Una temporada ha durado la vuelta de Oriol Nolis a la primera línea de los informativos nacional. El pasado septiembre fue recuperado para comandar la edición de Telediario del Fin de Semana, más de tres años después de ser cesado de forma fulminante (recalaría a continuación en el centro Sant Cugat del Vallès), y ahora que se avecina el final de temporada televisiva, se desvela que el periodista catalán dejará vacante su puesto de cara al siguiente curso.
Una decisión que, aunque pueda parecer repentina para el público, había sido tomada largo tiempo atrás y que por lo tanto no pilla por sorpresa al área que dirige Begoña Alegría. La salida del profesional fue avanzada por Bluper, que habló de “motivos personales” para justificar esta marcha. En declaraciones a VERTELE, el aludido nos los explica con detalle: “Antes de que me llamaran para volver al Telediario, ya tenía en mente irme a pasar un año fuera, a estudiar o a colaborar con una ONG”. Y eso es lo que hará, con la intención de “darse un respiro” de la actualidad y el periodismo.
Aprovechando este inminente fin de etapa, hablamos con Nolis sobre los cambios que ha experimentado TVE durante el último año, las diferencias que ha detectado con respecto a su anterior etapa en el puesto y las posibilidades de futuro para la corporación. También remarca que con este cambio de aires no pretende clausurar una etapa en televisión: “La televisión me sigue apasionando, es el medio en el que he crecido y no descarto volver a estar en primera línea”.
¿Qué motivo le ha llevado a abandonar el Telediario?
El motivo es el que ya tenía previsto cuando volví al Telediario a Madrid, porque entre mis planes no estaba volver al Telediario, pero luego me lo propusieron y acepté solo para una temporada. La directiva ya lo sabía. Antes de que me llamaran para volver al Telediario, ya tenía en mente irme a pasar un año fuera, a estudiar o a colaborar con una ONG que estoy acabando de decidir estos días; y si puedo, me gustaría hacer las dos cosas a la vez. Me apetecía hacer algo que no estuviera relacionado con la televisión o con el periodismo durante durante un año, darme un respiro.
Si bien la decisión estaba tomada de antemano, ¿no hubo ningún cambio de planes por su parte en todo este tiempo?
Estaba entre mis planes antes lo ha seguido estando. Lo que no estaba en mis planes era volver al Telediario: cuando me hicieron la propuesta les costó convencerme, y en principio dije que no. Pero luego hablándolo y sabiendo que iba a ser solo una temporada me lo tomé con muchas ganas e ilusión. Esto es un parón de un tiempo para ampliar experiencias.
¿Qué le motivó entonces a aceptar la propuesta de Begoña Alegría de retornar a los fines de semana?
Llevaba en Barcelona ya tres años de editor y presentador y esto me permitía estar de nuevo en Madrid. Para mí los cambios siempre son un estímulo, y el proyecto de Begoña me parecía ilusionante. Me apetecía volver a trabajar con mis compañeros en Madrid y estar en el Telediario siempre es estar en primera línea. Era una manera de aprovechar al máximo ese año haciendo haciendo algo que me gusta mucho.
Además era ilusionante desde muchos puntos de vista. Me estimulaba mucho trabajar con el equipo de edición del Fin de Semana que ha estado este año: Javier Gutiérrez o Miguel Ángel Hoyos, Anabel... También desde el punto de vista de la innovación, en la manera en que hemos contado las noticias. Hemos hecho cosas que no se habían hecho nunca en los Telediarios. Para mí era un gran reto, un estímulo y una ilusión.
Su etapa previa en el TD-Fin de semana se cerró de manera brusca, sin casi tiempo u oportunidad para que la audiencia se despidiera de usted... ¿Era esta una oportunidad para resarcirse tras esa salida?
Fue brusco porque fue de un día para otro, en mitad de la temporada. Siempre he dicho que lo más duro fue dejar de trabajar con mis compañeros. Pero luego los siguientes cuatro años estuve en Barcelona en otros proyectos, en la edición en catalán del Debate y en el informativo territorial. Allí me adapté y estuve estupendamente bien.
No acostumbro a tener cuentas pendientes con nada ni nadie. La silla del Telediario no es de nadie, ni mía ni de ninguna otra persona. Cuando a uno le ofrecen la posibilidad de estar allí sabe desde el primer día que no va a ser para siempre, o uno se irá o le dirán que se vaya. Eso siempre lo he tenido muy claro. No tenía la sensación de tenerme que resarcir de nada. Creo que es imposible construir nada en positivo desde la rabia o el rencor. No volví para vengarme de nada ni de nadie, ni porque creyera que merecía más que nadie estaba allí. Sencillamente surgió la oportunidad y la aproveché, y viendo cómo ha ido la temporada creo que fue un acierto volver.
Comparando ambas etapas, ¿qué cree que ha cambiado en los informativos de TVE en este tiempo?
