Las tres puertas de María Casado volvieron a abrirse para acoger como invitados a Boris Izaguirre, Nieves Álvarez, Ona Carbonell, María Peláe y Loles León.
La presentadora habló con primero con la modelo para celebrar sus 30 años en el mundo de la moda. También se sentó junto a la medallista olímpica para reflexionar sobre el deporte y la maternidad. Así como también charló con María Peláe que fue la encargada de llenar el plató de ritmo y con la actriz para recordar sus personajes más queridos en teatro, cine y televisión.
Pero el ingrediente de emoción lo puso Boris al repasar tanto su faceta profesional como la personal. El venezolano recordó momentos tan felices como amargos de su infancia, señaló el papel fundamental de su madre y de Lucía Bosé en su desarrollo personal.
Pero también celebró sus 30 años de éxito en una televisión española a la que llegó en 1992 y para hacer “otra cosa totalmente diferente a Crónicas”, subrayó Casado y él asentió. “Llegué para escribir una teleserie que querían adaptar, una novela costumbrista gallega: La casa de la parra”, reveló.
Cabe recordar que Boris era hijo de un crítico de cine en Venezuela y allí había trabajado como guionista de culebrones como La dama de rosa, Rubí rebelde e Inolvidable, entre otras. Explicó que él llegó en el mes de marzo, y en junio conoció a Rubén, el que se convertiría en su marido hasta la acutalidad. Fue esa coincidencia la que dio sentido a su viaje: “Dejé atrás una vida, una familia y un país para encontrar el amor. Eso es lo que el Quijote no encontró”.
Además, confesó que fue un shock para él cuando le llegó la fama repentina con Crónicas Marcianas, pero para la que ya le había preparado Rubén. “Él me invitó a un restaurante, cuando nos conocimos, y me dijo que se me notaba que quería ser famoso. Que se me veía el hambre, pero que él no necesitaba eso y que nunca le incluyera en la foto. Y creo que le he respetado”. Un recuerdo que le emocionó y tuvo que limpiarse las lágrimas.