Durante la preparación de una entrega de Viaje al centro de la tele, Pedro Santos, director y coordinador de los guiones del formato, se encontró consigo mismo por casualidad rebuscando en el Fondo Documental de RTVE. Tenía 16 años y un equipo del programa Aplauso lo abordó según salía del instituto para hacerle una encuesta. “Esas son las únicas imágenes en movimiento que tengo yo de cuando era joven. Mi padre no tiene absolutamente nada”, comenta el profesional de Televisión Española para reforzar una máxima sobre la que se construye este programa: “El archivo ha servido para mucha gente para verse y ver a sus padres y abuelos a través del tiempo”.
Y así, seguimos: la primera vez de Alejandro Sanz ante una cámara de televisión, incluso antes de responder al nombre de Alejandro Magno, como guitarrista de un grupo de sevillanas (del que tenemos la prueba tras este párrafo); la de Rosalía, mucho antes de rozar la gloria mundial con las uñas, en un plató de TVE; o el insospechado debut de Marta Hazas, con apenas 19 años, participando como aspirante a Miss Cantabria. Esas son algunas de las incontables piezas que ha recuperado del archivo de la televisión pública por el equipo de Viaje al centro de la tele para, precisamente, enseñar cómo éramos y explicar cómo somos, en la nueva temporada, la undécima en su haber, que arranca desde este lunes 19 de julio en La 1.
El access veraniego, “sitio natural” para el programa
Casi coincidiendo con el octavo aniversario del estreno, que tuvo lugar el 8 de julio de 2013, Viaje al centro de la tele retorna a la rejilla de programación ahora en el access prime time de la primera cadena pública, después de dos años en las que fue relegada a la franja del late night, para disgusto de espectadores y del mismo locutor, Santiago Segura, que sigue encargándose de la narración, mientras se conservan las ilustraciones de Forges como rasgo de estilo.
La ubicación trae consigo una modificación estructural del formato, subtitulado Exprés, por el que se parten cada entrega para adecuarse a las necesidades de una franja ahora descampada, con El Hormiguero y El Intermedio de vacaciones, y con el reclamo de su más que notable funcionamiento en ocasiones pasadas: sin ir más lejos, ahí están las reposiciones que se emitieron en esta misma ubicación durante el verano de 2019, con un seguimiento cifrado en una cuota media del 11,7% y más de 1,4 millones de espectadores. Nada mal para un programa cuyo primer hueco que tuvo en la parrilla de La 1, hace ocho años, fue cerca de la medianoche, por detrás de la reposición del espacio de humor ¿Y ahora qué?, pero acabó ascendiendo al prime time gracias a su rendimiento.
En su vuelta al late night, justo en septiembre de 2019, las cifras bajaron, pero aún así mantuvieron una dinámica clara y estable, destacando por encima del resto de propuestas de esa mismo horario que tenía en liza La 1: un 8.1% y 944.000 espectadores en la remesa de entregas emitidas entre septiembre y diciembre de 2019; y un 8.3% y 660.000 televidentes para la siguiente, reservada para esos mismos meses en 2020.
“Creo que es nuestro sitio natural”, valora Santos sobre esta estrategia para lanzarlo en verano y en horario estelar. “Es un formato muy dinámico que encaja después de una información de actualidad: tener un momento de relax donde echas un vistazo al pasado, con un toquecito de humor pero sin ofender, con un ritmo vertiginoso”, explica, estableciendo las claves del formato: un programa familiar, que amortiza la nostalgia de los mayores sobre las imágenes que marcaron su pasado, pero no exento de ironía y acidez, a través de sus guiones, para enganchar a segmentos más jóvenes de población.
“Es un programa sin complejos, y nunca los va a tener”
Salvando las evidentes distancias tonales y temáticas, supone otra forma de aprovechar el incalculable archivo de Radio Televisión Española, paralela a la de iconos de la programación de la pública como Cachitos de hierro y cromo, estrenado por cierto muy poco después que este, en otoño de 2013, Tesoros de la tele, también para el segundo canal y no en vano dirigido por Santos; y como otro que, en un registro diferente, también ocupa las noches estivales de La 1, Lazos de sangre. Todos ellos son formatos nutridos de un capital material que no tienen otras televisiones por suerte para nosotros y que podemos aprovechar de diferentes formas.
Como en este último caso del espacio de crónica social, la ubicación en la primera cadena obliga a Viaje a tratar temas de “más amplio recorrido, más generalistas”, que en esta undécima temporada se concretan en monográficos en torno al ya mencionado Alejandro Sanz que abre la temporada, ABBA o Miguel Bosé, o el especial Esto es América, dedicado a repasar los artistas llegados desde el otro lado del charco a nuestras pistas y escenarios televisivos.
Precisamente algunos de esos temas pueden generar arqueos de cejas, por motivos razonables: ahí está Bosé, cuyo autoproclamado negacionismo de la pandemia del coronavirus, del que daría buena cuenta en su entrevista con Jordi Évole, ha generado los titulares que ya no motiva una carrera musical desdibujada a nivel mediático. Para el responsable del formato precisamente esa percha es la que reviste de interés a un repaso como el que se plantea. Es una cuestión de “poner en valor, en contexto”, como defiende haber hecho con otros artistas como ya desaparecidos como Sara Montiel o Camilo Sesto. “Hay que poner las cosas en su justa medida, y con mesura. Tú tienes ahí el archivo, míralo, no prejuzgues al personaje”.
