Movistar ya ha puesto fecha y mostrado el primer tráiler de su próximo estreno de ficción. El viernes 5 de abril verá la luz 'Justo antes de cristo', su comedia protagonizada por Julián López ambientada en la época de los romanos.
Con una fotografía y presentación más que cuidadas, que se alejan por completo de la idea preconcebida que el espectador podría tener al asociar al actor “de romano” y la comedia con una especie de Muchachada Nui, en la presentación de la ficción ya presumieron de tener “a los guionistas más brillantes de este país”.
Montero y Maidagán son los creadores de Justo antes de Cristo. Y su importancia en el proyecto queda clara cuando hablamos con Nacho Vigalondo y Borja Cobeaga, los dos prestigiosos directores que se hacen cargo de sus capítulos.
Con ellos charlamos para saber cómo aceptaron el proyecto, cómo han acoplado su trabajo, su postura respecto a los guiones y la irremediable comparación con una comedia mítica sobre romanos como es La vida de Brian.
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¿Cómo llegásteis a la serie, cómo os llegó el proyecto?
Vigalondo: Recibí los guiones y la propuesta de manos de Pepón, porque soy muy fan de los dos. Me mandaron un mail con los capítulos, y hubo una llamada de teléfono en la que les dije que me gustaba mucho y que estaba dispuesto a hacer la serie. Tengo que reconocer que no los había leído. Estaba metido en otro follón en Los Ángeles, me parecía muy ofensivo decirles “no me los he leído”, y preferí decir que me los había leído y que quería hacer la serie. Es una cosa temeraria, porque si luego lo leo y me parece horripilante, tengo un problema. Pero no fue el caso. Tenía confianza ciega en los creadores, y me sentí muy seducido por el título. Fue como: ¿Quiero hacer una serie llamada 'Justo antes de Cristo? ¡Sí!
Cobeaga: Llegamos al proyecto igual, porque somos amigos de Pepón y de Juan. A mí lo que me pasó es que me ofrecieron dirigir varios capítulos, me leí el primero que transcurría dentro del campamento y todo eso, y que era muy divertido, y dije: adelante. Y luego me llegaron los capítulos que tenía que hacer, y eran en un bosque, en una cueva, en Segovia, en Guadalajara... O sea, no tenían absolutamente nada que ver con lo que había leído en cuanto a ubicación. Imaginaba algo bastante más tranquilo, pero no ha sido nada tranquilo.
Nacho, ¿por qué te atraía y apetecía tanto hacer una serie titulada 'Justo antes de Cristo'?
Vigalondo: ¡Es un título buenísimo! Refleja perfectamente el tono de la serie de una manera muy delicada. Lo rimbombante y también la humildad que requiere una frase así. No se titula 'Un siglo antes de Cristo', sino 'Justo antes de Cristo', y hay una ternura ahí incluida en el título.
En tu caso Borja, ¿no te gusta más rodar en exteriores, por aquello de la veracidad?
Cobeaga: Hombre, si llueve y hace una temperatura por debajo de los cero grados, prefiero estar en un plató. A pesar del polvo que hay en él, que es insalubre. Pero evidentemente una de las gracias de la serie es que tiene algo de telecomedia dentro del campamento, aunque justamente mis episodios son muy de exteriores y eso mola mucho. Lo que pasa es que los pobres actores con una túnica, lloviendo, y con cinco grados bajo cero, pues no hace mucha gracia.
¿Cómo os habéis dividido los episodios?
Cobeaga: Ha sido una cuestión de calendario, ni siquiera de afinidad. La serie es la que tienen en la cabeza Pepón y Juan, nosotros nos hemos adaptado bastante a esa visión, y creo que incluso va a ser difícil, si no ves el crédito final, saber quién ha dirigido cada cosa. Simplemente Pepón dirigía los primeros y los últimos, y los del medio son de Nacho y míos. No va nada más allá de eso.
¿Y cómo habéis hecho para que haya cierta uniformidad?
