Aunque ha acabado relegada casi al late night por la política de programación de TVE y con datos que no hacen honor a su trayectoria, El Ministerio del Tiempo se ha despedido como una de las series españolas más importantes de los últimos años.
No es el juicio de un espectador, ni el de un medio como Vertele, sino que así lo atestiguan hechos como que El Ministerio del Tiempo sea la única ficción que ha logrado dos Premios Ondas consecutivos a la mejor serie española (2015 y 2016), además de seis Premios Iris de la Academia de Televisión, cuatro Premios de la Unión de Actores, tres Premios Fotogramas de Plata y tres Premios Madrid Imagen, entre otros.
Tanto la ficción en sí misma como su elenco de actores han logrado, en apenas tres temporadas, situarse como un referente en la televisión española. Pero en la pequeña pantalla las audiencias muchas veces pesan más que la calidad del producto, y este miércoles parece haber llegado a su final definitivo, con un aplaudido último capítulo en el que precisamente ha navegado de forma crítica en el panorama televisivo.
A modo más de aprendizaje que de homenaje, queremos resumir algunas de las muchas lecciones que El Ministerio del Tiempo ha dado a la ficción española, y también hacer un breve recuento de errores que, por el bien de las futuras producciones, convendría no repetir nunca más.
Las lecciones de El Ministerio del Tiempo
· Riesgo e innovación: La 1 de TVE, esa cadena con fama de estar dirigida solo a personas mayores y albergar formatos más tradicionales, recibió en febrero de 2015 una nueva serie con viajes en el tiempo, innovaciones en la estructura narrativa, un elenco joven y una propuesta tanto capitular como lineal.
Y tanta novedad, lejos de asustar al público, hizo que TVE sumase a su franja más débil, la de los más jóvenes, un importante impulso. Algo que ahora ha hecho “Estoy Vivo”, y que demuestra que innovar y arriesgar en la ficción tiene premio.
· Fenómeno transmedia y en redes: Hablando claro, El Ministerio del Tiempo jamás ha tenido audiencias masivas. De hecho, su récord histórico lo marcó el día de su estreno, con 2.981.000 espectadores y un 14.8% de cuota de pantalla. Pero ha logrado conectar como pocas series españolas con sus fans.
Los “ministéricos” han sido legión gracias a la estrategia transmedia mediante la app, contenidos independientes y exclusivos online, ficciones sonoras, realidad virtual, spin-offs en vídeoblogs y más innovaciones. También en las redes sociales, por las que desde el inicio apostó la serie, en una iniciativa que ha demostrado (y marcado el camino a otras) que el reconocimiento social también puede alargar la vida de una ficción y lograr que sea renovada.
· Netflix y las nuevas vías: Desde su primera temporada, El Ministerio del Tiempo contó con un presupuesto reducido que le hacía difícil competir en igualdad de condiciones contra otras series españolas. Algo que en parte logró solucionar al buscar un acuerdo con Netflix.
No es el primer ni el único ejemplo, claro está, pero lograr esa colaboración entre TVE y la plataforma de pago permitió a la serie plantear una tercera temporada con más recursos, y abrirse además las puertas a un futuro en Netflix, donde la exigencia continua de las audiencias no es tan asfixiante.
· Cameos de lujo y con sentido: Cuando un producto televisivo destaca por la calidad, casi todo el sector se vuelca en apoyarlo. En el caso de El Ministerio del Tiempo, decenas de prestigiosos actores han puesto su granito de arena, de forma testimonial o recurrente, para colaborar en su trama.
Precisamente ese ha sido un punto importante de todas esas colaboraciones: los actores se integraban para interpretar un papel, generalmente histórico, y convertirse en uno u otro personaje. Es decir, la serie no hacía un esfuerzo en su trama o guión por “incorporarlos” preparándoles un personaje, sino que eran ellos los que se metían en la piel de un determinado papel.
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· Es posible enseñar sin ser una ficción educativa: la finalidad principal de El Ministerio del Tiempo no es educar a sus espectadores. Pero desde el primer capítulo, sus tramas y episodios siempre han incluido una nota histórica que ha permitido aprender sobre conquistadores, políticos, cineastas y un largo etcétera.
