26 años después de la desaparición de Miriam García, Toñi Gómez y Desirée Hernández, Netflix estrena el documental El caso Alcásser. Sin duda, uno de los sucesos que más interés mediático ha generado en nuestro país.
La desaparición de las niñas, el descubrimiento de sus cuerpos, la investigación, el juicio y las posteriores teorías vertidas en televisión generaron tal alud mediático que para la realización del true crime el equipo ha invertido un año y medio de trabajo en el que se han visionado más de 200 horas de 220 de telediarios y programas de la época de TVE, Telecinco, Antena 3, Canal 9, TV3 y ETB, 392 horas de juicio, 450 páginas de rollos de la sala, repasado 4.000 folios de sumario y 600 páginas de informes.
Todo ello para ordenar en cinco capítulos los hechos acontecidos en aquel 1992 hasta el día de hoy. Sin dramatizaciones. Sin voz en off. Con el único objetivo de que cada uno extraiga sus propias conclusiones.
Pero, ¿era necesario un documental más sobre el crimen 26 años después? Tras ver todas las entregas podemos concluir que sí, que el nuevo material que aporta, el tiempo transcurrido y la distancia con la que asimilamos ahora todo aquello, permite responder a incógnitas que habían quedado en el aire, además de hacer un particular retrato social de lo que fuimos y lo que somos:
Las ausencias de siempre, las nuevas presencias
Cuando un crimen es difícil de resolver siempre se desea que las víctimas se pronuncien de alguna manera para dar luz a lo ocurrido verdaderamente. Por ello, las ausencias más notorias de Alcàsser siempre serán las de Miriam, Toñi y Desirée. Pero también lo es la de Antonio Anglés, el principal acusado con el que nunca dieron las fuerzas de seguridad.
A cambio, el documental da voz hasta a 58 personas relacionadas con el caso: periodistas que lo cubrieron in situ, policías, padres y madres de las niñas, abogados, fiscales, forenses y hasta políticos que nunca habían hablado del tema. También hay otras voces que no aparecen frente a cámara pero sí han hablado con el equipo. Un equipo que se ha querido alejar del “expertismo” y solo se ha acercado a las personas que lo vivieron de primera mano.
Además, escuchamos por primera vez testimonios como el de la hija de Miguel Ricart, el único que ha cumplido condena por los tres asesinatos.
La consecución de todas estas entrevistas construyen una columna vertebral que genera más y más preguntas pero por fin, también respuestas.
Imágenes que ya habíamos visto y otras totalmente inéditas
Volver a ver las fotografías de las tres niñas en blanco y negro. Las posteriores en color. A los padres rotos de dolor junto a una Nieves Herrero que pedía que abrazaran las imágenes de sus hijas. Siguen, casi 30 años después, encogiéndote en el sofá y empatizando con todo aquello. Escenas que marcaron a varias generaciones y que también se muestran en el documental, que a su vez ha preferido evitar las fotos de los cadáveres de las niñas “porque es añadir dolor al dolor”.
Pero hay más: la producción ha tenido acceso a las filmaciones inéditas del juicio que por primera vez podrán ver los espectadores. Con la voz de Miguel Ricart desafiando a los abogados, derrumbándose frente a las pruebas, con varios forenses enfrentándose entre ellos y los aplausos de los presentes al escuchar las teorías del padre de Miriam.
Todo ese material inédito, sumado a las imágenes que les han cedido tanto TVE, como Antena 3 con el programa De tú a tú y Pepe Navarro (propietario de los vídeos de Esta noche cruzamos el Mississippi), logran reconstruir el caso de una forma que nunca se había hecho anteriormente.
El caso y la causa: “Ayer estaba en la TV y hoy en el juicio”
Enrique Anglés se desdecía ante los jueces de lo que había contado la noche anterior en Esta noche cruzamos el Mississippi: “Ahora estamos en un juicio no en televisión”. Lo que definía a la perfección la línea que separaba el caso Alcàsser y la causa por el triple asesinato de las niñas.
Algo que el documental muestra con maestría, al ir combinando las declaraciones que se hacían en la sala y las intervenciones que hacían los protagonistas por las noches frente a Pepe Navarro. Dos juicios paralelos, por primera vez en nuestro país, que seguían las teorías de Fernando García - el padre de Miriam- y las investigaciones de la policía.
Durante varios capítulos reflejan la doble vida del crimen: la nocturna con unos protagonistas y la diurna con otros. Dividiendo al país entero en estas dos opciones que dejaban a las niñas en un tercer plano.
El famoso vídeo que pone a cada uno en su lugar
El caso Alcásser empieza con un lento primer capítulo que poco hace presagiar que acabará con una quinta entrega trepidante con continuos viajes en el tiempo para desmontar (o no) una de las grandes incógnitas del suceso.
El documental mantiene un elaborado equilibrio entre el periodismo, la investigación y las técnicas cinéfilas (que ya disfrutamos en El Caso Asunta) que muestran en picado a un envejecido e indefenso Fernando García por un lado, y a un casi tenebroso Juan Ignacio Blanco - investigador que le acompañó- con una imagen que podría asimilarse a la del malvado de cualquier película.
Ambos, al final, hablan de aquella famosa cinta que inculpaba a una serie de poderosos que estarían detrás de los asesinatos. Cada uno plasma su versión, dejando que el espectador a su manera acabe de dar su respuesta a una de las mayores incógnitas del caso. En definitiva, dejando que el espectador ponga a cada uno en el lugar que (cree) que merece.