Érase... por segunda vez
Pues ya pasan 5 semanas desde que los señores Horowitz y Kitsis (Lost) pusieran en marcha el reboot más esperado por los seguidores de ABC: Once Upon a Time iniciaba su séptima temporada el 7 de octubre (el 18 en Netflix España) rompiendo radicalmente con la línea argumental anterior. Pero, ¡haya calma! Por una vez, las cosas se han dejado bien atadas y muchos de los personajes que ya no aparecen en esta nueva etapa han tenido su oportunidad para decir adiós como se merece sin padecer el “fenómeno Prue” de Embrujadas (ya sabéis, como brujas podían contactar con los muertos, pero, ¡mira tú que casualidad, con su hermana que salió por patas de la serie, no!)
Pero lo importante aquí es que después del primer mes de visionado podemos valorar lo que ha supuesto este reseteo en toda regla. ¿Habrá surtido efecto en las audiencias y logrado revitalizar la ficción? ¿Cómo le ha afectado su paso a los viernes noche? Y lo más crucial: ¿hay alguien que se haya perdido con tanto cambio? ¡No os preocupéis! ¡Aquí y ahora os ponemos al día con este análisis pormenorizado de lo que ha dado de sí el cuento de hadas con más “salseo” de la televisión!
(Por supuesto, spoilers)
¿Inspiración o plagio?
La premisa de esta nueva historia tiene como mala malísima a la madrastra de Cenicienta —¡qué original, otra madrastra!—, la cual, consigue robarle la varita al hada madrina de su hijastra y de esta forma hacerse con el “poderío”. Y no en vano pronuncio esta expresión empleada por el youtuber Keuman, conocido en España por sus doblajes de películas Disney a la española, y que también parodió la cinta Cenicienta 3:¿Qué pasaría si…?, en la que precisamente Lady Tremaine se hacía con la varita mágica y ponía el cuento patas arriba haciendo que la zapatilla de cristal le valiera a su hija Anastasia, una de las hermanastras de Cenicienta. Todo esto después de convertir en estatua de piedra a la pobre hada madrina. Aunque peor parada ha salido en la serie. Aquí Lady Tremaine asesina a la pobre mujer con su propia vara y a continuación le hará la vida un infierno a su querida hijastra.
Pero, aunque retocada, esta idea ya había sido utilizada por los guionistas de Disney para una de sus películas de circuito doméstico. ¿Coincidencia o reciclaje?
Otra casualidad: en el cuarto capítulo de esta temporada se relata lo que pasó con Bella y el motivo de que no se encuentre entre los suyos. Con el objetivo de deshacerse de la oscuridad de Rumpel, decidieron pasar sus vidas en un espacio conocido como “el confín de los reinos”, donde el tiempo transcurría mucho más despacio que en el mundo real. Necesitaban esperar a que el sol se pusiera para poder llevar a cabo el ritual que separaría a Rumpel del Ser Oscuro, mas en esa espera Bella echó todos los años de vida que le quedaban con su esposo, hasta la más tierna vejez. Pero señores guionistas, os pasáis de listos —como le dice Lady Tremaine en la película de dibujos a Cenicienta cuando la ve con el collar de su hija Drizella—, la casa en la que comparten su vida Rumpel y Bella tiene un inconfundible toque familiar. ¡Es idéntica a la casa de Carl Fredricksen, el vejete cascarrabias de Up! ¡Si hasta la música imita a la de la escena al principio de la película de Pixar, en la que se nos muestra la vida plena —aunque sin hijos— de Carl y Ellie! Aquí está la imagen. Judgad vosotros mismos. El caso es que Bella tuvo su salida por la puerta grande y además justificada con un motivo muy noble: esa pérdida sería el inicio del camino hacia la luz de su esposo Rumpel.
Nuevos personajes, mismas reglas
Para este relanzamiento sus creadores no se han quebrado mucho los cascos. De hecho, la historia comienza igual: la hija de Henry se presenta en su puerta con un libro y le dice que su familia está en peligro. El barrio de Hyperion Heights en Seatle está bajo el maleficio de la villana de esta edición, Victoria Belfrey —la madrastra de Cenicienta—, una ejecutiva agresiva que gobierna con mano de hierro el pequeño distrito y que en su tiempo libre se encarga de amargarle la vida a su hijastra Cenicienta, o Jacinda (Dania Ramirez) en la vida real.
Los paralelismos con la primera temporada son tan forzosamente obvios que podrían considerarse poéticos a su manera, aunque al mismo tiempo restan suspense a la trama porque parece que sabemos lo que va a pasar. De hecho, el tercer episodio de esta temporada es similar al de la primera. Lucy, la hija de Henry, se aventura en una mina subterránea en busca de lo que perseguía su abuelastra, al igual que su padre cuando hizo lo mismo a las afueras de Storybrooke y por pocas encuentra el ataúd de cristal de su abuela Blancanieves. Y como de tal palo, tal astilla, también Lucy (Alison Fernandez) sigue de cerca las infamias de su abuelastra Victoria.
