Esperanza Aguirre fue la tercera invitada (tras Bertín Osborne y Jorge Bárcenas) en pasar por el confesionario de José Antonio Avilés, en Viva la vida de Telecinco. La que fuera presidenta de la Comunidad de Madrid respondió a las preguntas que le lanzó el colaborador y hasta le pidió que moderara su vocabulario al estar en un “confesionario”.
Aguirre habló de sus planes en una política que “no piensa” dejar “mientras tenga salud”, aunque donde no va a estar es “en primera línea”. Sobre esa época, confesó ser muy “llorona” y que, en aquellos entonces, “algunos compañeros en política descubrieron las razones por las que lloraba: por impotencia, por rabia y pena de mí misma”, enumeró.
Avilés quiso saber si le había traído consecuencias a su vida personal, su faceta profesional. Algo que ella confirmó sin pensárselo y puso un ejemplo: “Tengo siete hermanos, todos viven y trabajan en Madrid, unas tenían una sala de conciertos que tuvieron que cerrar como consecuencia de ser yo concejala de Medio Ambiente”.
Aseguró que no era rencorosa y que no recordaba a la gente que se había distancia de ella tras alejarse de la primera línea, aunque seguro que la había. Mientras que también confirmaba haber “decepcionado” a algunos y “otros que me querrían ver muerta que, de hecho, lo publican en Twitter”, lamentó.
El colaborador también recordó que Aguirre había sido de las primeras políticas en hablar de sus retoques estéticos y ella los recordó: “Me quité los párpados caídos. Lo próximo va a ser esto - dijo señalando la papada- que me lo haré cuando tenga dinero que ahora soy pensionista”, dijo entre risas.