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“Gala 4 de OT 2018: Bienvenida a tu cinta, Ana Torroja”

"Gala 4 de OT 2018: Bienvenida a tu cinta, Ana Torroja"

Álvaro Medina

Ana Torroja, la audiencia de Operación Triunfo ha decidido proponerte para abandonar la Academia. Bienvenida a tu cinta.

I am what I am. Soy lo que soy. Con esta canción de Gloria Gaynor, los concursantes abrían un programa cargado de expectación después de la polémica de Ana Torroja y la expresión homófoba (porque lo es) en la canción que cantarían Miki y María. ¿Y qué le ha tocado ser esta vez a Ana Torroja? Pues la mala de la película. Pero como hay que dosificar el drama, vamos poco a poco.

Empezamos la gala con los concursantes salpicados por el plató cantando el tema de Gaynor hasta que, en un loco giro de los acontecimientos, unos cuantos empiezan a bailar Coyote Dax en el centro del escenario. De repente estamos en una boda. Pero oye, que bien, eh. OT empezó su edición con un This is me que emocionó a todos y todas y siguió en las posteriores galas con unos arranques decepcionantes. Ayer lo remontaron con mucha dignidad: con una Gloria Gaynor con chaleco de flecos y las manos en la hebilla del cinturón.

Es hora de que canten los nominados. El primero es Damion, y hace algo realmente complicado: subirse a cantar Give me love, de Ed Sheeran, con la única compañía de una guitarra y unos cuantos bailarines que pasaban por ahí. Porque la idea era simular que cantaba en la calle, lo mismo que hacía en el centro de Madrid antes de entrar en la Academia. Esta vez no se ha parado nadie a echarle una moneda, menos su novia, a la que conoció exactamente así, en la calle. A ella le gustó como cantaba Damion, así que le mandó un mensaje a Instagram: “Yo no te he echado propina, pero si quieres…”. Cuando aquello se iba a tornar en una peli porno millennial, por fin, completó la frase: “…te invito a tomar algo por el centro”. Ya, claro.

Turno de Joan y su Bed I Made, de Allen Stone. Ay, Joan. Es probable que nunca haya recibido tantas fotos y memes de un culo en un grupo de Wahtsapp, pero ayer consiguió por fin que se hablase sobre lo que importa: su forma de cantar. Fue, sin duda, su mejor actuación desde el inicio del concurso. Hay que reconocer que tampoco era difícil, pero arriesgó con un tema distinto, guitarra en mano. Y acertó.

Y después de los nominados, llega la primera parte del vídeo en la que los concursantes reciben las llamadas de sus familiares. Madre mía, cómo lloran. No es que lleven un mes sin ver a sus padres, algo que sería fuente de felicidad para cualquier veinteañero, sino que parece que les hubieran puesto la muerte de la madre de Bambi mientras pican cebolla y les dicen que tienen el mismo futuro profesional que Javián.

Les toca a Julia y Dave y pasa algo que el gaditano ya había vaticinado en uno de los vídeos: “Es el tema de Julia con una colaboración mía”. La imagen era la de una cantante profesional que visitaba el escenario de OT y daba la oportunidad de cantar a uno de sus concursantes, diez años menor. Mientras Julia coge carrerilla para colocarse entre una de los cinco finalistas con una madurez vocal incuestionable, Dave… pues lleva unas camisas muy bonitas. Su interpretación es la más floja de la noche, aunque no deje de ser uno de los concursantes que mejor cae dentro y fuera de la academia.

Marta y Marilia, Lo echamos a suertes. Parecía imposible que teniendo dos concursantes que se llaman como las integrantes de Ella baila sola hayan dejado para la gala 4 algo que era más que obvio. Marta es una chica con dudas. No sabe porque le baila un gusano en la tripa, pero tampoco reconoce a sus padres por teléfono: “¿Mama? ¡Mamaaaa! ¿Papa? ¡Papaaaaa! ¿Hola? ¡Holaaaaa!”. Qué manejo de la dialéctica tiene esta chica.

Total, que cantan, lo hacen muy decentemente y el millennialismo tardío queda muy contento. Cantando con una voz como la de la Marta, lo más fácil que le podía pasar a Marilia era que desapareciese, pero la canaria no se dejó comer y, poco a poco, avanza gala a gala, sin pena ni gloria, sin sobresalir pero sin decepcionar. Ojo, que puede ser la Miriam de OT 2018 y llegar lejos.

Acaba la actuación y Joe Pérez Orive, con una chaqueta de domador (otra vez), dice que el nivel está muy alto. En este momento llega la reflexión de media España en la que se pregunta por qué Rosa María Mateo, administradora única de RTVE, no pudo ponerle todas las chaquetas de domador de los departamentos de vestuario a Jenaro Castro antes de mandarle a paseo. O hacer una hoguera con ellas, o algo.