Pero la nueva villana, aunque retorcida, no le llega a Regina ni a la suela de sus botas. La Reina Malvada, interpretada maravillosamente por una pasional Lana Parrilla, con esos tocados imposibles y esas capas largas como un día sin pan derrochaba carisma por los cuatro costados. Por no hablar de que la voz en castellano es mucho más joven y aguda que el ronco timbre de la actriz original, Gabrielle Anwar. Es cierto que a Lana Parrilla le ocurre igual con su dobladora, pero es que Mercedes Cepeda es mucha Mercedes Cepeda.
A esta nueva mala la odiamos. Pero con Regina, a pesar de sus infamias, había un no sé qué yo que te hacía amarla. Irradiaba tal magnetismo que era capaz de convencerte para comerte una de sus manzanas envenenadas.
Sin embargo, a Lana Parrilla le toca ahora interpretar a Roni, la regente de un bar tipo Cheers pero algo más descafeinada. Salvo ejercer el rol de mentora de Henry y ser la primera en rebelarse ante el poder de Victoria, no es que haya hecho grandes cosas hasta ahora. Esperemos que despierte pronto.
Y completan la terna de personajes de la anterior etapa, Rumpel y Garfio, que en este nuevo maleficio están condenados a trabajar juntos como detectives. Otro giro poético. El cocodrilo como jefe de su principal enemigo. Aunque Killian enterró el hacha de guerra hace tiempo para entregarse a su amor con Emma. La cual, por cierto, aparece en el segundo capítulo para que la transición hacia su ausencia en la serie sea más suave, algo que, como espectador y fan acérrimo, agradezco. Las cosas bien hechas, bien parecen. Pero algo pasó con Emma que Killian sabe y que no quiere contar a Henry. Este dato probablemente lo conozcamos en uno de los múltiples flashbacks que pueblan la serie, pero Henry están con el Killian del Universo B, con lo cual, como no sea Regina la que tire de la manta, no sé yo…
La figura de la mujer trabajadora
Tal vez algún despistado se esté preguntando: ¿pero Cenicienta no era amiga de Blanca y tenía un churumbel con su príncipe azul que, para más señas, era mecánico? Pues sí, pero eso era en el universo A, porque en el universo B al que viajó Henry —creado por el Hada Negra cuando desterró a Emma a un mundo en el que no hubiera existido la maldición de Regina— Cenicienta es latina y conspira contra el príncipe por creerlo cómplice de la muerte de su padre. Además, forma parte de la resistencia contra Lady Tremaine, junto con su amiga Tiana, ya sabéis, la primera princesa Disney de raza negra.
Dejando a un lado que, casualmente, la muchacha latina y la de color han sido relegadas a roles marginales, hay que reconocer que la lucha de Cenicienta no es sólo una lucha contra una maldición mágica, sino también la lucha de la clase trabajadora que debe abrirse camino frente a la opresión de los más ricos. En todas las entregas que llevamos hasta ahora, hemos asistido al abuso de poder por parte de la altiva Victoria que, finalmente, consiguió arrebatarle la custodia de Lucy a Jacinda, una mujer soltera que tiene que comerse su orgullo y trabajar en un telepollo para sacar a su hija adelante.
La lucha de Emma fue mucho más glamurosa. ¡Dónde va a parar! Los problemas a los que se enfrentó como mujer blanca estaban alejados de la lucha de clases. En cambio, Jacinda encarna la figura de aquellos inmigrantes latinos que dejaron atrás sus países de origen para probar suerte en Estados Unidos y darles un mejor futuro a sus hijos. De hecho, en una ocasión llega a caer en la trampa de Victoria cuando ésta le ofrece un apartamento para que puedan vivir cómodamente su hija y ella. Sus defensas se derrumbaron ante la perspectiva de poder ofrecerle un bienestar sólido a su pequeña. Y apoyándola en todo momento está su amiga Sabine (Tiana), que trabaja de camarera y que junto a Jacinda hacen piña frente a un mundo que aparentemente les viene grande. Pero ya despertarán estas grandes líderes y demostrarán todo lo que valen.
Y en el otro extremo está Henry, el padre de la criatura. Por cierto, encarnado por Andrew J. West, el mismo actor que interpretó al desquiciado Gareth, el líder de la Terminal que hizo pasar por un trance a Rick y los suyos en The Walking Dead. La verdad es que viendo las imágenes se aprecia un claro contraste entre el maniático caníbal de un lado y el heredero de príncipe encantador al otro.
