Miniserie de ficción basada en la obra de Blasco Ibáñez. Financiada íntegramente por la Generalitat Valenciana y producida por Intercartel, consta de dos capítulos de una hora de duración.
Doña Manuela y sus hijas
Arroz y tartana es la primera novela de ambiente valenciano de Vicente Blasco Ibáñez, y quizá la más autobiográfica. La acción de la novela se desarrolla en la Valencia de finales del siglo XIX y principios del XX. Unos años antes se acabaron los antiguos regímenes, las antiguas colonias, hubo revoluciones y grandes movimientos sociales. Años de modernización radical en una sociedad en la que empieza a aparecer una incipiente burguesía española que afloraba junto a los grandes inventos que revolucionaban la vida doméstica e industrial. Las aventuras y desventuras de las gentes que pueblan la ciudad en la vida valenciana de la época conforman la trama de esta obra.
En la Valencia de 1900, doña Manuela de Fora (Carmen Maura), viuda de Pajares, mujer elegante de madura belleza, vive con la obsesión de casar bien a sus dos hijas, Concha (Blanca Jara) y Amparo (Gretel Stuyck), habidas en segundo matrimonio. De su primer marido, honrado comerciante con el que se casó por despecho, tuvo a Juanito (Eloy Azorín), al que menosprecia por su deseo de ser también comerciante. Trabaja éste en la tienda de tejidos “Las tres rosas” que fuera propiedad de doña Manuela, pero que hoy pertenece a Antonio Cuadros (Juli Mira), su antiguo dependiente. Y por si fuera poco, para colmo de vulgaridad, el primogénito anda en amores con una humilde costurera, cliente de la tienda.
Quién de verdad quiere y aprecia al laborioso Juanito es su tío Juan (José Sancho), hombre de costumbres austeras que reprocha a su hermana Manuela, siempre que puede, su manía de gastar dinero en guardar las apariencias de una alta posición social. Y es que doña Manuela, aparte de su personal gusto por la buena vida, en su afán de lograr buen partido para “sus niñas” ha ido hipotecando todas sus fincas. Doña Manuela sabe que, en la sociedad burguesa en que viven, la única salida digna que tienen las muchachas es el matrimonio. Y para ello, para conseguir un buen novio, hay que cuidar el qué dirán “cueste lo que cueste”.
Actualizado: 8 de septiembre de 2006