Los sueños, la ilusión y la diversión son tres pilares fundamentales de la infancia. Tener la capacidad de imaginarse viajando a la Luna, actuando en un gran escenario y, por qué no, cocinando en tu propio restaurante. Emocionarse con la mera posibilidad de que sea posible y que el intento sea una montaña rusa de alegría, es algo prácticamente intrínseco en los más pequeños. Y a la vez, tres componentes que son clave a la hora de desarrollar un programa de televisión con ellos. Coincidiendo con la celebración del Día Universal del Niño, hemos querido conocer cómo es el el día a día en formatos como La Voz Kids, Masterchef Junior, Idol Kids, La Voz KidsMasterchef JuniorIdol KidsProdigios y Got talent, en los que ellos son los protagonistas. Y junto a ellos, sus aspiraciones, su forma de valorar la experiencia y lo que conlleva su presencia a nivel de producción. Si hay algo en lo que todos en coinciden es la importancia que tiene que “entiendan que esto es un juego”.
“Para ellos el sueño es venir y vivirlo en primera persona”, explica Encarna Pardo, productora ejecutiva de La Voz Kids, “se lo pasan bomba”. El equipo del talent, “al que se le hace un training”, es indispensable para conseguirlo. “Todo el mundo tiene que entender que son niños”, expone, “no pueden estar sometidos a la misma presión desde el punto de vista de la competición aunque tenga la misma estructura”. Además, cuentan con un psicólogo infantil -práctica que comparte con el resto de formatos aquí analizados- que “trabaja con ellos, hace ejercicios y lidia con los problemas que pueda detectar”. Para su formación cuentan con coaches vocales, estos sí diferentes a la versión adulta, con los que trabajan sus voces, calientan y dan clase; además de los coaches de los equipos. Misión que en la próxima edición, cuyo estreno llegará próximamente, tendrán David Bisbal, Vanesa Martín, Melendi y Rosario.
Más allá de su atención durante las jornadas, los “malabares” llegan a la hora de organizar calendarios que combinen tanto las agendas de presentadores y jurado, como la de los concursantes. Por ello, como comparte Mario Briongos, Director de Entretenimiento de Fremantle (productora responsable de Idol Kids y Got talent) “priorizamos que las fechas de grabación sean en verano, fines de semana o agrupando festividades como Navidad”. Así, con la voluntad de adaptarse a sus periodos vacacionales, evitan que tengan que perder clase. En el caso de Got talent, donde quienes se presentan incluyen grupos de todas las edades, organizan la escaleta para que “sus actuaciones sean siempre las primeras del día”.
En su última edición, la gran revelación fue Hugo, el niño prodigio del tambor, que se convirtió en el ganador más joven del programa a nivel internacional, con tan solo tres años. “En la resolución, él estaba ya en la cama durmiendo”, recuerda sobre aquel momento, por lo que fue su padre quien se quedó hasta el desenlace y el encargado de darle la noticia junto a su mujer a la mañana siguiente. De hecho, en la propia final emitieron una pieza mostrando su reacción al saber que le habían dado el pase de oro, dando saltos en la cama. “Para Hugo, ir a Got talent es como ir a a un parque de bolas”, reconocían en ella sus progenitores.
Escalonar las actuaciones es otra de las herramientas con las que las productoras solucionan la problemática técnica que implican sus grabaciones, dado que deben contar con mayores periodos de descanso y el número de horas que compongan sus jornadas se reduce, como así lo estipula la Ley del Estatuto de los Trabajadores en su apartado dedicado a los menores. Asimismo, estipula que no se pueden hacer horas extraordinarias y que han de estar acompañados continuamente.
De ahí que suelan citarles únicamente para sus actuaciones, grabar de día y que, en caso de que necesiten que estén presentes durante toda una gala como ocurre en las semifinales de Idol Kids, se ruede como si fuera en directo evitando retrasos. Contexto similar al que se da en Masterchef Junior, cuya siguiente temporada se espera para Navidad, y en el que, según expone el equipo de su productora Shine Iberia, “la máxima duración está en los cocinados, que pueden oscilar entre 90 y 120 minutos aproximadamente”. En su otro formato de características similares, Prodigios -con también nueva temporada en marcha- “solo actúan dos veces por jornada”.