Pero volviendo con la serie, todavía nos queda por conocer en qué momento fue que Jacinda y Henry engendraron a su muchacha, pero por el momento, otro paralelismo con la historia primigenia se ha encargado de mantenerle apartado de su familia, pues Victoria ha hecho aparecer el cementerio en el que supuestamente están enterradas su mujer y su hija. ¡Qué pena, ahora que Lucy le tenía medio convencido! Un paso atrás, como el que dio su abuelo cuando Regina le devolvió a su “exmujer” desaparecida. ¿Os acordáis?
Luces y sombras
Aunque nos encantan estas versiones revisadas de los cuentos clásicos, nunca llegaré a comprender por qué Cenicienta lleva un escote con las “tetas” en el cuello, o por qué Henry tiene que reciclar el traje de su abuelo.
Tampoco entenderé el cambio de día: en Estados Unidos la serie ha pasado a emitirse la noche de los viernes. ¡Error! ¡Un viernes no es un buen día para congregar frente al televisor a una audiencia que prefiere aprovechar que la noche es joven! Máxime hoy en día que pueden disfrutar del contenido en streaming y ver sus programas favoritos sin depender de la parrilla. Tal vez sea por esto que la serie no ha conseguido superar la barrera de los tres millones de espectadores —salvo por el capítulo de estreno— en su país de origen. Ese dato en España sería maravilloso, pero por favor, estamos hablando del gigante estadounidense. Me temo que, de seguir así, esta temporada experimental será la última.
Y es una pena porque estaba empezando a cogerle el gustillo. Es cierto que hacen falta algunos arreglos, pero con un toquecito allí y otro allá —que diría Mary Poppins— esto puede marchar. En fin, hay muchos frentes abiertos que todavía pueden darnos alegrías. Por ejemplo, Anastasia, la hermanastra de Cenicienta, tiene pinta de estar interesada en Henry. Atención el triángulo amoroso que se puede liar aquí. Pero, además, existe un motivo para el odio de Lady Tremaine hacia Cenicienta: al igual que Blanca —otro paralelismo—, Ceni provocó la muerte —creemos que accidentalmente— de su hermanastra Drizella. De hecho, todo lo que hace su madrastra es con vistas a resucitarla. ¿Cuál será ese oscuro secreto? ¡Por favor, que no sea tan decepcionante como el secreto de la Reina Blanca (Anne Hathaway) en Alicia a través del Espejo! ¡Ya ves tú, que hizo tropezar a su hermana, la Reina Roja (Helena Bonham Carter), y del golpe que se metió se le quedó la cabeza bulbosa! ¡Qué drama, como si eso fuera culpa de su mal carácter!
Y hablando de Alicia , el personaje revelación de esta temporada, hay que decir que esta versión de Rose Reynolds se aleja bastante —para bien— de la Alicia de Once upon a time in Wonderland. La adolescente desarraigada y sin orígenes de ahora rompe con la niña de bucles dorados y 'vestidito' azul. Además, acabó trastornada sin remedio, igual que el Sombrerero Loco.
Pero ya se sabe, las mejores personas de este mundo están locas. Tal vez sea por eso que estuvo a punto de dar con la salida a la maldición de Victoria. Si hasta le enseñó la taza de Bella a Rumpel, pero éste, nada oye, que no recuerda. Así que al ser obligada a tomar sus pastillas sucumbió de nuevo al maleficio. Bonita contradicción: dejar de tomar esa medicación para recobrar la lucidez. ¿Y sabéis qué os digo? Que acabará recobrándola y hará saltar por los aires esta nueva trampa para ratones. Y si no, al tiempo.
Y hasta aquí el repaso de los primeros capítulos de la nueva y reconvertida Once Upon a Time. El futuro sigue siendo incierto para esta gran producción. Al menos, el año pasado contaba con el as bajo la manga de formular una nueva maldición y empezar de cero. Pero si la audiencia se sigue desinflando, ¿qué inventarán para poder seguir adelante? ¡Qué lástima! ¡Con lo bien que le vino a Robert Carlyle (Rumpel) el traslado del set de rodaje de Canadá a Seatle para poder estar cerca de su hijo! Pero si esto no lo remedia nadie, me temo que pronto asistiremos al final feliz de cuento de hadas, y esta vez, para siempre. Y aunque esta temporada experimental se quede un poco coja, si acaso, habrá merecido la pena por el hecho de volver a revivir el 'momentazo' en que el hechizo se rompa y todos recuperen la memoria y cobren conciencia de que son personajes de cuento. Y en ese fugaz instante tal vez comprendamos que, a lo mejor, la verdadera intención de sus creadores con esta temporada era que sintiéramos esa magia por segunda vez.
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