Pasa de ser corresponsal, lejos de la redacción, a presentar el Telediario en horario de máxima audiencia. ¿Lo ha procesado ya?
Pues sí, es un cambio bastante grande que no he asimilado todavía. Pero [estoy] contento. Te lo ofrecen en un momento que a lo mejor no esperabas, pero una vez que surge, y viendo el equipo que se ha formado para el Telediario de la noche, no podía haber una circunstancia mejor para mí. Me he lanzado y me vengo con mucha ilusión y ganas.
¿Cuánto tardó en aceptar la propuesta de TVE? Teniendo en cuenta el momento de transitoriedad en la corporación
No. El proyecto me atraía y sabía las circunstancias en esta casa. Ojalá pronto llegue el concurso y se resuelva de forma transparente y rápida. Eso sería lo mejor para todos y para TVE, para sacarla de la lucha política.
Tardé unos tres días, más por una cuestión de logística, temas familiares... Sabía que iba a volver antes o después, porque las corresponsalías tienen una fecha de caducidad. Pero fue algo tan abrupto... No tenía pensado que me fueran a llamar para algo de este tipo y fue lo que me hizo retrasar un poco más mi decisión.
Pero es de esas cosas a las que no puedes decir que no: conozco a la perfección al equipo de edición que va a trabajar en el TD-2, a muchos compañeros a los que conocía de antes y con los que tengo confianza ciega.
¿Cómo lleva la transición a presentador y ponerse delante de la cámara?
Tengo que aprender. Llevo días trabajando y hemos avanzado bastante. Me siento más cómodo. Es otra manera de contar las cosas. Ya no estoy expuesto 50 segundos más la crónica, estoy todo un Telediario que tengo que contarle al espectador. Pero lo que es la mecánica y la técnica se asimilan tanto.
La relación con la cámara la tenía de antes, aunque ahora es distinta: antes estaba en la calle con un amigo que era el cámara y nos conocíamos muy bien, y no había esa presión tan grande, y aquí estás en directo una hora y con cinco cámaras a las que mirar, instrucciones por un pinganillo... Nadie nace aprendido. Creo que he avanzado bastante estos días. Tendré que ir puliendo cosas con el tiempo.
¿Pesa la responsabilidad sin tener experiencia en estas lides?
Intento no pensar mucho en ello. Es verdad que la presión siempre es buena y estimula, pero a la vez quiero concentrarme en el trabajo y en las cosas nuevas que tendré que perfeccionar y aprender. Es muy diferente trabajar en una corresponsalía con dos compañeros y un trabajo acotado a una redacción como esta con muchísimas áreas, con una temporada política especialmente valiente, atendiendo a la información internacional.
El cambio es radical, pero veo muchas ganas a mi alrededor y me motiva mucho. Por ahora prefiero abstraerme de toda la expectación que se ha generado, y centrarme en aprender y hacerlo lo mejor posible.
El PP asegura que “depuración” de profesionales en los servicios informativos de TVE. ¿Siente esa presión a la hora de trabajar?
Personalmente, no. Es verdad que trabajando en el campo internacional la información es muy diferente, no es tan sensible. Pero te diría que aquí la gente está concienciada y además muy ilusionada en impulsar una nueva temporada con nuevos profesionales, con un proyecto que pretende ser más innovador en la manera de narrar.
Al final, las bases y reglas del periodismo todos las conocemos, la materia prima está ahí y hay que trabajarla con toda la honestidad, pero también queremos trabajar toda esa parte: ¿cómo contar las cosas? ¿Cómo damos más contexto sin que se haga pesado? ¿Cómo generar contenido en el Telediario? Todo eso lo vamos a incorporar. No se va a ver desde el primer día porque los tiempos han sido muy breves, y los equipos se acaban de formar, y queremos dar pasos muy sólidos sin hacer experimentos desde el primer día que podrían despistar al espectador. Queremos empezar suave e ir incorporando nuevos elementos que se verán muy pronto.
¿Añorará la corresponsalía?
