La sexta entrega de La última cena fue sin duda la más pacífica de todas. Y no sólo porque Jorge Javier Vázquez y Belén Esteban escenificaron su amistad después del enfado de hace una semana, sino porque hubo buena sintonía entre todos los comensales, a los que se sumó Carlota Corredera para conducir el programa en sustitución de Jorge Javier.
Las croquetas deconstruidas llegaron como el primer plato de la noche. No gustaron demasiado (“la masa se la voy a regalar a un familiar para que se haga un empaste”, bromeó Kiko Hernández), pero al final todos rebañaron hasta el fondo de la copa.
De segundo, solomillo Wellington que La Esteban dedicó a su yerno “porque es inglés”. Lo habían preparado con mucho mimo, a tientas porque era la primera vez, y la chef Begoña Rodrigo no quedó en absoluto convencida. Ni ella ni la mayoría de quienes estaban sentados a la mesa.
La sorpresa en una velada tranquila vino de la mano (y nunca mejor dicho) de María Patiño, que sufrió una lesión entre los dedos. Aparentemente un derrame, según explicó el doctor Sánchez Martos, al que llamaron de urgencia tras comprobar que la presentadora de Socialité estaba sangrando y tenía un moratón en la mano. Ella se alteró bastante pero no pasó del susto.
Las croquetas y el solomillo llegaron fríos, congelados, a La casa fuerte, donde fueron valorados (y devorados) por María Jesús Ruiz y Maite Galdeano. La primera quedó bastante satisfecha; y la segunda no ahorró en críticas hasta que supo que Jorge Javier Vázquez (presentador del reality en el que está concursando) también había preparado la cena. “A lo mejor es sólo que está frío”, trató de rectificar.
Finalmente, Kiko Hernández le concedió un 9, Lydia Lozano un 7, Marta López un 8, María Patiño un 10, Antonio Montero un 8 y Anabel Pantoja un 9. La puntuación de los chefs no fue menor: un 8 les otorgó Sergi Arola y un 8 les dio también Begoña Rodrigo.