“Sila”: 5 claves de la quinta telenovela turca que llega a España

Sila: 5 claves de la quinta telenovela turca que llega a España

Por Betty M. Martínez

Primero conocimos a Fatmagül y después fueron llegando Elif, Eysan y Nihan. Son las heroínas de las telenovelas turcas que han llegado a España como un soplo de aire fresco al género consiguiendo cautivar a un buen número de espectadores. Ahora es el turno de descubrir a Sila. Veamos algunas claves de la nueva propuesta de Nova.

¡¡CUIDADO SPOILER!!

Del siglo XXI al siglo pasado

Lo primero que capta nuestra atención en Sila es su protagonista: Cansu Dere. En España la hemos conocido a través de la enrevesada Eysan de Ezel, por lo que despierta curiosidad verla en un registro que, a priori, parece muy diferente.

Pero dejemos a un lado a la actriz y centrémonos en el personaje. ¿Quién es Sila? Pues una jovencita a la que la vida le va a cambiar como de la noche al día. No es sólo que haya descubierto a golpe de tres palabras (ese “soy tu padre” consiguió helarnos la sangre a través de la pantalla) que sus padres biológicos, a los que creía muertos, están vivos, sino que esa revelación la va a llevar a un viaje que la transportará del siglo XXI en el que está acostumbrada a vivir (cena de graduación, vestidos a medida, viajes a Londres…) a un lugar donde parece que el tiempo se detuvo hace mucho, pero que mucho tiempo.

En fin, que Sila va a tener que aprender a vivir en ese nuevo lugar al que las circunstancias la han llevado y donde la apariencia del baño va a ser el menor de sus problemas. ¿Conseguirá adaptarse? ¿Cómo vivirá el pasar de la bulliciosa Estambul a ese remoto lugar casi en medio de la nada? ¿Logrará ver a esa mujer que se desmayó ante ella como su madre? ¿Cómo reaccionará cuando descubra la verdadera razón por la que su padre ha ido a buscarla?

¿Quién es Boran?

En el otro lado de la balanza tenemos a Bodan. El personaje interpretado por Mehmet Akif Alakurt vive en ese mundo donde la tradición es la ley, pero algo nos dice que no acaba de sentirse cómodo en ese hábitat. Tal vez sea que ya nos están endulzando el personaje para que nos creamos el romance que se avecina, pero, al menos, en los primeros minutos parece que tiene algo de sentido común o, al menos, de conciencia.

Primero, no cumple con la tradición de matar a su hermana por haberse escapado con el novio. Segundo, no cede a la primera a la tradición de casarse con la hermana de su “cuñado”. Hasta ahí Boran nos despierta cierta simpatía.

El problema viene después. Cuando sucumbe a las presiones y acata defender el “honor de la familia”. “No importa si me gusta o no. Es la tradición”. Tal vez sea sólo una impresión, pero el tono de esa expresión desvelaba cierta resignación. Es como si Boran no tuviese esperanza de salir de ese círculo vicioso donde la tradición es cumplir la tradición. ¿Será acaso que Boran tampoco ha sido libre para elegir? ¿Será acaso que él también es prisionero de ese sistema?

¿Quién es el verdadero Boran? ¿El que protege a su hermana y se niega a casarse con una desconocida por honor? ¿El que sucumbe a las presiones y acepta su “destino”? Si sucumbe al poder de la tradición, lo aborreceremos desde el primero hasta el último día. Si lucha contra esas tradiciones caducas y obsoletas, nos conquistará y será nuestro héroe.

¿Qué papel jugará Sila en su definición como personaje? ¿Conseguirá que Sila se amolde a sus costumbres o será ella quien lo transforme a él? ¿Quién es esa mujer del pasado de la que ya hemos oído hablar?

El primer encuentro

Aún no hemos visto la boda, pero la pareja protagonista ya se ha encontrado y, por supuesto, ha sido todo bastante “rosa” en comparación con lo que se intuye que va a venir. Todo ha sido, por supuesto, casual. Un encuentro al pie de una fuente y con un ramo de flores de por medio.

Eso sí, esos segundos ya nos han dicho varias cosas. La primera, que hay feeling. Se han gustado y es evidente. La segunda, que son muy diferentes. Se notaba en su forma de hablar y hasta en su expresión corporal. Sila actuaba con la naturalidad de quien está acostumbrada a relacionarse y Boran la miraba un tanto atónito, quizá porque en su mundo no es normal ver a una mujer tan… ¿cómo describirlo? ¿libre? ¿natural?

Lo complicado va a venir de ahora en adelante. Cuando Sila descubra que el apuesto hombre de la fuente (que el galán aparezca descamisado parece ser condición sine qua non sea el país que sea) va a ser, sí o sí, su marido y cuando Boran tenga delante a la mujer con la que lavará el honor de la familia.

