Hubo un momento en el que las familias se reunían cada noche en torno a sus televisores para ver juntos el capítulo de las serie que más les gustara de las ofrecidas en las parrillas de las cadenas. Al día siguiente ese sería el tema de conversación en el ambiente de trabajo de los padres, y en los pasillos de los colegios de los hijos. Las ficciones más afortunadas contaban con los parones más breves de publicidad y terminaban antes de las 12 de la noche.
Hoy día esto parece una leyenda, o incluso una utopía. La irrupción de Netflix (en España en 2015) fue la principal causante de que todo cambiara. Y fue entonces cuando el concepto binge-watching o maratón de series apareció en nuestras vidas. Una práctica hasta entonces solo apta para aquellos que se compraban temporadas en DVD o que optaban por el P2P o la descargas. Por ello, las llegadas de las plataformas lo cambiaron todo. El “un capítulito más” se convirtió de pronto en una posibilidad real. Un lujo, una aventura y, poco a poco, una adicción.
La estrategia seguida por Netflix, no fue adopatada por HBO (en España desde 2016), que se ha mantenido fiel a la costumbre heredada de sus emisiones por cable, lanzando capítulos semana a semana, conservando la incertidumbre y avivando la expectación entre cada uno de ellos. El ámbito de los servicios de streaming se ha convertido cada vez en un mercado mayor, al que se han sumado Movistar, Amazon o Filmin y, a partir de noviembre, Disney+. La batalla es cada vez más feroz, la competitividad también, y entre ellos tratan de repartirse el trozo más grande posible del pastel.
Desde luego, la propuesta de la factoría de Mickey Mouse llega más que dispuesta a hacerse con todo. No en vano, en apenas una década se ha adueñado de Marvel, Pixar, Star Wars y Fox. Y para estos apetecibles contenidos online han anunciado que optarán por la emisión semanal, al igual que HBO, Amazon y Movistar+ con sus principales proyectos.
Es decir, que aquellos que quieran engancharse a sus ficciones tendrán que mantener la misma incertidumbre a la que sobrevivieron los fans de Juego de Tronos o Chernobyl. Un desasosiego que mantuvo el pulso con el miedo a los spoilers como destrezas que desarrollar para poder disfrutar de las producciones. Algo para lo que tener la posibilidad de ver la temporada entera en un sólo día se ofrece como solución. Mejor o peor, allá la opinión de cada uno. Sea cuál sea la vuestra, versión atracón o reducida, esperamos vuestros votos al final de este artículo.
Inmersos en la era de la ansiedad, que el tiempo de ocio sume dosis de estrés no parece la mejor opción para disfrutar de las series -ni de la vida-. Para que las ficciones puedan cumplir su función de embelesarnos, evadirnos, cuestionarnos, cabrearnos, entristecernos y, por qué no, también enamorarnos, hay que tener tiempo para disfrutarlas, y como se merecen. El visionado semana a semana se presenta sin duda como claro candidato a permitírnoslo, además de ofrecer tiempo de reposo, reflexión y debate alrededor de las entregas de forma individual. La conversación sobre cada capítulo, en el que es probable que cientos de personas hayan invertido meses de trabajo, se prolonga así más allá de unos escasos minutos.
El atracón de series tiene como peligrosa consecuencia una especie de bulimia. Llegar al desenlace después de haber invertido horas que terminan por dejarle a uno exhausto, activa automáticamente la necesidad de “vomitar” nuestras opiniones (apenas sopesadas) en redes sociales. Por supuesto, con el hashtag de turno, que a la vez tornará nuestras palabras en amenaza para todos aquellos que no hayan querido optar por su misma forma de visionado.
Es cierto que este efecto ocurre también con la emisión semanal. ¿Cuántos madrugasteis para ver los episodios de Juego de Tronos a las cuatro de la mañana solamente para aseguraros que seríais testigos en primera persona de quién ocuparía el ansiado trono de hierro? ¿De verdad era necesario y las mejores condiciones para despedirse de la ficción que ha marcado la última década? Al menos para su suerte esto afectaba a los episodios, en el caso de títulos como La casa de papel o Stranger Things, los comentarios sobre sus últimas temporadas apenas duraron tres días o incluso una semana para los más insensatos.
