Telemadrid ha dado la bienvenida al mes de julio con el estreno de un programa de entretenimiento en cierta medida inusual para su access prime time: Aquí hay madroño. Con motivo de su estreno hace una semana entrevistamos a sus dicharacheros presentadores: Carmen Alcayde y David Valldeperas.
A pesar de su parecido en el nombre con Aquí hay tomate ambos presentadores, que muchos espectadores podrán relacionar con Telecinco, inauguran una nueva etapa en el canal autonómico con una apuesta que aseguran que “no tiene nada que ver” con el recordado programa de noticias del corazón.
La primera emisión de este programa en Telemadrid reunió a 54.000 espectadores y un 2.6% de share, un dato que si bien no pudo alcanzar la media diaria de la cadena (3.5%), sí supero a la audiencia que aunaba el espacio al que tomó el relevo: Madrid es cifra (1.8%).
¿Qué es exactamente Aquí hay madroño
David Valldeperas: Un programa que nace con la intención de pasarlo bien después de escuchar las noticias, de olvidarse de todo, de reírse, de ver cosas que pasan en Madrid... En definitiva, se trata de un programa que nos va a enseñar a “madroñear”.
Y ¿qué es “madroñear”? es la filosofía que tenemos la gente que vivimos en esta ciudad y en la comunidad. “Madroñear” es salir un domingo a comprar el periódico a las siete de la mañana, y resulta que llegas a tu casa a las tres de la mañana porque te has encontrado con gente; te cruzas con un concierto y te quedas a verlo; conoces a alguien y le ayudas a hacer la mudanza por aquí todo el mundo es de fuera... Sería como poner una tele a una mesa donde estás tomando unas cañas con tus amigos. Lo que queremos es divertirnos y que la gente se divierta viéndonos.
Carmen Alcayde: Lo definiría como un programa “fresquito”, muy divertido, que va a hablar de lo que pasa en Madrid, de sus famosos y de las cosas que impacten en la ciudad. Todo siempre desde la perspectiva del “buenrollismo” y el humor.
Algunos lo han bautizado ya como el nuevo Aquí hay tomate
D.V.: No, no tiene nada que ver. Obviamente hay un guiño a un programa histórico, pero “el tomate” y “el madroño” no tienen nada que ver. Son frutas completamente diferentes y, aparte, han pasado 10 años desde Aquí hay tomate; estamos en otro ciclo en la tele.
Lo que queremos es, ahora que estamos en verano, disfrutar, mostrar lo que pasa en esta comunidad -que pasan un montón de cosas-. Lo que ha cogido es el nombre, intentando recuperar un nombre mítico pero absolutamente adaptado al 2018.
C.A.: Para nada. Han pasado diez años, con todo lo que conlleva este tiempo. Es verdad que el nombre evoca y se utiliza porque llama la atención. Porque fue un programa mítico en la tele y encima estoy yo que también estaba allí [ríe]. Pero ambos programas se van a parecer tanto como un tomate a un madroño: nada. El tomate es más ácido y a veces por la noche te indigesta, y el madroño es dulce, entra muy bien y es otra cosa.
Sí que es verdad que hay tema del corazón, tema de famosos, pero salvando todas las distancias. No se van a parecer mucho. Los famosos van a buscar el madroño en los photocalls, mientras que del tomate se escondían; la gente va a querer salir en el programa y los famosos se van a reír mucho con las piezas.
¿Cuál es la diferencia de hacer un programa de corazón para una televisión pública y cuando la haces para una privada?
D.V.: En la pública siempre tienes que tener más en cuenta qué vas a decir o cómo lo vas a decir porque representa o se financia con los impuestos de toda la sociedad. Tienes que atender sobre todo las peticiones de todo el mundo porque, Telemadrid, por ejemplo, la pagan todos los madrileños. Hay que ser consecuente porque hay muchos tipos de público y nosotros intentamos que nos vea todo el mundo.