Por lo tanto, comencemos con los interrogantes. Ha habido química, pero ¿cómo se gestará el romance? Boran ha quedado un tanto impactado, pero ¿significará eso que será el primero en enamorarse? ¿Podrá Sila enamorarse de un hombre así? ¿Qué va a pasar con el novio de Sila en Estambul? ¿Qué papel va a jugar? ¿Vendrá a buscarla? ¿Habrá un enfrentamiento entre ambos hombres?

Reconozco que cuando me hago estas preguntas he recordado que algo parecido pensé cuando se estrenó Fatmagül y no veía nada claro su futuro con Kerim. Sin embargo, en aquella ocasión la historia convenció. ¿Se repetirá aquí la situación? ¿Cómo conseguirán que empaticemos con una relación que empieza de una forma tan abrupta?

La presión de las familias

En toda telenovela tiene que haber, además de los enamorados protagonistas, buenos y malos. Es muy pronto para otorgar esos roles en Sila, pero hay algunos con muchos puntos para ser los agraciados. Los padres van casi en su totalidad al baúl de los malos. El primero de la lista es el padre de Sila, que no tuvo suficiente con venderla y mentir a su mujer, sino que ahora se presenta en Estambul para destrozarle la vida a su hija sin ningún miramiento ni consideración. Y encima le pide que le bese la mano. Y lo peor es que lo hace todo sin inmutarse, como si fuera lo más normal del mundo. Sin comentarios.

Y después tenemos al padre de Boran que en todas las escenas en las que ha salido ha dicho en todas lo mismo. Tradición. Honor. Respeto. Apellido. Es imposible recordar cuántas veces ha dicho cada palabra ni las frases exactas ni el orden, pero sí ha quedado claro que lo que piense, diga, opine y sienta su hijo le da igual, siempre y cuando no mancille su legado. Lo de “mancillar el legado” no lo ha dicho pero si lo hubiera hecho no hubiera desentonado nada de nada.

Del padre adoptivo de Sila aún no tengo una opinión. Es cierto que compró a su hija y que mintió sobre la muerte de sus padres biológicos, pero aparentemente no parece mal hombre. Es más, quiso acompañarla en su viaje al pasado. ¿Será porque desconfía de lo que pueda pasar? ¿Hará algo por intentar evitarlo? ¿Será cómplice de su hija o de sus verdugos?

En cuanto al grupo de las madres, parece que podrían ir a la lista de los buenos. Ambas fueron engañadas por sus respectivos maridos, aunque quien se llevó la peor parte fue la madre biológica de Sila, que vivió años creyendo a su hija muerta. ¿Cómo se enfrentará a la mujer que es hoy en día? ¿Conseguirá entender a esa chica de ciudad que ha regresado? ¿Cómo actuará ante la boda? ¿Tendrá el valor suficiente como para poner a su hija por encima de la tradición?

El peso de la tradición

Pero en Sila hay otra protagonista con mucho peso. El otro gran eje sobre el que gira la historia es una palabra que he escrito ya varias veces y que va a ser la causa de muchas lágrimas de Sila y ya veremos si de Boran. La tradición. Nueve letras que en el primer capítulo se han repetido hasta la saciedad.

La tradición decía que el hermano de Sila tendría que haber pedido permiso a Boran para tener una relación con su hermana. La tradición decía que Boran debía matar a su propia hermana por escaparse con un hombre. La tradición dice que Boran debe casarse con una mujer de la familia que ha deshonrado a la suya. Deshonra. Otra palabra que también habría que analizar, pero necesitaremos algunos capítulos más para entender ese concepto.

Quizá esa sea la clave que hace más interesante a Sila. Que estamos adentrándonos en un entorno de que no sabemos prácticamente nada. Que, por un lado, nos produce cierto rechazo por lo anacrónico de sus planteamientos, pero que, a la vez, por alguna razón también nos despierta curiosidad. ¿Será porque nos adentran en un mundo que nos es prácticamente desconocido? ¿Será porque tenemos la esperanza de que alguien dé un golpe en la mesa y rompa con la tradición? ¿Será porque ansiamos que después de la pesadilla que se avecina llegue la calma de un sueño tranquilo? ¿Quién ganará la batalla final? ¿Quién defiende que las tradiciones están para cumplirse? ¿Quién defiende que las tradiciones están para romperse?

No sé por qué será, pero hay curiosidad por ver qué pasa y, sobre todo, por ver cómo pasa. Por ver cómo una producción turca nos explica la peor cara de algunas tradiciones turcas. Por ver si con capaces de transformar el negro propio de una página de sucesos al rosa de una revista del corazón Por ver si vuelven a conseguir convencernos de lo inconcebible como hicieron con Fatmagül.

Habrá que esperar para ver cómo evolucionan los acontecimientos y cómo nos los cuentan, pero, por ahora, que cuenten conmigo para el próximo capítulo.

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