Seguro que sí. Ahora tengo la novedad de que me enfrento a algo nuevo y eso me estimula y me tiene ocupado, pero seguro que con el tiempo echaré de menos la calle. Lo que más me gusta de esta profesión son los reportajes, no tanto los directos. He hecho para Informe Semanal, para En portada, para el Telediario... Todo eso lo voy a echar de menos porque creo que es la parte más bonita de esta profesión. Son retos distintos y quién sabe: especialmente en esta casa, todo va por etapas.
¿Cómo se vivían desde fuera las críticas de manipulación contra TVE? ¿La distancia con respecto a Madrid ha hecho que no haya tenido conciencia real de los problemas?
Totalmente. Sabías y hablabas con compañeros que te contaban las situaciones en la casa, pero estaba muy lejos. En una corresponsalía, la mecánica suele ser que uno mismo trabaja la información y envía los reportajes y, salvo algunas ocasiones, no se modifica el trabajo. Es un profesional que trabaja de forma bastante autónoma y sobre el que se tiene mucha confianza.
En mi caso personal, como ni siquiera soy de Madrid, cuando pasaba por aquí era en el aeropuerto, enlazando para irme directamente a Asturias. Ahora estoy dándome cuenta de que estaba muy alejado de la redacción y había perdido un poco las mecánicas. Las estoy recuperando en estos días, pero hay muchas caras que todavía no conozco... A todos los corresponsales no pasa un poco esto mismo.
¿Qué opina de los equipos formados para los Telediarios?
Todos los equipos son altamente profesionales. A algunas personas las conozco más y a otras menos -son ocho años fuera- pero en el Telediario de la noche estaré con gente con la que he trabajado y a la que conozco de cerca, y destacaría de ellos que han sido elegidos por criterios estrictamente profesionales. No veo ni un solo pero.
Aparte de esa materia prima, hay mucha ilusión y ganas no solo por hacer el ejercicio del periodismo sino por darle una vuelta y contarlo de otra manera, más reposada y menos efervescente. Sobre todo en el Telediario de la noche, que permite haber cerrado el día político, hacer algo más analítico y generar más contenidos.
Va a enfrentarse a Vicente Vallés, con quien ya coincidió cuando este estaba en Canal 24 Horas, y a Pedro Piqueras. Ellos están ya consolidados, pero usted aún eres un desconocido para el gran público...
Totalmente. Son dos periodistas a los que admiro. No quiero pensarlo, pero seguramente si lo hago empezaría a temblar y me tendrían que amarrar a la silla. De momento prefiero concentrarme en mi parcela. Luego iré abriendo la perspectiva. Pero evidentemente impone, son dos grandes figuras del periodismo español, a los que la gente conoce a la perfección, que ya han entrado en las casas de los ciudadanos. Toda novedad le cuesta más buscar su hueco. Trataremos de hacerlo y de encontrar nuevas fórmulas.
¿Cuáles han sido sus referentes? ¿Se veía reflejado en algún presentador de informativos, pensando que tal vez algún día usted llegaría aquí?
Tengo que decir que no soy un periodista de vocación. Yo estudié comunicación audiovisual porque quería ser director de cine. Luego fui corrigiendo el tiro. Siempre me gustó el periodismo y me ha atraído la profesión.
En cuanto a televisión, siempre me he fijado siempre en los reporteros. Las crónicas de las guerras en la Antigua Yugoslavia, de Pérez Reverte, de Calaf... Sobre todo, muchas figuras de TVE. Allí ha habido muchísima cantera. Con el tiempo, aunque no fueran de mi época, he visto ya los reportajes que Miguel De la Cuadra Salcedo hacía en los setenta, que están todos en el Archivo de RTVE... Esta es una casa muy especial, muy vinculada a la historia de España. Han surgido en ella grandísimos reporteros y hay una inercia que, a pesar de los vaivenes y de ERE, conserva ese espíritu.
¿Cómo afronta la pugna por las audiencias?
Entro en un territorio desconocido para mí. No me fijaba en absoluto en esto. A veces las podía mirar, pero es verdad que la vida es más cómoda como corresponsal. No se tiene esa presión de la actualidad política nacional. Allí, tienes una cierta ventaja de horario y además tratas uno o dos temas máximo, por lo que la selección es más fácil. Aquí tienes la actualidad política, el curso está muy caliente... Y en cuanto a las audiencias, acabaré estando enganchado cada día por la mañana, abriendo el móvil y viéndolas.
