Julia Otero se convirtió en la protagonista de la nueva entrega de Lo de Évole de este 24 de abril. Y lo será también el próximo domingo con la segunda tanda de una entrevista en la que el presentador confesó que no sabía cómo acortar, por no privar a los espectadores de las palabras de la periodista.
“Es EL referente del periodismo español”, dijo para presentarla. No solo eso, también le pidió que le corrigiera en su primera vez presentando en un programa de plató: “Para mí esto es un examen”, aseguró Évole a la experimentada periodista en ese campo. Y ella no lo dudó: “No le tengas miedo a la cámara y mírala”, le señaló en varias ocasiones, dando lecciones de complicidad con el público.
Para el homenaje a Otero, el programa recreó el ambiente de La Luna, el espacio de entrevistas que ella condujo en 1989 en TVE, con audiencias de 15 millones de personas y charlas con algunas de las personalidades más importantes a nivel nacional e internacional del momento. “Me da vergüenza verlo ahora, porque hay algunas entrevistas en las que no me indulto a mí misma”, reconoció la invitada.
Su “mayor vergüenza, Mario Conde y Brad Pitt
Como ejemplo puso la de Mario Conde, la que más espectadores reunió frente al televisor: “Era la persona más deseada en ese momento. Me costó 9 meses convencerle. Me puso condiciones diciendo que no venía si no invitaba a algún político de primera porque parecía un programa de show business, entonces conseguí Alfonso Guerra y me dijo que la semana siguiente venía él. Ahora lo veo y reconozco que consiguió la hora de televisión que él quería, quedó como Dios. Pero no sabía que se la estaba regalando a un tipo que después se supo lo que se supo. No me indulto ahora viéndome 30 años después y sabiendo todo lo que sé”, lamentó.
Évole le hizo el mismo test que hacía Otero en el citado programa de los 90 y, entre otras preguntas respondió a su “mayor vergüenza” y con quién pasaría una noche. Sobre la primera, recordó una mala experiencia con Rosa Díez: “Cuando aún era consejera de turismo del gobierno vasco, la estaba entrevistando y ella se emocionó hablando del País Vasco. Cuando de repente dice que 'es un país pequeño' y yo añadí ”pero matón“. Me quería morir, ETA matando todavía. Se produjo un silencio de unos segundos y me hubiera querido fundir y confundirme con la silla”, confesó.
Y sobre la segunda pregunta, explicó que ahora prefiere pasar los días, más que las noches, con gente interesante. Escogió a Brad Pitt para ese deseo: “Me gustaría saber si es tan interesante como parece”.
Sobre las mujeres que votan a Vox y lo que ha supuesto el Procés
“¿Qué le dirías a una mujer que vota a Vox?” preguntó Évole y Otero tuvo clara la respuesta: “Que mire bien el programa. Que se plantee por qué les molesta tanto la Ley y el pacto de Estado contra la violencia de género. Que se pregunte por qué de todas las necesidades de un país solo piden que se derogue la Ley de Violencia de Género y la Ley de Memoria Histórica. Cada uno es libre de votar a quién quiera, la unica condicion es que tenga toda la información. Si pese a ello quieres votar a uno u otro perfecto, pero que nadie se vaya a engaños”. Y recalcó que el partido de Santiago Abascal: “Si pudiera nos meterian en casa a las mujeres”.
También desveló, por primera vez, que Pascual Maragall le ofreció “la dirección de Catalunya Ràdio pero dije que no porque no me veía. Me gusta el trabajo de campo de nuestro oficio”. Y tras recordar al político, opinó que “con él, el maldito Procés nunca hubiera llegado. Lo que nos ha partido en dos, cuánto buen rollo hemos perdido...” lamentó.
El acoso que vivió y cortó de raíz: “Con toda babosidad”
Preguntada por si había sufrido acoso: “Un poquito pero lo resolví rápido”. Momento en el que relató lo ocurrido: “El señor estaba sentado detrás de la mesa de dirección, se levantó, se puso en una silla a mi lado, se acercó y me puso la mano en la rodilla. Miré la mano muy sorprendida, me dijo 'no seas tonta'. Le pegué un manotazo en la mano y le dije que si cruzaba ese camino, a la próxima le daba una hostia”.
Y añadió lo que le respondió: “Así me gustan las gallegas, con dos cojones. Volvió a su sitio y nunca más. Me consta que con otras seguía”. Pero no quiso decir el nombre porque ya está muerto: “No aportaría nada”.
Eso sí, aseguró que existía otro tipo de acoso: “El recochineo, el rintintín cuando estaba sentada en largas mesas con 7 y 8 caballeros y yo. Ese nivel de conversación, ni siquiera sutilidad, con todo de babosidad. Manejarse ahí era difícil, había que aplicar mucha paciencia e inteligencia emocional”.