El Hormiguero recibió este martes a Carmen Maura, protagonista de la nueva serie de Netflix Alguien tiene que morir, dirigida por Manolo Caro, y estrella de la próxima comedia de Antena 3 Deudas.
La actriz, que se encuentra en un gran momento profesional, confesó a Pablo Motos que no se ha formado en la interpretación y le desveló cómo se enfrenta al primer día que tiene que dar vida a sus personajes. “Si está bien escrito, en mi casa me lo meto dentro. Me estudio la letra y luego voy notando como el personaje se va metiendo dentro. Por eso cuando empiezo a rodar ya va sola”, explicó.
En ese sentido, Maura apuntó que “el primer día de rodaje, el personaje me suele sorprender. Es cómo si echara a andar. Lo que es muy importante es estudiarlo todo bien en casa”, y confesó que es “bastante sencilla como actriz porque nunca he hecho cursos”.
“¿Nunca has estudiado para actriz?”, preguntó sorprendido Motos. La intérprete desveló que no, aunque dijo que “le habría gustado”. A continuación, devolvió la pregunta al presentador, que afirmó no haber estudiado tampoco interpretación. La invitada, no obstante, le dijo al conductor que su cara refleja muy bien lo que piensa cuando está realizando alguna entrevista en El Hormiguero. “Se te ve todo en la cara. Si te pinchan un primer plano se te lee en la cara lo que estás pensando”.
Sus trucos para luchar con los egos de actores y directores
Más allá de la formación, Carmen Maura acumula una dilatada experiencia como actriz en la que se ha encontrado con todo tipo de compañeros, tanto en el elenco como en la dirección.
Preguntada por cómo lleva los egos en su profesión, la intérprete aseguró que “procuro llevarme bien con todos mis compañeros, y si tengo que disimular, disimulo”. “Me busco trucos. Busco la manera de mantener conversaciones con esa persona para encontrar algo en común”, añadió.
Además, Maura contó una experiencia reciente con una joven actriz que no quería actuar: “Estaba hasta los coj... y no quería trabajar. Entonces la cogí y le dije que estábamos las dos trabajando. Que o lo hacíamos o tenía que volver a subir la tirolina, y me hacía pis. Le pedí por favor porque no podía aguantar más, y lo hizo. Siempre suelo ponerme al nivel de la otra persona”.
La cosa cambia cuando el ego está en un nivel más arriba, en la dirección. “Lo más peligroso es un director egocéntrico, porque tienes que obedecer. Tengo una frase que utilizo mucho (...) Si se pone muy intenso le digo que si hablamos mucho me aburro, y si me aburro pierdo la creatividad. Eso les llega al alma. Se quedan un poco pasmados, y se callan. Lo he hecho toda la vida”.