'Emerald City' 01x07 Review: ¡No puede ser!
Efectivamente, no puede ser. Esa es la sensación que os quedará, queridos fans de 'Emerald City', al terminar de ver este episodio. Un torbellino de acontecimientos y sobre todo muchos sentimientos ha llegado para sacudirnos frente al televisor y que nos preguntemos si es verdad lo que ven nuestros ojos. El suelo sobre el que basamos nuestro conocimiento – o lo que creíamos saber- de Oz y sus habitantes ha desaparecido bajo nuestros pies, y ya sólo nos queda preguntar: ¿por qué?
(La madre de todos los spoilers te espera al final de esta review)
Caza de brujas
Al igual que la escena bíblica del Rey Herodes mandando asesinar a los recién nacidos israelitas en busca del Mesías, el Mago ordena a sus soldados apresar a todas las niñas de Emerald City para llevar a cabo literalmente una caza de jóvenes brujas. Estas nuevas santas inocentes – hasta que se demuestre lo contrario, según Frank- patalean, empujan, echan a correr y ante todo lloran cuando ven que sus captores las arrancan impunemente de los brazos de sus padres. Como buena triquiñuela política para controlar a las masas, la argucia para justificar tal espanto es un brote de un virus mortal que, casualmente, sólo portan las niñas. Pero, ¡ay de la pobre desdichada que resulte ser mágica! ¡El Mago no planea su cura, sino extirparla!
Tras asesinar a Anna con el revólver de Dorothy y demostrar que su objetivo en la vida está por encima de cualquier entraña, le llegó el turno al Alto Consejo: las chicas de Glinda. Esas traidoras con cofia monjil y hábito celeste se habían estado riendo de él todo este tiempo y no hay piedad para las conspiradoras. Así que las calcinó vivas con la llama mágica de la única niña bruja que encontró en Emerald City. A costa de consumir la magia que empezaba a vivir en el interior de la chiquilla, y en lo que parecía un cráter en el suelo, la colección de servidoras de Glinda fue pasto de las llamas. Ni siquiera el intento de autoinculparse por parte de Elisabeth y confesarle al Mago que Anna estaba enamorada de él fue suficiente para salvar a sus compañeras.
Parece que no hay un momento de consuelo para nadie en Oz en estos momentos. Ni por supuesto para West, responsable de la muerte de esta niña bruja y de la muerte de sus otras hermanas brujas la vez que la Bestia Inmortal acudió como ola gigante. En su memoria, la imagen de sus hermanas muertas flotando en el interior de ese tsunami verde la atormenta sin cesar. Tal vez por eso, y para reparar su daño, decidió darle un funeral bucólico en medio de la naturaleza a esta niñita que comenzaba a florecer y cuya vida fue truncada antes de tiempo. Mientras su alma volaba libre hacia la inmensidad del cielo, West se percató de la exótica daga que Tip cogió de la casa de Mombi antes de escapar de ella: ‘Este es el símbolo del Rey Pastoria. ¡Esta daga se la dio a su hija, la Princesa Ozma! ¿Perdona? ¿Tip, de la realeza? ¿Eso significa que nuestro Jack va a tener para elegir entre dos princesas? ¡Pues no va a saber dónde acudir!
Lubrícame otra vez
Y hablando del Rey de Roma, nuestro querido hombre de hojalata no sabe cómo ser amable con Lady Ev ante la inminente pérdida de su padre convertido en piedra. ¡Pero es que no hay quien acierte con esta excéntrica mujer y sus inesperados cambios de humor! En su último arrebato con su juguete, dejó al pobre muchacho a su suerte en medio del Bosque de los Gritos. Bastante original, la verdad, pero cuando permaneces un tiempo entre esos árboles la situación puede resultar desquiciante.
Y si no que se lo digan a Jack, que a causa de la humedad al pisar un charco – vaya mala pata al bajar del carruaje- se quedó atascado sin poder moverse por culpa del óxido formado en sus articulaciones. ¿Recordáis que en mi review anterior me alegraba de que no tuviera que echarse aceite como el hombre de hojalata original? Si antes lo digo… Pero no hay mal que por bien no venga porque una vez que a Lady Ev se le pasó el enfado, apareció a lomos de su caballo blanco con una providencial lata de lubricante para su atascado amiguito. Y aunque al principio él era reticente, se prestó a que le masajearan con el ungüento, no sin antes, obligar a Lady Ev a que le diera su palabra de dama de que pararía cuando llegara a ciertas partes reservadas.
¡Nunca me imaginé que engrasar las articulaciones de una armadura de acero pudiera resultar tan excitante! Con las primeras refriegas pensé que mi mente degenerada se estaba imaginando lo que no era. Pero, ¡caray! Cuando llegó a donde no debía tocar, Jack le recordó su trato a Lady Ev, a lo que la soberana le dijo que ella no era una dama sino una reina. Y con todo, parecía que Jack se quedó a la mitad después de hacerse el duro.