Javier Olivares ha mantenido desde el principio un acertado pulso a la historia, seleccionando para cada capítulo un hecho concreto de la biografía de sus personajes, o un capítulo determinado de la historia de un barrio (como en el caso de El Raval) que ha permitido entretener al mismo tiempo que sus espectadores se formaban históricamente.
· Una ventana de humor abierta a la actualidad: Un capítulo en el siglo XX, otro en el XIX, otro en el XVI, otro en el XIII... los viajes en el tiempo han llevado a la “cuadrilla” a muchas épocas, pero en todos ellos han mantenido un contacto con la actualidad gracias al humor.
El personaje de Julián Martínez (Rodolfo Sancho) fue el principal adalid de todos esos “guiños” a la actualidad que han sido tan aplaudidos, y que al mismo tiempo que recordaban al espectador que no es una serie histórica, creaban situaciones de comedia con un punto hilarante por la asincronía del momento.
· Los viajes en el tiempo gustan: Desde el principio, Javier Olivares dejó claro que El Ministerio del Tiempo no era ni mucho menos la primera serie que viajaba en el tiempo. Pero sí que ha sido la primera en España en usar ese recurso para centrar sus tramas, convirtiéndolo en eje principal de su desarrollo.
El acierto en este sentido no es únicamente esa apuesta arriesgada por los viajes en el tiempo, sino también cómo los han usado para introducir diferentes ingredientes, algunos de los cuales ya hemos repasado, y que se han convertido en sus exitosas señas de identidad.
· El placer por la televisión dentro de la televisión: Sin la necesidad de ser pionera, de hecho hace relativamente poco una ficción muy diferente como es LQSA también jugó con ello, pero El Ministerio del Tiempo ha jugado magníficamente con la metatelevisión.
En su último capítulo, como hemos explicado, la patrulla viajó al pasado para impedir que TVE diera luz verde a su propio proyecto. Se llenó de muchos guiños y referencias al mismo mundo de la pequeña pantalla, con defensas y críticas que fueron muy apreciadas por sus espectadores.
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Aprendamos de los errores
· Maltrato horario y de fechas: No ha sido cuestión de la serie, ni de su creador Javier Olivares, que de hecho ha sido uno de los que más ha lamentado públicamente los cambios y retrasos. Pero el papel de TVE ha sido fundamental en el desgaste exprés de la serie.
Resulta difícil comprender que un canal público, que hace muy poco promovió una campaña por la racionalización de horarios para que sus ofertas de prime time acabasen antes de la medianoche, inicie la emisión de una serie a las 23:00 horas. A ello se suma sus cambios de día, que han mareado a su audiencia hasta dispersarla y provocar una caída exprés de sus datos.
· Temporadas partidas y adiós inesperado: A ese “maltrato” horario en la parrilla diaria se le añade la mala planificación en la emisión de sus temporadas y capítulos. Cuando la audiencia se habituaba a ocupar una noche semanal con El Ministerio del Tiempo, ésta cambiaba o directamente dejaba de emitirse.
La durísima competencia de las cadenas rivales hace que sea muy difícil asentarse en una noche. Los cambios continuos de tu propia cadena, lo convierten en casi imposible. TVE decidió arrancar la tercera temporada de la serie en junio, la interrumpió en julio, y regresó en septiembre. Algo que ha demostrado favorecer su caída gradual.
· Cambio de protagonistas: Quizás el único factor que podría apuntarse a la serie, y no a la cadena, es que no haya podido mantener a dos de sus tres protagonistas. Pero lo cierto es que no es así, y que las bajas de Rodolfo Sancho y Aura Garrido han estado influenciadas por todo lo que ha pasado alrededor de la serie.
A actores que triunfan como ellos (y como Nacho Fresneda) les surgen muchos proyectos. Y si desde TVE no reciben el cuidado que consideran necesario, es lógico pensar que esa poca confianza en su trabajo se traslade a buscar un proyecto más seguro y gratificante. Pese a que El Ministerio del Tiempo logró suplirles con garantías gracias a Hugo Silva y Macarena García, el vacío de sus dos protagonistas originales también ha hecho variar los perfiles de sus personajes, que no podían ser idénticos y que han afectado a sus guiones y trama.
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