'Toy boy', el paso atrás en la ficción de Antena 3
Sea un éxito o un fracaso, Toy boy ya tiene un sitio asegurado en la historia de Atresmedia. Primero, porque será la primera serie del grupo que se estrene antes en Atresplayer Premium que en Antena 3. Y segundo, porque será la última que la cadena emita en abierto bajo el estándar tradicional de 70 minutos por episodio. Un lastre que la compañía decidió eliminar de sus producciones futuras ante el clamor de la industria, la crítica y el público, cansado de subtramas de relleno cuyo único propósito era justificar la duración del episodio.
La decisión, anunciada en julio de 2018, era un paso lógico dentro de la estrategia de ficción de Atresmedia, marcada por su vocación internacional y por lanzar productos que no necesariamente iban a la conquista del share, sino a dar brillo a un sello que puede presumir en los últimos años de haber dado a luz al catálogo más rico, variado y arriesgado de la televisión en abierto.
Desde 2015 con Vis a vis, verdadero punto de inflexión en las series de Atresmedia, por el prime time de Antena 3 han pasado fenómenos mundiales ganadores del Emmy Internacional (La casa de papel), ficciones que han arrebatado a las plataformas todos los premios habidos y por haber (Fariña), otras que decidieron acabar con un episodio en directo (Velvet), rarezas impropias de una televisión generalista (Matadero) y ambiciosas adaptaciones de un best-seller (La catedral del mar). Incluso un fracaso sin paliativos como 45 revoluciones tenía una propuesta rompedora y valiente a partir de unos protagonistas desconocidos para el gran público. Y La valla, que llegará a lo largo de la temporada a Antena 3, promete seguir esta línea rupturista adentrándose en un género tan de moda como es la distopía futurista, hasta ahora inédito en nuestra ficción.
Por todo esto, una serie como Toy boy es un claro paso atrás para el sello Series Atresmedia. Una vuelta a ese pasado que parecía haber quedado enterrado después de Bienvenidos al Lolita, cuyo traspié en audiencias allá por 2014 hizo que el grupo se diera cuenta “de que ya había que abandonar ese tipo de ficción, sin renegar de él porque había sido válido años atrás”, tal y como Sonia Martínez, directora de ficción de Atresmedia, declaró en una conversación con Vertele el pasado mes de febrero.
Una buen punto de partida que su guion no sabe vender
Esa vuelta al pasado no tiene por qué ser una mala noticias siempre y cuando el producto merezca la pena, pues nadie puede resistirse a una buena serie por mucho que ésta no sea la más transgresora o la que desprenda un aroma más alternativo en cada uno de sus planos. Sin ir más lejos, El nudo, también de Atresmedia y que pronto se podrá ver en Atresplayer Premium, es un producto sin grandes pretensiones pero de lo más disfrutable.
Pero en el caso que nos ocupa, el de Toy boy, el problema es que es una serie bien planteada pero muy mal ejecutada. La nueva serie de Antena 3 con Plano a plano (Allí abajo) tiene dos marcas de la casa dentro del catálogo reciente de la cadena: una buena historia y un elenco que busca dar la sorpresa. Sin embargo, ni una cosa ni la otra acaban de funcionar. Y a partir de ahí, todo lo demás se viene abajo.
Toy boy arranca con la historia de Hugo Beltrán (Jesús Mosquera), un joven afincado en la Costa del Sol que pasa las noches trabajando como stripper. La suya es una vida feliz que cambia de un día para otro a raíz de su affair con Macarena (Cristina Castaño), esposa de un influyente empresario de la zona que una noche aparece calcinado en el barco de Hugo. Nuestro protagonista es acusado a 15 años de cárcel, aunque sale a los siete por la aparición de Triana (María Pedraza), una joven abogada que encuentra en este caso la oportunidad perfecta para escalar en el bufete en el que trabaja.
Gracias a que ella descubre las irregularidades que se cometieron en el juicio contra Hugo, el stripper vuelve a pisar la calle. Aunque lo hace igual que entró en prisión: sin recordar nada de lo que ocurrió aquella noche que marcó su vida para siempre. Otra vez en libertad y a la espera de un nuevo juicio, Hugo hará todo lo posible por reconstruir los hechos, descubrir quién mató al marido de Macarena y recuperar la vida que le fue arrebatada.
Sobre el papel, este punto de partida resulta interesante gracias al entramado político-conspiranoico que se nos plantea alrededor de la encarcelación de Hugo. El problema es que Toy boy no consigue lucirlo con su guion, cuya falta de gancho le hace perder la batalla contra los excesivos 80 minutos del capítulo inicial. 80 minutos en los que la serie te presenta su universo con suma claridad, pero sin saber ‘venderlo’ y hacerlo atractivo a ojos del espectador. En resumen, todo es tan plano y carente de ambición que no se aprovecha el potencial de un thriller que, además, es demasiado convencional para los tiempos que corren.
El trío protagonista, una apuesta valiente que no sale bien
Aun así, no es el guion el único gran hándicap que pesa sobre la serie. Su reparto principal también juega en contra. Es digno de alabar que Antena 3 apueste por caras nuevas para sus papeles protagonistas o por situar a sus actores en registros donde nunca antes los habíamos visto, pero en este caso el riesgo ha salido muy caro. Jesús Mosquera es joven y se nota su esfuerzo por sacar adelante el papel, pero pasar de no haber actuado nunca a llevar el protagonismo de una serie de televisión es un salto demasiado grande para cualquiera. Y en su caso, esta inexperiencia sale a la luz en cada escena.
Si a esto le unimos que María Pedraza, en un papel más maduro y alejado del de ‘chica adolescente con problemas’ al que nos tiene acostumbrados, tampoco está al nivel, y que Cristina Castaño está simplemente correcta, el resultado es que Toy boy es una serie que te saca fácilmente de su propio visionado. Y llegados a este punto, que la Costa del Sol luzca bastante bien en pantalla, que los personajes femeninos tengan más poder que los masculinos y que la historia se ambiente en el mundo de los strippers -aunque sin la cargada de erotismo esperada- es lo de menos.
En definitiva, los errores en Toy boy pesan mucho más que sus aciertos. Y eso no invita a pensar que, pese a su convencionalismo, la serie vaya a conquistar al público en abierto. Aunque al final, y como siempre ocurre ocurre, es el espectador quien tiene la última palabra.