Hovik Keuchkerian visitó El Hormiguero por primera vez ya que, como le dijo a Pablo Motos sin cortarse: “Me caías mal, porque me podías haber llamado hace mucho tiempo y no me has llamado nunca”. No se quedó ahí la cosa, y es que el actor que da vida a Bogotá en La casa de papel se sinceró con el presentador: “Veía trozos de tus entrevistas y pensaba que hacías las entrevistas para hablar tú, como que hacías el programa solo. Pero nos hemos conocido y me has caído bien. Estaba equivocado”.
Una confesión que pocas veces le había hecho un invitado al conductor, pero si hubo un momento de impacto en la entrevista, ese fue cuando el intérprete narró la razón de hacer un parón en su carrera. Todo empezó cuando Motos le preguntó por esa decisión y le pidió que si en televisión siempre se habla de la parte buena de esta profesión, ahora podían hablar de la otra parte. Hovik se puso serio e hipnotizó a la cámara al explicar su dura experiencia.
“Cuando dejé el boxeo, a los 32 años, me fui al otro lado. Cuando dejé de perseguir ese sueño, a la mañana siguiente tienes una hoquedad absoluta. El día es muy largo y no sabes qué hacer. Alguien me dijo que en México se mojaban las penas en tequila y me metí en un bucle”, empezó protagonizando unos minutos que dejaron sin palabras al presentador y al público del programa.
“Empecé a hacer monólogos, me llamaron para Hispania, me enamoré de esta profesión y volví a recuperar el foco. Pero ha sido una montaña rusa en muchos años, en los que el alcohol fue la puerta a solo pensar en ti, aislarte, apartarte de la gente y me salvó estar en la rueda a nivel profesional. A mí beber solo me flipaba, meterme en mi rollo y te acabas alienando”, confesó.
“He dicho que no a todos los proyectos porque mi proyecto era yo”
Hasta que llegó el pasado 6 de mayo: “Mi madre me llamó por teléfono y me llevó al rincón del ring. Me dijo que estaba gordo, tóxico, feo, encorvado, eres un trozo de mierda, en definitiva. Cuando tu madre te dice eso pasó algo dentro de mí. Estaba tirado en mi cama y me revolvió”. Por lo que acabó concluyendo: “He estado mucho tiempo machacándome sin ser bueno para mí, ni para la gente que se ha cruzado conmigo. He conseguido pegar el giro, y antes de acabar La casa de papel tenía claro que iba a parar”.
Por eso, explicó que se había marcado un año curativo: “He dicho que no a todos los proyectos porque mi proyecto era yo. Estaba empezando a ir a trabajar por ir. No quiero eso. Tengo la fortuna de que esta profesión se cruzara por el camino y quiero hacerla preparando mis personajes, como un combate, salir a morir y matar. Y eso no lo puedo hacer si mi espíritu y mi cuerpo no están limpios. En eso estoy, me estoy limpiando, estoy durmiendo muy bien, me estoy reencontrando. Dentro de un año estaré perfectamente preparado para la guerra”, zanjó tras haber captado la atención de una televisión que pocas veces dedica más de 10 minutos a la reflexión de un invitado.
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