Carme Chaparro: “Tengo suerte de que en Mediaset no importe que engorde o me salgan arrugas”
“La gente lleva un año sin verme, pero no he parado de trabajar”. Fue el 22 de noviembre de 2019 cuando Carme Chaparro se despidió de Cuatro al día. “Gracias por haber hecho mi vida un poquito más feliz”, dijo en su adiós al programa que había liderado desde su estreno, en febrero del mismo año. Hasta ahora, pandemia mediante, la periodista no había vuelto a aparecer en pantalla. El motivo: Mujeres al poder.
Mediaset la eligió para tomara el testigo de Ana Rosa Quintana en la segunda temporada del factual, que llega este jueves al prime time de Cuatro. Un formato que contará la historia de 26 protagonistas que incluye perfiles de todos los ámbitos, desde grandes empresas como Airbus a una camionera. Chaparro, que define al espacio como “muy inspirador”, defiende que pese a que normalmente “buscamos la emoción en la ficción”, ésta se encuentra en “la vida real”.
Con el programa la veremos fuera de los platós 24 años después, en los que ha presentado informativos en Telecinco y Cuatro. Mujeres al poder la devuelve así a sus primeros pasos, en los que trabajó como redactora de TV3.
Vuelve 'Mujeres al poder', un programa de prime time dedicado a las mujeres y presentado por una mujer, ¿por qué es todavía algo 'extraño' dentro de la parrilla?
Es un formato que hace falta, y que Paolo Vasile no solo lo pide, sino se empeña en que salga. En Mediaset se cuentan historias, que son lo que llega a la gente, junto a las emociones. Este es un formato de historias, de emociones que solemos buscar en la ficción, vamos a ver contenidos ficcionados o guionizados para emocionarnos, reír y llorar. Pero haciendo este programa, nos hemos dado cuenta de que la emoción está en muchísimas historias de la vida real.
Podrían haber entrado hombres y mujeres, porque historias de personas que han luchado para superarse, cambiar sus vidas, ser otra cosa, triunfar dentro de su ámbito de actuación; las hay en ambos casos. Hemos escogido mujeres por rendir homenaje a la parte menos visible de la sociedad y a la que más le cuesta llegar. Poner el foco en mujeres que quizás no son tan conocidas como los hombres, pero que están haciendo cosas extraordinarias.
¿Qué supone para ti presentar este programa?
Es un regalazo. Hacer una televisión en la que salgo a la calle después de tantos años en un plató. No podemos parar de recordar las historias de estas mujeres, cómo nos han impactado en la vida, todo lo que hemos aprendido de cada una de ellas. Ha sido un regalo profesionalmente, pero también un regalo a nivel personal y emocional.
Es un programa muy inspirador. El resultado en el montaje final es mucho mejor de lo que pensaba. Cuatro días de rodaje comprimidos en media es todavía más emocionante y conseguimos transmitir lo mucho que nos pasó con ellas.
“Solemos buscar la emoción en la ficción, pero está en las historias de la vida real”
¿Qué tipo de mujeres van a aparecer en esta segunda etapa del formato?
Quisimos abrir el abanico a toda la sociedad. Tenemos a mujeres muy muy poderosas. Teresa Busto es la vicepresidenta mundial de Airbus. Para entrar, después de estudiar Ingeniería hace 30-40 años llamó desde una cabina de teléfono 300 veces hasta que consiguió tener una entrevista. En ese momento era rarísimo que una ingeniera quisiera entrar en Airbus. De hecho, cuando entró no había ni si quiera lavabos de mujeres. Ella se ha puesto en la habitación de su casa un espejo de cuerpo entero y cuando sale de la ducha desnuda se pone delante y se dice 'yo puedo, yo valgo, yo soy una triunfadora', para darse ánimos todos los días.