Vigalondo: En mi caso, confío mucho en los actores. Esto no es como una película, donde tú tienes todas las respuestas. Es diferente porque vienes de seis capítulos que no has visto, porque la serie se está montando cuando yo empecé a realizar. Entonces no tienes la autoridad que crees tener en otros casos. No he venido crecidísimo diciendo a la gente lo que tiene que hacer y lo que no. Los actores saben bien el recorrido de sus personajes. Por ejemplo, en mi caso, Juan está conmigo todo el rato, y cuando ha habido algún tipo de indicación por su parte de lo que él cree que determina cierto tono y cierta secuencia, yo le he hecho caso, claro.
Cobeaga: Precisamente lo que más me apetecía hacer de una serie, porque en televisión había escrito algo y dirigido sketches, era ver cómo era el trabajo en sí. Y yo veo el currazo que se pegan Pepón y Juan, y me da mucho vértigo. Porque llevan muchos años preparando el proyecto, y trabajan tan a tiempo completo que yo quedo con Pepón los sábados para hablar de ciertas cosas de la serie porque no puede otro día. Me da vértigo el currazo que se pegan, porque en una película es intenso pero está mucho más acotado. Una serie abarca muchos más aspectos. Tiene 100 actores, que es una barbaridad, y ellos han visto cástings, han seleccionado, está todo el proceso de localizaciones, de construcción del decorado... cosas que yo como director episódico no me he comido. Me parece menos arriesgado plantearme una aventura al Nepal que todo esto. Me lo pienso mucho diciéndome: es que me gustaría tener vida.
¿Eso dificulta, o incluso evita, que incluyáis vuestro sello?
Vigalondo: Quizás es mala idea por su parte, pero tampoco me han marcado de forma estricta el tipo de lenguaje. Sí que hay directrices globales muy vagas, muy fáciles de pillar, en una charleta que no duró casi nada. Al final las limitaciones reales estilísticas te las da la cantidad de material que tienes que rodar al día. Pero las he tenido yo siempre, vengo de donde vengo y he hecho las películas como las he hecho, no existe un día de rodaje holgado en mi vida. Pero no tengo la sensación de volver a casa habiendo “ilustrado” lo que había en papel, sino que creo que todos los días he podido ser feliz colocando algo mío.
¿Hasta qué punto son importantes en la serie sus creadores?
Cobeaga: Algo fundamental de la llegada de las plataformas es que están dando trabajo a la gente. Y sobre todo a equipos técnicos que lo mismo antes tenían una película de siete semanas y que ahora a lo mejor tienen un rodaje de tres meses. Y los guionistas están teniendo más poder. Una de las cosas que me han pasado en esta serie, y que he pensado qué bien está, es que muchas veces tienes a Juan junto a ti. Y yo le miro y le pregunto: “¿Oye, esta toma es buena?”, que para un director sería impensable hace unos años. En cine desde luego es impensable, que tenga que dar el visto bueno el guionista a una toma. De hecho, que esté en el rodaje ya es impensable. Pero que encima tenga el poder y que marque el tono, es una ventaja buenísima porque ellos dos tienen la serie en la cabeza completamente.
¿Habéis dado algún “consejo” en cuanto a guión?
Vigalondo: No. Soy tan tikismikis como imagináis a la hora de lidiar con un guión que no he escrito yo. Pero en este caso los guiones han requerido por mi parte muy poco toqueteo. Quizás lo que más he aportado ha sido a nivel de dinámicas de cosas en pantalla, o decisiones de cámara, o quizás el tono. Estoy muy contento con los diálogos de esta gente. Soy hipersensible con los diálogos que parecen escritos, quizás por errores que he cometido en el pasado, me gusta que los diálogos tengan una naturalidad muy concreta. Y en esta serie van solos.
