Brian Cox, el mismísimo Logan Roy de Succession, ha estado esta semana en España. Concretamente en Madrid, donde ha tenido la oportunidad de visitar algunos de los lugares más emblemáticos de la capital y, de paso, promocionar la temporada final de su serie, recientemente estrenada en HBO Max.
Por ejemplo, a mediados de semana, se hizo viral su imagen recorriendo el Museo del Prado y posando junto a uno de los cuadros más célebres de Goya, Saturno devorando a sus hijos, el cual representa al dios Saturno, padre de Júpiter, comiéndose a uno de sus hijos por temor a que le destrone como él con su propio padre, Urano. “Este es el cuadro con el que describen a Logan Roy. Lo cual es un poco duro... creo”, bromeó Cox sobre las semejanzas entre el cuadro y su personaje, el fundador de WayStar RoyCo.
Horas más tarde, el actor británico volvió a aprovechar el Prado para hacer gala de su humor, esta vez en el encuentro organizado por la Academia de Cine. “La primera vez que fui fue en 1987, cuando nadie en esta sala estaba vivo”, bromeó antes de ahondar en aquella primera visita. “Fui allí, al Prado, y estaban todos esos cuadros geniales, pero era el museo peor iluminado en el que había estado. No podía creer lo mal iluminado que estaba”. Sin embargo, posteriores visitas le hicieron cambiar de opinión. Así hasta afirmar lo siguiente sobre la última, la de esta semana: “Ha sido maravilloso caminar por el museo y sentir la elegancia y la calidez del lugar”.
'Succession' es “una especie de montaña rusa increíble”
El encuentro con Brian Cox en la Academia de Cine, al que asistió verTele, contó con la presencia de rostros ilustres de la marca HBO Max en España, como el responsable de producción original de la compañía en nuestro país, Miguel Salvat, o el director Álex de la Iglesia, que próximamente estrenará la segunda temporada de 30 Monedas.
Ni ellos ni el resto de los asistentes quisieron perderse la cita y dejar pasar la oportunidad de escuchar las reflexiones del escocés, cuya simpatía y vestimenta -un traje azul claro, acorde a la soleada tarde que hacía en Madrid- le daban un aspecto diferente al de su personaje, conocido por sus malas pulgas y su gusto por los colores oscuros. Esto último, por cierto, por decisión del propio Cox, como desveló durante la charla.
Es lo que tiene haber estado en el negocio “durante 173 años”, como el propio intérprete, de 76, bromeó: que sabes desde el principio qué detalles pueden ayudar a la construcción de un personaje. En este caso, de Logan Roy, un hombre a su juicio “extremadamente incomprendido”, “extremadamente complicado” y “muy muy solitario”. “Lo ha vendido todo por una idea. El negocio es lo suyo y los negocios son lo más importante para él. Y también es un hombre incapaz de tener relaciones sexuales de cualquier tipo con ninguna persona del sexo opuesto”.
“Logan ama a sus hijos, y ese es su puto problema”
Para Cox, el patriarca de los Roy “proyecta lo que los demás piensan que es, pero no es así”, lo que lo envuelve de un halo de “misterio” que es lo que a él, como intérprete, le cautivó desde el primer momento. Eso y que “no tenga que estar activo todo el tiempo”, sino también tener sus propios momentos “de ligera paz”. Que no son pocos, a decir verdad, pues para él Succession es como “una especie de montaña rusa increíble” que juega constantemente a la sorpresa: “Cuando esperas que ocurra algo, lo que ocurre es lo contrario”.
Y esto no es casualidad, sino algo completamente buscado. Tanto, que las grabaciones de cada capítulo de Succession no estaban marcadas por un único guion, sino por multitud de “líneas alternativas” con las que los actores tenían que trabajar. Algo que, en los inicios de la serie, dio más de un quebradero de cabeza a algunos de ellos. “Kieran Culkin es absolutamente maravilloso y ver su crecimiento ha sido tremendo. Ha sido una de las grandes cosas [de la serie]. Pero cuando él comenzó le daban dos líneas alternativas y entraba en pánico. Al final de la cuarta temporada estaba haciendo cinco páginas de líneas alternativas. Era increíble”, destacó Cox sobre su compañero, que en la ficción da vida al menor de sus hijos, Roman Roy.
Y hablando de hijos, la gran pregunta: ¿cuál es el favorito de Logan? “Él los ama y ese es su puto problema. Él ama a sus hijos, incluso a Connor [Alan Ruck]”. Según Cox, su personaje aún los quiere porque, cuando piensa en ellos, “recuerda cuando eran pequeños”. Logan, sin embargo, casi nunca manifiesta públicamente ese cariño. Y Cox, menos aún: “[Succession] No trata de héroes y villanos, sino de gente y de la estupidez humana. De gente realmente estúpida. De gente jodidamente y profundamente estúpida. Los Roy realmente lo son”.
“Los ricos viven en una especie de ilusión real”
Por supuesto, en este grupo incluye a su propio personaje, que representa en la ficción a los hombres millonarios, sobre los que Cox no tiene una gran opinión. “Están tan fuera de contacto que su sentido de la realidad es tan fino como el papel y viven en una especie de ilusión real que está respaldada por el hecho de que tienen el capital para apoyar esta ilusión”, expuso antes de aclarar, eso sí, que también hay multimillonarios con los pies en la tierra. Otros, no tanto. “Cuando el estúpido Richard Branson sube al cielo y dice '¡'Necesitamos más naves espaciales!'... Joder. Francamente, no necesitamos más naves espaciales, necesitamos resolver lo que está mal entre nosotros a un nivel más profundo que las putas naves espaciales”.
Más elogioso se mostró al hablar del creador de Succession, Jesse Armstrong, con el que dijo estar “en completa sintonía” después de todos estos años de trabajo. De hecho, Logan Roy es su personaje de mayor recorrido. Y también, el rostro de una serie mil veces comparada con la obra de Shakespeare. Algo que él asume con naturalidad. “Es parte de la historia de la escritura. Las ideas se transmiten, se recogen, luego se vuelven a traducir a su propio tiempo y continúan como si fueran mariposas volando hacia adelante”.
Creo es lo mejor de ese tipo de escritura“, añadió a continuación. ”Y la televisión, por supuesto, está muy muy muy dispuesta a esto. El cine solía estar dispuesto a esto, pero ya no lo está porque está olvidando la relación entre la imagen y la palabra. Todo es imagen y muy poco es palabra, y creo que esto es lo que necesitamos restablecer“.