Tenemos también a la camionera, una mujer maravillosa que se divorció con una niña pequeña y no tenía dinero. Tenía tan poco dinero que las vecinas le ponían yogures a su hija en la mochila del colegio para que los tomara. Hizo lo que más pavor le daba. Entrar en una autoescuela y decirle a la dueña “por favor, no tengo dinero, si usted ahora me permite que me saque el carnet de camión sin que le pague, le juro que cuando consiga y tenga trabajo le pagaré lo que haya costado”. La dueña aceptó y sin saber inglés, cogió su camión y se fue a Alemania. Ves la historia de esta señora de superación, que cuenta las veces que ha llorado, cómo vivió la primera Nochevieja que pasó fuera en su camión, lo que implica ser mujer en un camión en un mundo de hombres.
Hemos entrado en una UCI de coronavirus. Tenemos a una campeona olímpica que no se adaptaba al Centro de Alto Rendimiento y se volvió al caserío de sus padres con un entrenador y ganó el bronce en Londres. Ahora hace quesos. Hay una campesina de 80 años a la que sus padres no dejaron estudiar porque decían que si aprendía a leer iba a escribir cartas de amor a sus novios. Era tan pobre que se casó con una diadema de comunión de una niña de su calle. A los 70 años aprendió a leer y ha escrito ya tres libros de poesía. Son historias de mujeres muy diferentes, tremendamente emotivas y de superación.
Llevamos sin verte en antena desde tu despedida de 'Cuatro al día' en 2019, ¿cómo has vivido este período? ¿Qué has estado haciendo?
Mujeres al poder. Me marché de Cuatro al día en noviembre antes de la pandemia y en enero ya estábamos grabando Mujeres al poder. Nunca dejé de trabajar. Sí paramos durante el confinamiento, en mayo volvimos a trabajar en remoto. Había muchos viajes de mujeres que viven fuera de España que no se iban a poder hacer. Tuvimos que rehacer parte del planning y grabamos desde junio hasta octubre. En noviembre y diciembre hemos montado, locutado... En realidad, la gente lleva un año sin verme, pero no he parado de trabajar. Hacer un programa así requiere su tiempo.
¿El periodismo debe dar voz a todos, o debe definir a quién se da voz? Tu programa es un ejemplo de visibilización y reivindicación feminista, pero el mismo baremo se usa para acoger discursos de extrema derecha. ¿Es necesario una reflexión?
Esta es un poco la reflexión del programa y tengo que agradecerle a Paolo Vasile habérmerlo encomendado y apostar él personalmente por hacerlo. Porque realmente es una idea suya y suyo es el empeño de seguir con esta segunda temporada en un contexto tan complicado. Cuando la empezamos no, pero después del confinamiento se podía haber decidido perfectamente que no se podía grabar.
Este no es un programa para mujeres, es un programa de emociones para hombres y mujeres, niños y niñas. Esperamos tener nuestro hueco para visibilizar la lucha por la igualdad, el talento y... las ganas.
Mi hija pequeña de siete años quiere construir cohetes para ir a Saturno y fui a comprarle hace unos días un pijama con astronautas de sorpresa. Entré en la zona de chicas, que era ya no todo rosa porque lo vamos diluyendo, pero sí todo mensajes de “duerme bien”, “descansa”, “tú puedes”. Me tuve que ir a la zona de niños y allí encontré dos pijamas de astronautas diferentes. Y todo eran superhéroes, acción. A los niños se les daba el mensaje de hacer cosas y en la zona de las niñas todo está edulcorado, a lo Mr. Wonderful.
Compré pijama para mis dos hijas y les dije lo que había pasado. Me dijeron “muy mal, mamá. Nosotras también queremos ser astronautas”. El trabajo es de todos los ámbitos, los medios de comunicación, la tienda que te vende la ropa o te la diseña, las familias y las escuelas. Un trabajo que tiene que ser 360º de toda la sociedad.
Fuiste premiada por el Observatorio contra la Violencia de Doméstica y de Género hace un par de años, ¿cuál es la mejor forma de abordar la información relacionada con la violencia machista?
