado. Tengo claro que quiero dedicar mi vida a mis proyectos personales e irme un año a Cancún es algo que dejo de momento en stand by.
A nivel televisivo, ¿te ha gustado la experiencia? ¿Te ves participando en otro programa o teniendo tu propio formato de cocina?
Es fuerte porque no soy una persona que vea mucho la televisión y entrar en un concurso me daba un poco de reparo. Entré porque era cocina y que dentro de todos los programas, MasterChef es un programa en el que se aprende y se mandan mensajes muy bonitos. He estado muy cómoda pese a que todavía no me he acostumbrado mucho a las cámaras.
Si pudiese repetir la experiencia MasterChef lo haría del tirón porque me encantó. Otro reality diferente a MasterChef que no fuera culinario no lo haría. Si me propusieran un programa de cocina en el que estuviera 'x' tiempo en tal cadena, no me importaría porque qué guay cocinar tus recetas y mostrarlas a la gente.
¿Te visualizas en un posible All Star MasterChef compitiendo con Carlos Maldonado?
Sería la leche. Pero cuidado con Carlos que tiene una Estrella Michelín, con eso no se puede competir. O sí, ¿quién sabe? [ríe].
En la final te vimos ser la mejor replicando uno de sus platos...
Fue la prueba más heavy del programa. Súper exigente. Íbamos con la lengua fuera. En los pocos segundos que teníamos parar mirarnos nos decíamos “¿qué está pasando aquí? Por favor, que no llegamos”. Pero fue muy guay, muy divertida.