Si en la primera temporada de La Peste la enfermedad fue una excusa para hablar de la condición humana, en la segunda se hará lo propio con La Garduña, el grupo mafioso que dirige los hilos del poder en la Sevilla del siglo XVI. La serie de Movistar+ estrenó sus nuevos capítulos hace unos días, a los que ha dotado de más ritmo e intrigas porque ya no es necesario contextualizar la historia, como sí hubo que hacer en la primera temporada.
“En la primera cargábamos con el peso de presentar un universo y las reglas del juego, pero en la segunda eso ha quedado atrás y nos permite que desde el primer minuto podamos ir a la aventura. Esa es la diferencia fundamental entre una y otra temporada”, explica a VERTELE Alberto Rodríguez, que ha dirigido los dos episodios iniciales.
Rodríguez no ha estado solo en la titánica misión de sacar adelante una serie de estas características, cuya grabación ha generado 500 empleos directos y ha contado con 2.000 figurantes. Con él han estado al pie del cañón Rafael Cobos, que ha ejercido como productor ejecutivo orquestando todo el tinglado; y David Ulloa, que firma los cuatro capítulos restantes.
Los tres atienden a VERTELE para explicar cómo ha sido el planteamiento de esta segunda temporada que se está emitiendo actualmente en Movistar+, cómo se planteó la transición argumental hacia los nuevos capítulos, y cómo se organizó este nuevo esquema de trabajo en el que Alberto Rodríguez ya no asumiría todas las cargas. “Después de la primera temporada no me quedaban fuerzas, literalmente, de hacer otra”, asegura Rodríguez, creador de La Peste y autor de grandes producciones cinematográficas como La isla mínima (2015) y El hombre de las mil caras (2017).
Preguntado por las semejanzas entre la Sevilla actual y su reflejo histórico en la serie, Rafael Cobos reconoce que últimamente han estado debatiendo si la intención del equipo era “irnos al pasado para hablar del presente, o es que hay problemas tan cronificados que no se han superado y los arrastramos desde el siglo XVI”. “Hay un poquito de cada –añade–, porque en algunos casos sí había una intención evidente de establecer ese paralelismo, y en otros es simplemente la condición humana”. Y precisamente, continúa Rodríguez, la peste, la enfermedad, “es una excusa” para hablar sobre eso mismo, sobre la condición humana“.
Respecto a la posibilidad de una tercera temporada, Cobos no desvela la incógnita y lo deja todo en manos de la audiencia: “Vamos a ver cómo funciona la segunda”. Y en caso de que funcionara bien, cree que hay material de sobra para alargar la historia porque, al fin y al cabo, “Sevilla, que es una de las protagonistas de la serie, tiene muchas más facetas que se pueden desarrollar”.
Dependerá por lo tanto del éxito que se coseche durante las próximas semanas, aunque parece que La Peste tiene bastantes papeletas para que se cumplan los mejores augurios porque, como dice David Ulloa, “es más fácil levantar una serie si detrás está un director de prestigio”.