Crítica

'Escenario 0', el experimento de HBO que exprime la oportunidad de ver teatro lejos del patio de butacas

En el inicio del confinamiento, las calles vacías convirtieron en realidad distopías que hasta entonces solamente habíamos conocido a través de la televisión. Los paseos para ir a comprar se convirtieron en rutas por ciudades transformadas en desiertos de infinitas puertas cerradas. Entre ellas, las de las salas de cine, de conciertos, de teatros. La cultura tuvo que reinventarse para no detenerse, ya fuera la televisión, la música o la comedia en directo. Las redes sociales se llenaron de eventos protagonizados por los miles de artistas que no tenían otros medios con los que expresarse, y a la vez se generó un caldo de cultivo de las oportunidades que podrían -o no- surgir en un futuro incierto que algún día llegaría. Ya fuera por tratar de no detenerse, la necesidad de seguir creando y compartiendo, muchos de ellos aprovecharon para pensar en nuevos proyectos. Entre ellos, Irene Escolar y Bárbara Lennie, que sintieron que había llegado el momento de grabar Hermanas, la obra que ellas mismas habían protagonizado el año pasado en el Teatro Pavón Kamikaze de Madrid. Y por qué no, embarcar en aquella misión otras funciones de la escena española.

La jugada les salió muy bien y su proyecto se convirtió en una serie de televisión que se estrena este domingo HBO. Producida por Calle Cruzada, cuenta con seis episodios que han permitido el viaje a la pequeña pantalla de Mammón, Juicio a una zorra, Los Mariachis, Todo el tiempo del mundo y Vania. Para ello, se han acompañado de los intérpretes de los textos originales, añadiendo a los equipos creativos directores como Carla Simón, Clara Roquet y Carlos Marqués-Marcet. Así, la dramaturgia se ha entrelazado con un lenguaje audiovisual también adaptado a las circunstancias, y con el que se ha potenciado la naturaleza de cada uno de los textos.

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Sus artífices explicaron en una entrevista con Vertele que con su selección de funciones han pretendido conformar “un paisaje amplio y heterogéneo” de lo que ha podido verse en las salas de nuestro país en los últimos años. Desde luego, para los asiduos al citado Pavón Kamikaze algunos de sus títulos les serán conocidos. Pero no importa la relación que se haya establecido antes con las obras, lo que Escenario 0 propone es una experiencia completamente diferente a la que se experimentaría desde el patio de butacas. Su apuesta no ha sido colocar una cámara fija que grabe como si fuera un espectador sentado más, si no que se ha lanzado a ampliar su universo, a salir incluso de la sala, a reformular su puesta en escena, a acercarse a sus intérpretes. Siendo este último uno de sus grandes alicientes.

Mirada privilegiada sobre las butacas numeradas

Antes de cualquier pretensión de abrir debate sobre si las obras deben verse en sala o en pantalla, lo primero es establecer que no es ahí donde hay que poner el foco. Esto no es una competición. Lo que ocurre en un escenario y la forma en la que se percibe estando allí presente, respirando el mismo aire que el de los intérpretes, es insustituible. Ahora bien, la segunda -que no primera- vida concedida a los textos de Escenario 0 lo que busca y permite es un acercamiento diferente y que funciona como ente en sí mismo.

Concibiendo que la intimidad es una emoción que puede generarse en el directo, esta siempre va a estar limitada por las distancias. Tomar la cámara para registrar lo sucedido rompe esta barrera. Concede el privilegio de elegir dónde situarse, cuánto acercarse y el cómo. Si bien Carmen Machi se acompañaba en el teatro de una alargada mesa con botellas de vino que terminaba tirándose por encima en Juicio a una zorra, aquí la vemos en un bar, bebiendo también, pero alcanzando las cotas de fuerza de su Helena de Troya con una lente que se acerca y aleja de ella a su antojo. El teatro grabado posibilita los primeros planos que ni la primera fila concede, y que con ello, la el vaivén de sentimientos sea diferente. Ni mejor ni peor, pero sí único y disfrutable.

El contenido de cada pieza añade interés al proyecto, dado que sin contar a nivel de historia con ningún tipo de nexo, conforma una “cartelera” variada y apta para todos los gustos. Mientras que Juicio a una zorra da la voz a Helena de Troya, considerada como la causante del conflicto más grande la humanidad, elige sus palabras para defender su dignidad; Vaina se sitúa en un verano en el que sus protagonistas desnudan sus sentimientos en un mar de sonrisa, tristeza, aceptación y desdicha. Mammón propone un viaje a la codicia del hombre con desplazamiento a Las Vegas incluido; al tiempo que Los Mariachis acogen a un político corrupto al que se le aparece el santo patrón de su pueblo donde conviven hombres que huyen de la crisis económica, y otros que la provocaron. Todo el tiempo del mundo explora la identidad y en Hermanas, Escolar y Lennie se escupen y combaten en una guerra a lengua armada.

Teatro en televisión, ¿para cuándo más?

Al pensar en la presencia del teatro en televisión, el primer nombre que aparece la cabeza es Estudio 1, un formato que hasta quienes no habíamos nacido cuando dejó de emitirse, conocemos y hasta envidiamos. La 2 es teatro fue uno de los últimos espacios lanzados por la cadena pública, en este caso a propósito del confinamiento, en el que recopilaron algunas de las obras que más éxito de crítica y público habían cosechado en la última temporada. Ahora llega Escenario 0 a HBO, una propuesta cuya recepción, a priori, cuesta anticipar. Por un lado, porque la novedad no siempre es abrazada, y por otro, precisamente por lo contrario.

Quizás una de las prácticas más complicadas, y en la que tantísimo tienen que ver las parrillas de las cadenas, es en generar hábitos. Acercarse a lo desconocido siempre cuesta más. Si Escenario 0 consiguiera generar adeptos, abrir la mente de quienes no sean tan cercanos al teatro; y a la vez ampliar el horizonte de los que sí, misión cumplida. Todo lo que sea generar cultura, hacer visible la cultura y sobre todo, darle el espacio que se merece, suma. En este caso la serie ha caído en manos de HBO pero, por qué no, podría acabar emitida en abierto.

Igual que en el terreno musical tenemos ejemplos tan potentes como La hora Musa y Cachitos de hierro y cromo, por qué no empezar a hacer más hueco al teatro. Y no solo con la emisión de los Premios Max. Bienvenida sea la diversidad en los catálogos en las plataformas y cadenas que tanto consumimos, y que tanto repercuten en nuestros imaginarios colectivos. Y bienvenidas las apuestas por lo que no siempre es más accesible, por la consideración inteligente de la audiencia y por el talento que tan poco merece pasar desapercibido.