Algo que también dificulta la labor de los medios de comunicación, obligados igualmente a “vomitar” críticas, entrevistas y más anécdotas o información recopiladas sobre los, en ese momento, convertidos en fenómenos sociales. Es cierto que en estos casos la expectación se genera entre tandas de episodios y no sobre cada uno de ellos en concreto, pero en parte es una pena la rapidez con la que una vez todos hemos dado nuestro punto de vista nos olvidamos de lo que realmente ha podido significar para cada uno de nosotros. Y su posible trasfondo.
Permitir a los suscriptores la opción de que se den un atracón con tus productos obliga a necesitar más. Y en este sentido se corre el peligro de que la cantidad prime sobre la calidad. Una estrategia que, sin duda, traiciona en mayor medida a los espectadores que, ávidos de nuevos contenidos al vertiginoso ritmo al que se les ha acostumbrado, acaben viendo morralla que no va a aportarles nada. Y las plataformas, como generadoras de ficción, también tienen la responsabilidad -lo quieran o no- de educar a quienes pagan sus suscripciones. Retarles, sorprenderles e infundir en ellos un espíritu crítico que les haga valorar verdaderamente aquella producción en la que decidan invertir su tiempo, aunque tengan que esperar más para verlo. Como dice el refrán: “Quien bien come y mejor digiere, solo de viejo se muere”.
Es curioso que para algunos lo mejor sea ponerse a merced de lo que dicte la plataforma de emisión. ¿Por qué ver como positivo lo que realmente es una barrera? Somos nosotros, los espectadores, quienes debemos tener el poder para controlar cuándo y cómo es el mejor momento para presionar el botón para ver el siguiente episodio.
Puede que a HBO o a Disney+ les venga genial escapar del binge-watching, ya que así se toman la licencia de bombardearnos cada semana con publicidad. Todas las semanas generan lo que en marketing se conoce como el método AIDA: atención, interés, deseo y acción. Esto es algo que afecta incluso al montaje de los capítulos. Cuando la cadena sabe que la audiencia tendrá que esperar para obtener una nueva dosis abusan de lo que popularmente es llamado como cliffhanger, un recurso de guion que consiste en cortar el capítulo justo en el momento de más acción. Es lo que muchos criticaban de Lost, la reina por antonomasia de esta técnica.
La ansiedad que puede provocar en algunos el no saber si Jon Snow vivirá o no es algo tan gratuito como innecesario. No es vital que Juego de tronos se convierta en la conversación de todos los lunes como si fuera el partido que se emite el domingo. Netflix ha demostrado con Stranger Things o Narcos que la sensación de evento social se puede generar igualmente. Además, de esta forma se consigue reducir la alarma colectiva de uno de los mayores dramas de nuestro tiempo: los spoilers. Que seguirán existiendo, por supuesto, pero no es lo mismo hablar de un capítulo que de una temporada al completo. Al concretar el foco, el riesgo de “ese detalle que no debemos conocer” aumenta.
El espectador también gana con el binge-watching si lo miramos desde el punto de vista de las suscripciones. Puede que un mes nos interese suscribirnos a Netflix para ver un producto concreto y posteriormente cortar el pago. Sin embargo, si queremos seguir The Mandalorian desde el comienzo tendremos que pagar Disney+ de forma obligatoria durante dos meses. Y eso solo si tenemos en cuenta una serie con 8 episodios. En Juego de tronos, por ejemplo, el tiempo aumentaría hasta los tres meses.
Qué mejor que darnos el mando de lo que consumimos. Se le pueden criticar muchas cosas a Netflix, pero no una fórmula que precisamente lo que hace es otorgarnos libertad para hacer lo que queramos con el producto. Nos podemos organizar para ver los episodios en una semana, en dos o en un mes. No necesariamente hay que darse el “atracón”. Nosotros decidimos, y no la factoría de Mickey Mouse.