La familia de aquí están encantados. Mi familia más cercana se ha tenido que quedar en Estados Unidos. Los cambios han sido tan bruscos que no nos ha dado tiempo a reorganizarnos. Desde fuera se añora mucho España también. Últimamente venía una vez al año, y con el tiempo te das cuenta de que en este país se vive muy bien. Luego, cuando sales por ahí, ves que este país es puntero y tiene una calidad de vida muy grande. Esas parte nostálgica existía y la voy a disfrutar.
Se avecina un año electoral, y dada su posición al frente del Telediario 2, lo lógico es que se le asigne entrevistas a los líderes políticos. ¿Te sientes preparado para ese reto?
Será también un terreno nuevo. Trataré de entrenarlo bien. He hecho muchas entrevistas en mi carrera, pero no de ese tipo, en directo y con líderes políticos nacionales. Las entrevistas las controlo, pero esto es otro campo distinto. Va a ser emocionante y toda esa incertidumbre política para cualquier periodista le genera una tensión extra y una emoción.
¿Cuál crees que es la solución para desinstrumentalizar RTVE?
Como decía antes, lo que deseo no son ni decretos ni soluciones de ese tipo. Ha de ser un concurso público donde se consiga un consejo de administración lo más alejado de la influencia política. El que está ahora en marcha seguramente no es perfecto pero puede ser un paso muy importante, y si se logra y sale bien, vamos a ver una Radio Televisión Española mejor protegida ante toda esta lucha, a esas acusaciones gratuitas, baratas, e intoxicaciones que desacreditan a los profesionales.
¿Confías en que la persona que alcance la presidencia y el nuevo consejo le avalen una vez termine el proceso?
Entiendo que una nueva directiva quiera hacer cambios y pueda no contar conmigo. Igual que ahora han contado conmigo para ser corresponsal, estaré encantado e intentaré dar lo mejor de mí mismo. Pero puedo entender que a un nuevo equipo no les encaje. Pasa en todas las empresas, aunque esta tenga sus particularidades, al ser pública y estar siempre en el ojo del huracán político. Pero lo entendería perfectamente. Ojalá cuenten conmigo durante mucho tiempo.
¿Qué noticia le gustaría dar?
Muy complicado contestar. Lo de la paz mundial ya está muy visto... (risas) Estoy muy preocupado por las tensiones políticas frente a Catalunya. Lo he vivido desde fuera con mucha preocupación personal. Cualquier noticia que vaya en la dirección de serenar la situación será muy positiva para todos.
¿Cómo ha sido trabajar bajo el mandato de Trump?
Ha sido un reto muy interesante. Trump es un producto perfecto para los medios de comunicación. Es muy fácil, no exige demasiado esfuerzo caricaturizarle. Da muchísimos motivos al cabo del día. El reto para el periodista es mantener la cabeza fría, no apoyarse en la anécdota que Trump regala para despistar a los medios de comunicación, sino ir un poco más allá y ver el impacto de las medidas reales.
Trump conoce perfectamente los medios de masas y sabe cómo generar contenidos muy baratos. Sabe que los medios demandamos contenidos estridentes y cuanto más baratos de conseguir, mejor, y lo utiliza. Tienes que alejarte de esa dinámica tan frenética, de los medios y las redes, porque él está en ese juego y lo domina. Ese ha sido el principal desafío. A veces es muy difícil y hay que ponerse en el papel de abogado del diablo para tratar de entenderle a él y a sus votantes. Genera un rechazo enorme pero si queremos saber qué pasa en Estados Unidos hay que saber qué claves le han llevado a presidente.
¿Será especial para usted encabezar la cobertura de los premios Princesa de Asturias?
Yo soy de Oviedo, soy asturiano y trabajé durante más de un año con la Fundación ahora de Princesa de Asturias. Tengo aún muy buenos vínculos allí. Si me toca a mí será un gran honor personal, sin duda.