'El vecino' de Vigalondo aterriza en Netflix: “El audiovisual siempre avanza 10 años más tarde que el cómic”
Netflix eligió el último día de 2019 como fecha para el aterrizaje en la plataforma de El vecino. Quim Gutiérrez se convierte en el alter ego de este superhéroe creado por Santiago García y Pepo Pérez, cuyo primer volumen se publicaría en 2004, y que ahora pasa por el filtro de Sara Antuña y Carlos de Pando, showrunners de la adaptación televisiva, y la óptica de Nacho Vigalondo.
“Me cuesta leer y no pensar en posibles adaptaciones”, comenta el guionista sobre esta deformación profesional forzosa que le impide, bromea, disfrutar de una manera más emocional sus lecturas. Sin embargo, eso no ocurrió con la cabecera que ahora han trasladado a tres dimensiones, puesto que tanto él como su compañera habían llegado a los tomos mucho tiempo antes de que hubiese planes de llevarlo a las pantallas.
“El proyecto surge tiempo después, a mediados de 2018, cuando sabemos que Zeta Audiovisual tiene los derechos y que a Netflix le interesa”, rememora. El material de partida no podía serles más atractivo para una adaptación: “Me gustaba la manera en la que esta gente había llevado unos códigos a mi realidad o a una realidad más reconocible. Era una gozada pensar que podíamos hacerlo”, reconoce Antuña. “Probablemente nunca pueda adaptar La broma asesina, ni necesite hacerlo, pero sí puedo adaptar El vecino”, establece la que fuera cocreadora de La víctima número 8, otra ficción donde los escenarios más familiares se vuelven indispensables para la construcción de la historia.
“No un universo donde estuviera asimilada la existencia del superhéroe”
Y hablando de construcción, destaca una diferencia clave entre el material de partida y la serie que ahora ve la luz: mientras que en el tebeo, José Ramón conoce a su vecino, Javier, cuando este ya se ha acostumbrado a ser el superhéroe Titán, mientras que la ficción se configura como una historia de orígenes en la que el protagonista acaba de recibir sus poderes. “El viaje del héroe es hiper reconocible y permite que el espectador avance con el héroe descubriendo ese mundo que se le ha venido encima”, comenta de Pando para justificar que el desarrollo de la primera temporada se nutriera de algo que en los volúmenes de El vecino se ve a través de flashbacks.
“No queríamos entrar en un universo donde estuviera asimilada la existencia”, apostilla Antuña, que señala ejemplos de lo contrario que ya habían funcionado suficientemente bien, como en Los vengadores, donde los niños estudian las leyes de la física y apuntan el superhéroe que las rompe.
La universalidad que aporta la experiencia iniciática fue, pues, la forma ideal para dar a conocer este universo, si bien Nacho Vigalondo confiesa sus predilecciones: “Me hubiera gustado empezar en un mundo donde este tío ya estuviera asimilado y metabolizado. Que un día lo invitaran a Pasapalabra, o que un día cometiera una heroicidad total, pero ante las cámaras por error o descuido dijera algo muy de derechas”, bromea el cineasta cántabro, que dice tener una espinita por no haber podido coger aún “la velocidad de crucero”. Algo que puede acabar cambiando de contar la serie con una segunda temporada, una posibilidad que de momento está en el aire.
“Sabemos que hay un universo en El vecino que se puede explorar muchísimo y con muchas posibilidades, pero ya veremos”. El responsable de Los cronocrímenes plantea escenarios: “¿Sería posible El vecino versus Superlópez? Son diferentes universos pero el paraguas en el que estamos es el mismo”, dice mientras saborea la idea de enfrentar superhéroes tradicionales españoles como el citado Superlópez o Supersonic Man (como podemos ver en el vídeo, hay un debate en torno a la conveniencia de incluir a Anacleto en esta categoría).
“Los lectores de cómic han ido bastante por delante”
Con un tono socarrón, El Vecino se une a otros productos audiovisuales que observan el canon superheroico con un prisma común, desde el que se cuestiona o se satiriza la naturaleza del género. Meses antes de esta serie, películas como Shazam! o series como The Boys ya han mantenido una similar línea de trabajo. El motivo para que ahora estén aflorando nuevas perspectivas desde las que abordar esta clase de producciones es clara tanto para el director como para los showrunners: “La industria del audiovisual siempre avanza diez años más tarde que la del cómic”, proclama Vigalondo. “Si lees comics, estás viendo las series con 10 años de antelación”.
Antuña elabora más esta idea, poniendo como ejemplo la mencionada adaptación de la historieta de Garth Ennis, convertida en serie por Amazon. “Yo la leí en su momento. Ahora llega un colega y te la recomienda porque le parece supercafre, y piensas en que lo es como ya lo era el cómic”. Eso no implica que un lector no pueda disfrutar una adaptación, solo que su satisfacción se mide en otros parámetros. “Los lectores de cómic han ido bastante por delante y poca cosa les sorprende. Les sorprenderán otras cosas, como na puesta en escena espectacular...”. Al final, lo importante es que todos puedan sentir igual devoción por el mismo universo narrativo.
“Estamos en un punto en el que el género es tan estándar, tan mainstream” concluye de Pando, “que ya hemos pasado la parte de descubrir ese universo al espectador medio, y hemos entrado en la parte de experimentar con él”.