No pasa nada. Después del calentón en los matorrales se remata la faena en casa. Ya en los aposentos reales, Lady Ev quiso mostrarle su lado más vulnerable y pretendió quitarse el antifaz -¡por fin!- para que Jack la viera como sólo su padre, el rey, la había visto: con el rostro al descubierto. Desgraciadamente el muy cretino –pobre, si es que es un cielo- la frenó en el último momento y nos privó de esta oportunidad única, alegando que él ya la veía como es en realidad. Y ahora sí, el casquete real en sábanas reales. ¡Madre mía, Tip, que te comen el terreno!
Compuesta y sin novio
Y sin más dilación vamos con la pareja del año en el periplo del año. Dorothy y Lucas. Y Sylvie. Y el perro. La familia con mascota al completo. Pero no van a Marina D’or. Ni siquiera a Disneylandia. Van al castillo de Glinda, donde Dorothy tiene una misión que cumplir.
Pero como el destino queda lejos, decide entretenerse jugando con su querida Sylvie a un ‘veo veo’ muy especial: somewhere (en algún sitio), una clarísima alusión a Judy Garland y la mítica canción del clásico Mago de Oz de la Metro Goldwyn Mayer. Fantástico este guiño recordando al origen de todo y rindiendo un microtributo a una de las heroínas más queridas por el público, tanto en la ficción como en la vida real.
Este regalo mágico no es para menos. La de Kansas se ha encariñado con Sylvie, hasta el punto de que es capaz de activar sus poderes como Bruja del Este para salvar a la niña cuando está a punto de ser presa de los lobos. Y si Dorothy se ha encariñado, la pequeña bruja lo está aún más con sus papás improvisados. ¡Menuda lía haciendo girar la granja – hicieron un alto en el camino- como si fuera el tambor de una lavadora con tal de que Dorothy no se fuera por su cuenta a terminar el trabajito con Glinda!
Porque sí, señores. En la conversación postcoital –nuestros tórtolos también tuvieron su momento- Dorothy le contó a Lucas sus verdaderos planes: acabar con Glinda para evitar la guerra y salvar a Sylvie. Tras lo cual, el fornido caballero le pidió que se quedará con ellos y Dorothy le respondió que debía volver a casa con sus tíos porque ellos habían llegado primero. Pero claro, el empeño de Sylvie, acompañado de su magia, por mantenerlos a los tres juntos dio al traste con sus planes y juntos llegaron por fin a la fortaleza de Glinda.
Tras traspasar un muro alicatado que parecería hecho por el mismísimo señor Roca –con un brillo que ni la lejía Estrella lo consigue-, por fin, la poderosa y enigmática Glinda se presentó ante ellos. ‘¡Gracias por traerme a dos de las personas que más quiero!’, le dice a Dorothy. Y ésta, que no se amilana frente a la de los cabellos alisados, le replica ‘que no le entrega a nadie, ya que Lucas y Sylvie tienen opinión propia’. Y aquí viene la hecatombe – aunque algo en mí lo vio venir segundos antes- : la Bruja del Norte se acerca al maromo y le estampa tal beso en los morros que le devuelve la memoria. Y al hablar, responde al interrogante que planteé hace unas semanas. Su nombre es Roan, y prefiere que le llamen así. Y no sólo eso. A continuación pide clemencia por la vida de Dorothy y le revela a Glinda que ella había acudido para matarla. ¿Cómo se puede ser tan traidor y tan ‘hache de pe’, por amor de dios? ¿Es que no te han enseñado que lo que pasa en el dormitorio se queda en el dormitorio? ¿Así se lo agradeces a la que te dio un nombre? ¡Porque mira que te pusiste pesado, que querías un nombre y al final la pobre Dorothy te tuvo que llamar como a su pueblo! ¿Y ahora dices que no te mola? ¡Váyase usted a la mierda, señor mío!
Pues al igual que Dorothy, con la cara desencajada, me quedé yo con la resolución de este episodio. Vale que el muchacho tuviera una vida previa a la llegada de ella a Oz. Vale que estuviera enamorado de otra antes. Y vale que a lo mejor esté bajo un hechizo de Glinda en realidad. Pero sea como fuere, la traición es algo muy feo. Y no hacía falta ponerse chulo y replicarle a Dorothy con sus mismas palabras: ‘Lo siento, ellas estaban primero’. Deseando estoy de ver lo que ocurre la próxima semana. ¡Ríete tú del eurodrama!
Efectivamente, no puede ser. Esa es la sensación que os quedará, queridos fans de 'Emerald City', al terminar de ver este episodio. Un torbellino de acontecimientos y sobre todo muchos sentimientos ha llegado para sacudirnos frente al televisor y que nos preguntemos si es verdad lo que ven nuestros ojos. El suelo sobre el que basamos nuestro conocimiento – o lo que creíamos saber- de Oz y sus habitantes ha desaparecido bajo nuestros pies, y ya sólo nos queda preguntar: ¿por qué?