En televisión ha pasado lo mismo que a los periódicos en los últimos años: los digitales y las redes sociales anticipan enseguida el titular de la noticia. Cuando la gente pone el Telediario contamos cosas que a lo mejor la gente ya la sabe. Una de las obsesiones ha sido intentar contar las cosas de otra manera sin dejar de ser rigurosos y precisos, utilizando todos los instrumentos que tenemos para trocear la información y hacerla más cercana. Este esfuerzo también lo están haciendo otras cadenas, pero nosotros hemos sido incluso más más innovadores. Esto para mí ha marcado un antes y un después respecto a la anterior etapa.
Dicho esto, he tenido la suerte de trabajar con buenos profesionales en todas las etapas en las que he estado en TVE. Tengo el orgullo de haber tenido responsabilidades con todas las direcciones que ha habido: empecé con Fran Llorente en el Canal 24 Horas; estuve con Somoano en el Telediario y en el Debate; con Gundín no estuve en Madrid, pero pude jugar en el Centro Territorial de Sant Cugat editando informativos y presentando la edición en catalán del Debate; y con Begoña Alegría he vuelto al Telediario.
¿Cuáles cree que son los retos a los que se enfrenta TVE en el terreno de la información?
Tenemos que conseguir que la información que hagamos la consuma todo tipo de público. He sido profesor en la universidad y una de las cosas que más nos sorprende es que la gente de entre 20 y 23 años ya no ve ningún telediario. Sí consumen la información es a través de noticias en Twitter, de vídeos en YouTube o en Facebook... La manera de ver televisión está cambiando a pasos agigantados. Nuestro principal objetivo debería ser mantener el rigor y la pluralidad, pero teniendo en cuenta que nos tiene que consumir un público que ya no ve el telediario y que a lo mejor ya no lo verá nunca.
¿Qué puede hacer la corporación para recuperar el hueco informativo que fue perdiendo durante los años del gobierno del PP?
Una de las cosas buenas que tiene la televisión pública es que todo el mundo te exige porque es la televisión de todo el mundo. El público opina mucho más de lo que hacemos nosotros que de lo que hacen otras televisiones. Y eso lo veo como un reto. Estar sometidos al escrutinio y vigilancia del público nos obliga a ser mejores.
Hay una cosa básica, sin la cual no vamos a poder recuperar una parte del público en etapas venideras, y es conseguir que la televisión pública deje de ser un objeto de discusión entre entre partidos políticos y que sea una percibida por los ciudadanos como de todos ellos. Para conseguir eso tienen que pasar varias cosas, una de ellas es que el concurso público para escoger un nuevo consejo de administración y presidencia termine.
Cada uno tiene su fórmula para intentar que TVE deje de estar en boca de las discusiones políticas. La mía sería que la televisión pública funcionara con un grado de autonomía como el de las universidades públicas. Las universidades públicas se financian con el presupuesto público pero no se cambia la dirección o gestión cuando cambia un gobierno, a los rectores de las universidades los escogen alumnos, profesores y el personal que trabaja allí. Aspiraría a un modelo parecido a éste, que es parecido al que hay en BBC. Creo que sería bueno para todos: para nosotros, para la sociedad y también para los políticos, porque una de las funciones de los medios de comunicación es fiscalizar o controlar a a los a los poderes públicos y eso sólo se puede lograr con un grado de independencia y autonomía elevado.
La situación de RTVE sigue ahora en el limbo, con Rosa María Mateo aún como administradora única y a la espera de lo que determine el nuevo parlamento sobre el concurso público para formar nuevo consejo de administración. ¿Qué cree que pasará ahora con la pública?
No tengo ni idea, no lo sé. Lo deseable sería que se resolviera cuanto antes mejor. Estamos en una situación de provisionalidad desde el mismo momento en que empezó esta etapa. En algún momento tendrá que terminar y se entrará en una etapa más estable que, espero, sea fruto de la resolución del concurso.
Ahora que cierra una nueva etapa en el Telediario, ¿se plantea una posible vuelta a medio o largo plazo?
Ahora mismo no me lo planteo, pero no lo descarto en absoluto. La televisión me sigue apasionando, es el medio en el que he crecido y no descarto volver a estar en primera línea en los informativos o en algún otro formato. Esto es una pausa y luego veremos veremos qué ocurre. Aprendí hace tiempo que es mejor no hacer demasiados planes a medio y largo plazo. Intento dejarme sorprender.
Tiene una novela publicada, La extraña historia de Maurice Lyon
Sí, esa es otra de las cosas que tengo en la cabeza y que me gustaría hacer durante el próximo año. Tengo una idea que quiero desarrollar desde hace tiempo y es verdad que, aunque trabaje el fin de semana, la intensidad de estar en el telediario no me permite despejar la cabeza lo suficiente como para volver a escribir entre semana.