'Hache', gangsters a la española que entretienen a medio gas
Barcelona, 1960. Una prostituta corre por la calle con una cartera en las manos. Es de su último cliente. Lo de último es literal. Porque ella aún no lo sabe, pero está a punto de tomar una decisión que cambiará su vida para siempre. Apurada por esconderse del hombre al que acaba de robar, la joven irrumpe en el primer sitio que encuentra. Y ese no es otro que el Albatros, el club de moda de la Ciudad Condal. Allí consigue zafarse de su persecutor. Y de paso, dejar su impronta ante el dueño del local, el narcotraficante más poderoso de la zona. Ese al que, con el tiempo, acabará tomando el relevo.
La entrada y posterior ascenso de esta joven en el mundo del narcotráfico es la historia que nos cuenta Hache, la nueva serie española de Netflix. Hache de heroína, pero sobre todo de Helena, a la que da vida Adriana Ugarte, que regresa a la ficción serializada seis años después de interpretar a Sira Quiroga en la exitosa El tiempo entre costuras (Antena 3, 2013-2014).
Un periodo de ausencia televisiva que “no responde a una estrategia”, como la propia actriz aseguró a Vertele, sino a una mera cuestión de proyectos. Unos son muy jugosos, y otros no tanto. Y en lo que a ella respecta, Hache es de los primeros. Básicamente, porque la serie creada por Verónica Fernández –guionista de Los Serrano, El síndrome de Ulises, Seis hermanas y Velvet Colección, entre otras- pivota por completo sobre su figura. Hache es Helena. Y por tanto, Hache es Ugarte.
Es lo que ocurre en todas las historias de ascenso –aún no sabemos si Hache también es de caída-, que el principal aliciente es ver cómo su personaje principal va adaptándose, transformándose y haciéndose valer en ese mundo ajeno y peligroso en el que, por diversas circunstancias, ha decidido entrar. En este sentido, Hache lo fía casi todo a su personaje principal. Y aunque resulta interesante ver su evolución y su instinto de supervivencia, esto se antoja insuficiente para que el resultado final sea plenamente satisfactorio.
Una serie que sabe a poco en el competitivo mercado actual
Para empezar, porque Hache no es una serie especialmente novedosa. Ni siquiera en el hecho de que su protagonista sea una inocente mujer que acaba transformándose en una persona completamente diferente a quien temer. Sin ir más lejos, la defenestrada El Continental (TVE, 2018), siendo un producto bastante peor, ya narraba a través de Michelle Jenner la conversión de una risueña camarera en una intrépida gangster.
Y si esta se parecía –o pretendía parecerse- a Peaky Blinders (BBC, 2013-actualidad), Hache toma prestados algunos de los elementos más reconocibles del cine de gangsters norteamericano. A nivel estético y de personajes. El caso más evidente es el del inspector atormentado –aquí llamado Alejandro Vinuesa, interpretado por Eduardo Noriega- que llega a una ciudad que no es la suya con unos métodos poco vistos por sus nuevos compañeros.
Él será el encargado de intentar resolver una serie de crímenes y poner fin a la entrada de heroína por el puerto de Barcelona. Un movimiento de droga en el que está involucrado Malpica (Javier Rey) un gangster que intenta mantener a salvo sus negocios mientras lucha contra su mayor enemigo: su propio físico, limitado por unas graves dolencias en una de sus piernas.
Este hándicap juega en su contra de puertas para dentro, pero de cara al exterior, hace lo posible por seguir aparentando ser un hombre duro que se hace respetar. Sus socios Julio (Pep Ambrós) y Arístides (Marc Martínez) le ayudan a ello, aunque ambos recelan de la abrupta irrupción de Helena, como decimos, el personaje sobre el que se sustenta la serie.
De ella y de cómo se desarrolle su evolución hacia capo de la droga depende que Hache quede como un título más dentro del amplio catálogo de Netflix o, por el contrario, como uno de esos que consigue hacerse un hueco entre tanta oferta. Vistos los dos primeros episodios, Hache apunta más hacia lo primero que hacia lo segundo. Sobre todo porque es una serie correcta y en la que casi nada desentona, pero ni su guion –confuso por momentos- ni el dibujo de sus personajes se salen de la norma. Dicho de otra forma, casi todo en Hache es ordinario, pero casi nada en ella es extraordinario. Y esto en otros tiempos podía ser suficiente, pero ahora, con un mercado de series tan grande y un público cada vez más exigente, sabe a poco.
* Los ocho primeros capítulos de Hache estarán disponibles en Netflix a partir del 1 de noviembre.