Una televisión privada es, al final, una empresa privada y cada empresa tiene su línea editorial pero puedes a veces hacer cosas que en un ente público, donde tienes que ser más “formalito”. No te comportas igual en un sitio que en otro porque son conceptos diferentes, y está bien que existan esas realidades.
C.A.: Aún no lo sé, pero sí que es verdad que en Telemadrid la consigna que se nos ha dado es libertad, que nos lo pasemos bien, que no hay ningún tipo de censura y que hay que divertirse. He visto muchas similitudes, pero luego ya la manera en la que ese programa se dirige no entro; no tengo ni idea. No le veo a priori ninguna diferencia, a lo mejor dentro de un mes o dos sí la vea. Aún es muy pronto.
He visto que en Telemadrid hay muchas ganas de poner un tono de color a la tele, los compañeros hemos estado ahí y todo el mundo está encantado... la cadena necesita además de los informativos potentes que tiene, darle a la gente entretenimiento puro.
¿Qué le diríais a los que opinan que una televisión pública no debe ofrecer contenidos de corazón?
D.V.: Que la televisión pública también tiene que entretener. No olvidemos que la tele también es para eso: para informarte, para formarte y para entretenerte. Creo que una televisión pública tiene que tener de todo. ¿Quién paga esta televisión pública? Una sociedad muy heterogénea, así que una programación de una cadena pública tiene que reflejar a toda la sociedad que paga esa televisión. Por lo tanto, que sea corazón o que sean vídeos divertidos... ¿a quién no le gusta pasar un buen rato? Lo único que pretendemos es entretener y que la gente disfrute 50 minutos delante de la tele. Nada más.
C.A.: Creo que cuando lo vean y lo pasen bien cambiarán de opinión. En todas partes hay críticas de todo; cada uno piensa lo quiere y en eso no me meto. Creo que en una televisión pública tiene que haber de todo, que a la gente le guste y le cuenten lo que pasa en Madrid, en este caso.
Telemadrid tuvo mucho éxito en su día con un formato de estas características, que fue el mítico Mamma Mía
D.V.: Ojalá tengamos la mitad de éxito que tuvo Mamma Mía en su día. Con eso me conformo.
C.A.: Ojalá, fue muy bien. Lo que pasa es que en estos momentos en Telemadrid no hay un access, entonces tampoco sabemos a qué dato aspiramos. Siempre digo que qué bien que no soy jefe en el sentido de que no tengo que estar preocupándome de las audiencias -que luego todos nos preocupamos porque de ellas depende que sigamos o no-, pero no sé lo que esperan ellos.
El caso es que, como no hay un access, no podemos compararnos mucho. Y hablar en términos de Mamma Mía también es remontarnos mucho porque no es el Telemadrid de entonces.
Mucha gente se pregunta por qué hay personajes que son del mundo del corazón y otros no. ¿Este baremo cómo se aplica? Es decir, ¿cuándo se puede hablar de la vida de un famoso y cuándo no?
D.V.: Al final se habla de una persona popular. Se habla de todo. Si hay personas de las que se habla menos que de otras, a lo mejor es porque igual tienen vidas más aburridas. ¿De quién se habla? de gente a la que le pasan cosas en su vida. Entonces a la conclusión que llego es que como les pasan más cosas, pues puedes contar más cosas. Es igual una actriz que todo el día está en un set de rodaje, tiene tres hijos y cuando acaba en el set se va a su casa y tiene una vida familiar tranquila sin más altibajos... terminas contando relativamente cuál es su vida: que es actriz, que se dedica a estar con su familia, disfrutar con ellos y a irse de viaje. Pero ya está.
En cambio, hay otros personajes populares que tienen vidas más movidas en las que les pasan cosas; que cambian mucho de trabajo; que se enamoran, que se desenamoran... Eso lo marca la vida de cada uno y no el personaje del que se trate.