Cobeaga: Yo entro en esta serie por amistad y porque me gustan los guiones. Es que están muy bien. Y por ejemplo, si un actor empieza a improvisar y ves que está peor que en el guión, le dices: no no, cíñete al guión que está mucho mejor así. No es una cuestión de respeto a los guionistas, sino de calidad. Tiene muchísimo diálogo, es muy coral, y creo que una ocurrencia de último minuto no va a mejorar los meses de Pepón y Juan escribiéndolos.
Los creadores nos han dicho que tenían este proyecto pensado desde hace 10-15 años. ¿Os habían hablado de él antes?
Cobeaga: Muy salteado. Yo sabía que sí era un proyecto de serie que lo tenían ahí, y aunque no había llegado a leer nada sí sabía que existía. De hecho, las conversaciones para entrar yo y dirigir alguno vienen de hace bastantes años. Es decir, que empezó a tomar forma y posibilidad de hacerse hace bastante. Las primeras conversaciones con Movistar son de hace tres años o algo así, y yo había momentos en los que podía porque no estaba con otra cosa, y otros en los que no. Y finalmente ha cuadrado para que esté, que ha sido estupendo. Si no era esta, sería otra serie escrita por ellos.
¿Hay personajes reivindicativos y guiños a la actualidad?
Vigalondo: No creo que sea necesario, ni es algo que la serie esté pidiendo. No es este tipo de discurso, con un vínculo directo a lo que está pasando ahora. La serie no está buscando paralelismos entre lo que pasa en pantalla y lo que pasa a día de hoy, pero por supuesto eso no quiere decir que la gente no esté autorizada para encontrar esos vínculos, e incluso no quiere decir que la gente no tenga razón. Porque la lectura más importante es la del público, no la de los creadores. Los creadores aquí no pintamos nada.
¿Y cómo se consigue el tono entre la presentación “seria” de drama y la comedia que subyace?
Vigalondo: Hay dos tipos de comedia, y no tienen tanto que ver con el tipo de acontecimiento que se da en cámara como con el tipo de respuesta que tienes de los personajes. Da igual que pase algo tremendamente surreal, porque si los personajes reaccionan de forma naturalista, estamos ante un tipo de comedia muy concreto que no tiene nada que ver con el surrealismo. Por ejemplo los Monty Python tienen películas surrealistas como 'El sentido de la vida', pero en 'La vida de Brian' el protagonista reacciona como reaccionaríamos nosotros ante cada una de las desavenencias que le suceden.
Cobeaga: La serie es realista, más que seria. Todos, Nacho, Pepón, Juan; pensamos que cuanto más de verdad sea más gracia va a hacer. Es decir, que si un campamento romano en vez de ser una tienda de cartón es una tienda de tela ambientada que la creas, va a ser más gracioso. Nos basamos en esa premisa. Más que seriedad, es cuestión de realismo. Luego, evidentemente, en el reparto hay actores que te dicen que un drama del holocausto no va a ser. Quiero decir, que claro que la serie en realidad va a ser una comedia que tiene mucho de aventurillas, de folletín, muy poco de folleteo y muchas muertes. Hay más muerte que sexo, no es 'Juego de Tronos'.
Ya que mencionáis a Monty Python, ¿hay semejanzas con 'La Vida de Brian'?
Vigalondo: En esta serie no hay anacronismos ni salidas de tono fácilmente asociables a los Monty Python, pero sí que el personaje de Julián representa a alguien que podemos imaginar en otra serie como 'Girls' en un momento dado.
¿Cambia mucho a la hora de rodar una serie de época?
Cobeaga: Influye muchísimo. Cuando haces una peli o una serie de casas y bares, ensayas y ruedas. Aquí ensayas, ponte bien la armadura, la sandalia... pueden pasar 15 minutos por los detalles de decoración, de que tengas que encender fogatas y pebeteros, etc. Lo que en una serie convencional contemporánea es encender una lámpara, aquí tiene que venir el de efectos, medir la distancia para que el pelo del actor no se queme, cosa que ha estado a punto de suceder muchas veces... se diferencia mucho.