En ese sentido, proclama: “Viaje al centro de la tele es un programa sin complejos, y nunca los va a tener por mucho que nos digan”, lo que justifica también las eclécticas selecciones musicales del programa. “Hemos puesto desde C.C. Catch a los Sex Pistols, desde Depeche Mode hasta AC/DC, desde Radio Futura a Georgie Dann. Cada uno ha tenido su hueco y su público”, defiende: “Tener prejuicios en cuanto a la música es un error”.
Así se hace un formato con “mucho margen”
La primera entrega de Viaje al centro de la tele ya marcó las bases del programa, no solo en cuanto a su tono socarrón, sino al amplio catálogo de imágenes de los inicios de cantantes, actores, presentadores o cómicos. Aquel debut mostró, por ejemplos, los comienzos de Penélope Cruz en Los mundos de Yupi en 1990, los de Imanol Arias en Estudio 1 en 1979, o los de de Rodolfo Sancho, un “niño amamantado en las series de TVE”, desde Los desastres de la guerra a Isabel. Durante los años siguientes, hemos visto también los debuts de personalidades tan diversas como Máximo Huerta, Pablo Motos, Jordi Hurtado, Cristina Ortiz “La Veneno” o El Gran Wyoming.
En esta temporada, el Salto a la fama de las actuales primeras espadas del panorama cultural o televisivo, los nombres propios de la clase política, volverá a tener representación. Ahí tendremos a Rosalía, a Rozalén o a la ya comentada Marta Hazas, de la que tenemos bajo estas líneas una primer adelanto de este precoz debut. Y es algo que demuestra que pese a la dificultad de dar con temas atractivos y diferentes“ después de ocho años, ”todavía hay mucho margen“ para la sorpresa. ”TVE tiene algo también al margen de otras televisiones y es una cantera cultural, a través de La 2, y una cantera informativa, a través de los servicios informativos, y siempre surgen nuevos personajes“, dice Santos, que se precia de estar siempre atento a posibles sorpresas escondidas en el Fondo Documental de RTVE.
Ahora bien: ¿cómo se emprende ese trabajo, desde que se da con una idea o un rostro, hasta que la entrega está enlatada y lista para verse? Desde el principio y hasta el final: el proceso comienza con una selección de los temas susceptibles de formar parte de la temporada, y un estudio de su viabilidad, y una vez comprobada esta, estos son repartidos por Santos al equipo de redactores (donde encontramos en la actualidad a Emilio Balseiro y Susana Masedo) o a sí mismo, según el caso. A partir de ahí, se inicia un mes de visionados de archivos, a través del fondo de TVE, para su posterior selección. Una vez escogidos, entra en liza el equipo de documentación que se encargará de su restauración, así como la gestión de derechos de algunas imágenes, algo de lo que se encarga el departamento de producción.
Entre tanto, se inicia la escritura de guion, que dura alrededor de 6 o 7 jornadas de trabajo, con un manual de estilo ya establecido al cabo de los años: “Nos ponemos en la piel de un Carlitos Alcántara un poquito más gamberro”, define la pauta el trabajador de la pública para permitir licencias humorísticas “pero siempre con el respeto presente, a los colectivos, a los profesionales y a los formatos”. La clave, indica, está en “darle un sentido al programa, que está hecho con 500 trozos diferentes, aparte de que tenga una temática, una continuidad y que entretenga”.
Con el guion cerrado, con las imágenes listas para su ingestión y con los rótulos y faldones ya preparados, entramos en el proceso de montaje y postproducción: “son aproximadamente unas 18 jornadas, entre el montaje, efectos especiales, limpieza de imperfecciones de la imagen, reajustes de formato (por ejemplo, el efecto pillarbox para los clips en formato 4:3, que introduce franjas laterales para permitir su reproducción en formato 16:9 sin modificar la imagen), ambientación musical (a cargo de Pablo Miyar o Juan Bardem), rotulación, realización del sumario y despedida y sonorización. Todo ello, con la supervisión del veterano realizador Fernando Sanjuán.
Más allá de la nostalgia
Santos nos da la correspondencia temporal de este trabajo que integra: “Son dos meses y medio para cada Viaje al centro de la tele”, detalla. “Alguno se envenena más, pero eso es lo habitual”. Todo este trabajo ha quedado recompensado no solo en las audiencias pasadas sino a nivel simbólico. El formato ha sido nominado como mejor programa de entretenimiento en los Premios Iris 2020 y también ha recibido otra nominación, a mejor guion, en la edición de 2021; ambas, cabe recordar, se entregarán de manera conjunta, tras no haberse podido celebrar gala de la anterior por la crisis del coronavirus.
Esto demuestra que Viaje va “en la línea correcta” dentro de las muchas posibilidades que da el Fondo Documental de RTVE, un bien de valor incalculable por lo que representa. ¿Por qué un formato como este, o como Cachitos o Tesoros de la tele, gozan de esta aceptación? Santos reflexiona al respecto: “No es una cuestión de darse baños de nostalgia, pero somos lo que hemos vivido y eso nos ayuda a no repetir errores”, responde y pone de ejemplos comportamientos vistos en el programa que “ya no repetimos”: “No hay que mirarlo con rencor, pero tampoco con añoranza”.
“Es una época que ya pasó y tenemos la suerte desde hace poco más de un siglo de tenerlo en imágenes y eso es un privilegio. Tenemos la historia en imágenes, ¿hay algo mejor que eso?”. Ahí volvemos sobre esa máxima con la que comenzábamos este viaje por Viaje al centro de la tele: la de encontrarse a sí mismos a través de lo que vieron y consumieron, de donde estuvieron ellos o sus seres queridos. “Esa es la función de Viaje. Para muchos es parte de su vida, para otros, la forma de descubrir lo que pasó”.
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