C.A.: Creo que hay famosos que están más en boga porque tienen unas vidas... Yo, por ejemplo, puedes considerar que soy famosa pero se habla poco de mí porque realmente estoy con mis hijos, en Valencia... cuando trabajo, trabajo, pero tampoco doy muchos titulares ni muchas cosas. Además, todo lo mío no sale en Instagram con lo que no hay nada nuevo en el horizonte.
Y luego hay famosos que están todo el día en los estrenos, que se separan, que se juntan... al final es cómo es tu vida. Entonces hay muchísimos famosos, pero hay quien tiene vidas -lo hayan elegido o no- que son muy llamativas. Cuando estás en este mundillo hay gente que busca más la fama y está todo el día en photocalls; hay gente que no la busca pero tiene vidas interesantes que te llaman la atención... Ya no son los programas los que ponen a los famosos ahí, es la gente la que decide qué vida le interesa.
Por otra parte, creo que si la gente al final no quiere salir, no sale. Y si sale, sale de soslayo. Aunque hay veces que te explotan cosas en la cara que no puedes evitar, pero el que no quiere salir no suele salir mucho; igual un día, dos, una semana, porque hay algo polémico en su vida. Pero luego se olvida y se pasa a otro tema. Al final, los programas del corazón se nutren de los que viven un poco del corazón, es decir, diariamente.
(A David V.) Desde que te conocimos en la pequeña pantalla has trabajado como director en programas de la Fábrica de la Tele y, en los últimos tiempos, como presentador. ¿En qué faceta te ves más cómodo?
D.V.: Sinceramente, en las dos. Hace muchos años que dirijo, lo que pasa que un día en Sálvame me encontré una cámara delante de mi cara y no lo pensé porque me imaginaba que sería que se venían a quejar o a pedirme o recriminarme algo... y al final he convivido con una cámara ahí delante. La verdad es que tampoco he notado mucha diferencia. Me siento cómodo en las dos, tanto en el puesto de dirección como delante de la cámara; me comporto absolutamente igual.
La verdad es que no soy muy consciente de que tengo un objetivo delante porque estoy acostumbrado a ello. Sálvame es, por otra parte, muy diferente a dirigir otros programas: lo normal es que los directores estén en control y no participen directamente en la imagen, pero nosotros estamos metidos ahí en medio.
Al final lo que quiero es pasármelo bien en los dos lados, que es lo que intento siempre. Porque si yo me lo paso bien, quiere decir que estamos haciendo las cosas bien; si me aburro, la gente que nos está viendo también.
(A Carmen A.) Tu último trabajo como presentadora fue hace cinco años con Las bodas de Sálvame
C.A.: Siento que me apetece. En nuestra profesión nos gusta mucho cambiar y tocar todos los palos. Es verdad que he colaborado mucho y ya me habéis visto, que soy súper guerrera, he estado en muchos programas, me encanta y lo doy todo.
Pero también de presentadora tengo otra Carmen que me apetece que a lo mejor gente que no me ha seguido tanto o no me ha visto se reencuentre conmigo o me conozcan en esta faceta. Porque a mí, desde muy jovencita, me gusta mucho una cámara y hablarle. ¿Que pasado mañana acaba Aquí hay madroño y vuelvo a colaborar? feliz también.
Para terminar, vais en un horario complicado como es el access prime time.
D.V.: A mí ese horario [el access prime time] me encanta. Llegas a casa y quieres consumir algo que te aísle por lo menos un rato de toda la “tralla” del día. Creo que es un momento muy bueno para ver la tele porque te permite desconectar un rato y, luego, hacer lo que quieras.
Es una franja complicada, pero a mí me gustan los retos. La competencia está bien que exista porque así no te relajas y te ves obligado a darle al coco, pensar cosas e intentar quedarte con esa porción [de audiencia]. Si al final estando solo te aburres porque si todo el mundo te va a mirar a ti no te motiva. Tener competencia es muy sano.
C.A.: Creo que no tenemos que mirar al de enfrente. Es una franja que incluso para las más grandes es complicada. Entonces tenemos que mirar que a la gente de la comunidad de Madrid les gustemos y les apetezca conectar.