Todavía recuerdo cuando a los asesinatos de mujeres se les llamaba 'crimen pasional'. Como que “ay, no me he podido contener y mi pasión me ha llevado a matarla”. Tras el asesinato de una mujer [Ana Orantes] a la que su marido roció con gasolina porque dos días antes ella había salido en televisión para denunciarle, empezó a cambiar la manera en la que la prensa cuenta estos crímenes.
Pero todavía hacemos cosas que se pueden mejorar como esos vecinos que dicen “¡uy! pues parecía un hombre súper normal”. Pues no, este tipo de crímenes los cometen hombres que son galantes de puertas afuera, y la violencia, porque en realidad son unos cobardes, la ejercen dentro de su casa. Si decimos “parecía un hombre normal”, le estamos quitando importancia a un asesinato.
Todavía queda mucho por hacer ahí y gracias a los medios, las instituciones y la sociedad; cada vez hay más personas concienciadas. Pero todavía hay quien equipara este tipo de asesinatos de mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres, porque sus parejas crean que les pertenecen; con otro tipo de crímenes y no tiene nada que ver. Los hombres son maravillosos, pero hay una parte que cree que las mujeres son de su propiedad y que si hacen algo que no les gusta, tienen derecho a matarlas.
“Todavía recuerdo cuando a los asesinatos de mujeres se les llamaba ‘crimen pasional’”
Las periodistas que hacéis televisión estáis sometidas a presión por vuestra imagen, un poco la máxima expresión de su dictadura. ¿Cómo piensas que puede combatirse esto? ¿Es algo que te afecte?
Es cierto que la dictadura de la imagen la tenemos todas las mujeres, y también cada vez más los hombres. Sí que es cierto que las mujeres sentimos esa presión porque la hemos sentido toda la vida, pero yo tengo una suerte inmensa. Ves Mediaset y las mujeres que estamos en parrilla somos absolutamente diversas. De todas las edades, desde María Teresa que acaba de estrenar su programa de entrevistas, a más jóvenes, con cierto peso, con menos, con cierta estructura facial.
Tengo suerte de que en Mediaset no importe que engorde o no engorde, me salgan arrugas o no. Llevo desde los 23 años aquí y tengo 48. Normalmente a partir de los 40 muchas mujeres para hacer pantalla ya parece que no existen. Y yo sigo aquí. Aunque la gente en redes sociales tienes esa dictadura, tienes la absoluta calma de que en tu puesto de trabajo, quien decide no te va a juzgar por tu apariencia. Y eso es una tranquilidad inmensa.
¿Cómo has vivido este 8M marcado por la pandemia, las restricciones en manifestaciones y su presencia más virtual?
Fue una experiencia preciosa porque estuve en Sálvame. Fue muy emocionante. Ya que no nos podíamos manifestar, nos manifestamos en el programa para llegar a muchísimas casas. Recuerdo que hace tres años me llevé a mi madre, que no había ido a una manifestación en su vida. Gritamos “Manolo, Manolo te haces la cena solo”. Fue maravilloso pero este año lo hemos hecho de otra manera. Y el año que viene esperamos poder volver a salir a las calles.
Esperemos...
Sí. Hay que aguantar hasta la vacunación. Se lo digo a mis padres “por favor, aguantad vivos hasta que os vacunen” porque están cada uno en su casa, aguantando sin ver a nadie un año. Es muy duro para ellos porque se hacen mayores y deben pensar en lo que les queda de vida y están perdiendo.
En todos los años que has estado trabajando en televisión, ¿qué avances notas en materia de igualdad y objetivos quedan por alcanzar?
Cuando entré, nada más acabar la carrera, tenía 23 años. Todavía era complicado ver a mujeres fuera del estereotipo. Telecinco venía de las Mama Chicho. Mediaset ha sabido hacer un cambio maravilloso por la igualdad de las mujeres. Cuando entré las mujeres tenían fecha de caducidad en televisión y quién me iba a decir que a los 48 seguiría en esta casa. Y poder hacer este tipo de programas en los que tanta voz se da, y en el prime time de Cuatro. Era todo muy fácil cuando era a las 00:30 de la noche. Por eso que vaya al prime time de Cuatro es para mí casi lo máximo.
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