Vigalondo: Para mí ha sido una crisis tener que crear algo de época. Por la razón que sea, estoy como creativamente anclado en el presente. Me cuesta mucho imaginarme hacer algo en un convento en el siglo XIX. Me resulta muy complicado, tendría que encontrar material literario superpotente para hacer la película. Tengo una constante desconfianza en mí mismo, tiendo a contar cosas muy próximas a mí porque puedo creerme en un momento dado que sé de lo que estoy hablando. Pero si tuviera que crear algo ambientado en otra época, mi crisis de ansiedad y mi síndrome del impostor se dispararía hasta el infinito. Para mí eso sería un problema, pero aquí no soy el creador de la serie, sino que tengo que ilustrar la página. Y en ese sentido, contar que alguien es un neurótico en el siglo XXI no es tan diferente que contarlo en este contexto en el que transcurre la serie.
¿Eso es porque tampoco hemos cambiado tanto en 2.000 años?
Vigalondo: Es que la condición humana es la misma. Una cosa que me gusta mucho decir en voz alta con Pepón y Maidagán es que esta serie es sobre un neurótico, sobre la condición del neurótico y la condición de la persona deprimida. La serie habla abiertamente de las crisis de ansiedad, de la depresión, de la neurosis... Eso antes no estaba documentado así, pero 'La Odisea' de Homero está llena de neuróticos en un momento dado. Eso no ha cambiado.
¿Érais muy frikis del mundo romano?
Cobeaga: No. Para nada. Lo básico. Lo que puedes dar en historia antigua en COU. Lo que me apetecía básicamente es que era una comedia. En realidad me podía sentir cómodo porque era gente hablando, pero con túnicas romanas y trajes de bárbaros, que es lo que más me atraía. Hacer algo diferente en ese sentido, algo de época. Me apetecía un montón.
¿Cuál es la escena que más tomas habéis tenido que hacer?
Cobeaga: Pues era porque un figurante no sabía reírse. Tenía que pasar por delante de cámara y reírse, y cada vez la cara que ponía era más demencial. Y yo le decía: “¿Pero tú te ríes así? ¿Qué haces?”, y él me decía que sí. No, nadie se ríe así, ni siquiera Chuky el muñeco diabólico. Es que además en esta serie la figuración tiene un papel fundamental. Estamos todo el día metidos en el campamento, salen los mismos todo el rato. Hubo otra escena que me hubiera gustado repetirla más, de una carrera por el monte, pero Julián tenía el pie en carne viva y ya hizo un esfuerzo descomunal por seguir. Físicamente es dura la serie.
¿Es más fácil irse atrás para hacer humor y no pisar ningún charco?
Vigalondo: Yo creo que un chiste homófobo de época es exactamente igual que un chiste homófobo contado a día de hoy. Y así todo. Hacer algo de época no te libra de que sea potencialmente ofensivo. No creo que funcione así, no creo que la hipersensibilidad que existe ahora se frene porque estés hablando de otra época. No hay ningún momento en el que alguien se suene los mocos en una bandera española, pero en un capítulo mío alguien se suena los mocos con una bandera, he de decirlo.
¿Y eso ha sido casualidad?
Vigalondo: ¿Tú qué crees? Sería maravilloso que fuera casual. Rodar eso y que alguien diga: “Por cierto, ¿has oído lo que le pasó a Dani Mateo?”.
¿El apogeo de las series es en detrimento del cine?
Cobeaga: Se sigue produciendo mucho cine, se siguen estrenando muchas películas. creo que las dos cosas van a convivir bastante. El hecho de que haya tantas series no es el final del cine.
¿Y gracias a las plataformas se puede arriesgar más?
Cobeaga: Sí, porque en realidad no sabes cómo vas a acertar. Quién iba a decir que una serie de unos atracadores de la Casa de la Moneda iba a ser una de las más importantes del mundo.
*Puede ver nuestras ENTREVISTAS a Julián López, a Xosé Antonio Touriñán, a Priscilla Delgado y a Julián LópezXosé Antonio TouriñánPriscilla DelgadoCésar Sarachu