“Todo les parece poco, querrían dormir allí”
“Intento transmitirles que vienen a disfrutar y a pasarlo bien; y que lo importante no es hasta dónde lleguen, sino que disfruten del viaje. Para que cuando sean más mayores, se vean y estén felices con lo que hicieron de pequeños”. Carlos Marco, que ejerce de coach y director musical en Idol Kids, conoce de primera mano lo que implica subirse a un escenario desde tan pequeño tras su experiencia como parte del grupo Auryn. En el talent show de Telecinco, le vemos en pantalla en la 'Sala de los nervios' donde “intento ayudarles al máximo a que dejen esos nervios fuera”.
También es con quien eligen sus repertorios, producen los temas y ensayan. “Me tienen siempre a su disposición”, reconoce, al tiempo que incide en lo fundamental que es “que se encuentren artísticamente”, de tal forma que “se sientan cómodos con lo que hacen”. El cantante ha aprovechado sus 15 años de formación en canto para dirigir escuelas y haberse formado en pedagogía musical, que aplica ahora en el formato. “Es normal que les dé pena irse”, añade naturalizando la recepción de los noes, “pero luego acaban felices por haber participado”.
“Todo les parece poco, querrían dormir allí”, agradece Pardo, que señala cómo “son capaces de racionalizar algunas cosas mejor que los adultos”. Dentro de su gestión, son conscientes de que “hay de todo, porque cada niño viene de un entorno familiar y personal distinto”. El equipo de Shine Iberia coincide al señalar cómo “dependiendo de la edad [tengamos en cuenta que se abarca desde menores de diez años a adolescentes] y la personalidad de cada uno, su comportamiento es más maduro o más infantil”. Aun así, apuntan que “como norma gestionan perfectamente los nervios y los buenos o regulares momentos que viven en plató. De hecho, nuestra experiencia nos dice que suelen generarse más expectativas en su entorno que en ellos mismos”.
“Tener miedo a salir forma parte de un programa de televisión”
Aprender a relativizar y el volumen de emoción en los niños, hasta cuando les desborda, es otra de las lecciones que pueden aprender en un programa de televisión. Y en este sentido, los nervios son un condicionante a batir. Algo que, expone Briongos, “solemos gestionar dentro del programa con nuestros protagonistas. Tener miedo a salir forma parte de un programa de televisión”. Por ello, tanto Santi Millán en Got talent, como Jesús Vázquez y el jurado de Idol Kids, desempeñan un papel fundamental. En el arranque del segundo formato, que el próximo lunes emitirá su tercera semifinal, un miembro del equipo tuvo que entrar en plató para avisar a Carlos Jean, Isabel Pantoja y Edurne de que “la niña que viene ahora está muy, muy nerviosa”. Visto el contexto, los tres fueron junto al conductor a bambalinas para ver a la joven Noelia, que se emocionó con su llegada. “Cuando salgas, piensa que todos somos tus amigos”, le dijeron antes de darle un abrazo. De hecho, convenció tanto que se llevó el ticket dorado.
En ese sentido, “hay mucho trabajo humano para que entiendan que aquí no les va la vida, les puede salir bien o mal, y tanto del sí como del no, de lo bueno y de lo malo, pueden sacar cosas positivas”. Así lo defiende Pardo, que revela que en La Voz Kids el jurado también es fundamental a la hora de ayudar a los peques. “Alguno siempre juega al fútbol con ellos”, comenta. Para el programa, algo que les tranquiliza y enorgullece es “el elevadísimo número de noes que vuelven y lo intentan una y otra vez”. Actitud que los propios coaches valoran, y de las que han surgido varios síes. “Si lo hubieran pasado mal o tuvieran sensación de fracaso, no volverían”, defiende. Porque en definitiva, tampoco es algo que beneficie al concurso. “No nos interesa que los niños se bloqueen, sino enseñar su realidad. Ellos son 100% verdad, dicen lo que se les pasa por la cabeza, pero para eso tienen que sentirse cómodos”, argumenta.
Encajando las piezas, al puzzle le faltaría completar la parte que va más allá de las horas que pasan en plató. El disfrute y concepción del visionado posterior en sus casas, y su consiguiente repercusión sus entornos cercanos y virtuales. A su vez, los perfiles varían entre los que vayan a presentarse una única vez en la vida y los que optarán por repetir, pudiendo recorrer diferentes talents. Sea como sea, lo ideal sería que ese espíritu igualmente profesional, pero profundamente puro por cómo se siente cada toma de aliento en la infancia, se mantuviera intacto. Que esa sensación de “campamento de verano” no se perdiera y que, como consecuencia del mimo, responsabilidad y conciencia de los propios programas, de ellos siga dependiendo que sus sueños lo sigan siendo para siempre.