“La otra mirada” es una serie que va a tener que derribar los prejuicios de dos siglos distintos, en años tan distanciados como 1920 y 2018, y en ámbitos muy diferentes como la sociedad de la época y la televisión actual.
Y a juzgar por su primer capítulo, que los periodistas hemos podido ver este jueves en la presentación de la ficción de Boomerang TV que ha realizado TVE en el Ateneo de Madrid antes de su estreno el próximo miércoles 25 de abril, ojalá lo logre. Al menos los de 2018.
Es una serie que va de frente. Directa. Y que lo deja claro en sus dos primeros minutos, a lo largo de las primeras líneas de diálogo, con su protagonista realizando una defensa para enmarcar de la igualdad de la mujer. Del derecho a sufragio, del acceso a la educación, de la equiparación laboral.
Dos minutos iniciales geniales en los que, entre la decisión y el convencimiento de su protagonista defendiendo sus deseos, y las risas y comentarios de los hombres con los que departe, el espectador ya está situado en la sociedad del siglo pasado, en la que las mujeres no aspiraban más que a encontrar un buen marido.
El primer prejuicio: las mujeres en 1920
Pero hablemos de esos prejuicios que tendrá que derribar. Por un lado están los imposibles, los referidos a su trama. En “La otra mirada” nos trasladamos hasta la Academia de señoritas de la Sevilla de 1920. Una institución marcada por el clasismo y el clasicismo, que no sabe la revolución que se le avecina con la llegada de Teresa Blanco, su nueva profesora.
Teresa es la gran protagonista de la historia, encarnada por una soberbia Patricia López Arnáiz ('La peste' de Movistar), y la mejor forma de definir su atractivo personaje es la siguiente: imaginemos lo que pasaría si metemos a una mujer actual, empoderada, criada en igualdad y defensora de una educación basada en el diálogo y la sinceridad; en una de las instituciones que más luchaba por mantener el orden en 1920.
¿Qué puede esperar hacer una mujer que fuma como los hombres, que viste pantalones como los hombres, que escucha jazz recién llegado de Estados Unidos, que habla con sus alumnas, compañeras e incluso superiores de tú y no de usted, en una institución y en una sociedad como esa? Pues revolucionarla y dar un ejemplo a todas los que la rodean.
Teresa contra su mundo
Teresa desarrollará desde el primer momento una confianza y una complicidad con el espectador porque sólo ellos conocerán el gran secreto que oculta, y que la serie muestra en su arranque en Lisboa. Ese misterio, que únicamente comparten la protagonista y el público, será otro de los ingredientes de su personaje y de la serie. De hecho, y fuera de esa confrontación de realidades, anima a ser el hilo argumental más provechoso para la ficción.
Al llegar a Sevilla se topará con Manuela (Macarena García), la joven nueva directora de la Academia de señoritas, que confía en superar las estrecheces de la institución. Fuera de ese triángulo espectadores-Teresa-Manuela, para todos los demás será un peligro. Un sentimiento que comanda la profesora Luisa, encarnada por Ana Wagener en un papel que demuestra (con respeto) que la ficción española puede y debe apostar fuerte por las actrices que superan los 50. Entre los dos frentes, en principio, quedarán las alumnas (lideradas por Roberta, interpretada por Begoña Vargas en un debut que promete) y Ángela (con Cecilia Freire en un papel que recuerda al que interpretó al principio en Velvet, pero que asegura desarrollarse).
Sin querer destripar el primer capítulo de una serie que verdaderamente apunta alto por muchos factores, esa confrontación entre Teresa y el mundo que la rodea, entre sus métodos y los de la Academia de señoritas, entre lo que se ve y lo que en realidad se siente; dan pie a una ficción que expone la lógica de la igualdad, el pensamiento crítico, la libertad de expresión y el derribar muros de pensamiento ambientándose casi como un excusa en 1920. Una ficción que anima a pensar en esos mismos condicionantes en 2018. Y en TVE.
El segundo prejuicio, sobre la TVE actual
Frente a los prejuicios imposibles de corregir de la sociedad de 1920, que la serie simplemente refleja y contra los que pese a todo lucha a través de su protagonista, “La otra mirada” también tendrá que combatir con la actual imagen de TVE.
Hablamos de una ficción que abre, como ya hemos dicho, con unas líneas de diálogo creadas por sus guionistas Jaime Vaca, María López Castaño, Alba Lucio Calderón y Mario Parra Ortiz en las que la protagonista desmonta en dos minutos la visión machista de la sociedad reclamando que las mujeres sean iguales que los hombres. Y ello, en una cadena que dio escasa cobertura a la huelga feminista del 8-M, incluyó en sus servicios mínimos a presentadoras como Mara Torres y Pilar García Muñiz, dedicó su entrega de 'Hora Punta' con Javier Cárdenas a homenajear a Paco Martínez Soria en un día tan señalado y rotuló que “las mujeres desfilan” para hablar de las multitudinarias marchas.
Hablamos de una serie en la que una profesora implanta unos métodos con los que simplemente quiere fomentar el diálogo, y que desde el primer día anima a sus alumnas a “que os expreséis libremente, sin censuras”. Y ello, en una cadena que recientemente ha incurrido en 50 nuevos casos de censura y manipulación denunciados por su propio Consejo de Informativos, que censura series y películas históricas por no estar de acuerdo con su visión, y que evita tratar temas que afectan al partido gobernante.
'La otra mirada' llega el miércoles a La 1
“La otra mirada” tendrá que luchar, desde dentro de TVE, contra la propia visión de TVE. Ojalá hubiese habido muchas más profesoras como Teresa en 1920, aunque ya es tarde para cambiarlo. Pero sí hay tiempo para que los espectadores del 2018 sean capaces de dar un voto de confianza a esta serie que emite TVE, y reflexionen sobre si realmente hemos cambiado tanto o hacen falta muchas más “Teresas”.