Bueno, turno de Famous y su Take me to church. Alucinante. No hacía falta nada más que su voz, cuatro vidrieras proyectas en el suelo y él subido a una tarima para dejar a todo el mundo boquiabierto. Famous anoche consiguió lo que parecía imposible: hacernos creyentes. Que se lo plantee la Conferencia Episcopal como estrategia de marketing: Famous cantando que le lleves a la iglesia en lugar de decir que los mariconez van a ir al infierno. En cualquier caso, aunque la actuación recordase por su puesta en escena al Dios de La Llamada o al Nobody but you de Cesár Sampson en Eurovisión, Famous nos llevó a la iglesia. Para casarnos o para pecar, lo que ya quiera cada una o cada uno.

Luego nos ponen un vídeo de María cantando utilizando una lata de cerveza como micrófono y nos representa. Y de repente cambiamos de formato y estamos en Tu Cara Me Suena y una tal Mon Laferte se sube al escenario vestida de Amy Winehouse.

Después conectamos con Noemí, que está más animada que Sabela cuando cantó el Viva la vida la semana pasada, y cuenta que el Chat temático será de Harry Potter y que ella no ha visto esas películas y que hay gente con nombres muy raros: Harry, Ron, Hermione… Porque en la Academia todos se llaman Paco y Carmen y no Damion, Famous, Marilia o Sabela.

Y llega el momento que esperábamos. Roberto llama a María y Miki y el plató les ovaciona dejando clara la posición del público. María le pregunta a Roberto que si le gusta la canción. Microinfarto. Falsa alarma: era para darle el tapón. Ajenos por completo a la polémica que se ha montado fuera de la academia y la posición tan viejuna y rancia de Torroja, Miki lo vuelve a dejar claro: quisieron cambiar la palabra mariconez de la letra porque “es una palabra que nos molesta muchísimo”. Y el público les vuelve a ovacionar y Ana Torroja permanece impertérrita. Pero es lista y sabe que no puede entrar en un juego que ya tiene perdido, así que sale del paso diciendo que le gusta cantar Quédate en Madrid tal y como se escribió porque simplemente es una canción de amor.

Total, que al final cantan mariconez sin ningún tipo de problema de sonido de esos que tanto hay en la gala y que, para nuestra desgracia, no coincidieron con este momento. Estamos tristes. Pero Miki y María cantan su mejor tema de la edición, con su versión más dulce, en un escenario oscuro y lleno de niebla que nos hace pensar que en cualquier momento aparecerá Ana Torroja con una capa y se convertirá en un murciélago mientras grita: “Ahí os quedáis”. Pero no, ella escucha con los cascos atentamente, sujetándolos con una mano mientras en la otra tiene el número de sus abogados marcado.

¿Nos íbamos a quedar sin nuestro drama? Pues iba a ser que no. En cuanto terminó su actuación el plató entero comenzó a gritar “estupidez, estupidez, estupidez”. Seguro que a Torroja le sentó igual de bien que cuando le llegó la carta de Hacienda. Bienvenida a tu cinta, Ana.

Suavizamos un poco el momento de tensión con un vídeo en el que la madre de Carlos Right le dice a su hijo: “Me pones muy triste cuando no comes”. ¡Cuantas veces hemos oído esto, (y no siempre de nuestras madres)! A nosotros nos puso bastante triste su interpretación junto a Sabela de Estrella Polar, de Pereza. No estuvo mal, pero sin duda fue de las más flojas de la noche. A continuación llega La tormenta de Noelia y sus desafines en forma de rayos y truenos. La voz más potente de la Academia no supo controlar la canción y el ventilador no fue suficiente para tapar su mala ejecución.

Pero, por fin, es el turno de Natalia y Alba Reche. Para alimentar el shippeo y acostumbrarnos al hecho de que hayan vestido a Alba como si Olivia Newton John se hubiese perdido un sábado en Chueca, nos ponen un vídeo en el que Natalia le dice cosas como “quiero que me escribas algo y me la tatúo con tu letra” o “quiero escribirte armonías siempre”. Living.

Total, que empieza la actuación con un Roberto Leal en la retaguardia bailando como cuando se acaba la barra libre de una boda mientras Natalia y Alba Reche nos dejan alucinando. Tampoco hace falta buscarle muchos calificativos, juzgad vosotros mismos.

Pedro Sánchez y Pablo Casado lanzándose los trastos con la estabilidad del sistema de pensiones y solo hacían falta dos chicas de veinte años cantando Britney Spears en TVE para solucionar la envejecida pirámide de población. Ayer media España se quedó embaraza viendo a Natalia y a Alba Reche. Son las claras favoritas del concurso: por tener las mejores voces, por ser diferentes, por ser libres y no esconderse y por ser ellas mismas, algo que se echa de menos en OT2018.

Después de que nos suba la tensión, llega el momento de despedir al tercer concursante de la edición: será Joan, con el 65% de los votos. Y llega el turno de los favoritos y favoritas. El público elige, cómo no podía ser de otra forma, a Miki, Alba Reche y María. Y la favorita es María. Y María pone cara de aprobar un examen sin haber estudiado y Ana Torroja se da cuenta de que una generación entera le ha hecho cruz y raya.

Los propuestos para abandonar la academia serán Dave, Sabela, Carlos Right y Noelia. Los profesores salvarán a Noelia y los compañeros a Sabela. Y tenemos nuevos nominados: Dave y Carlos Right.

Y se acaba una de esas galas que ya hacían falta. Varias de las mejores actuaciones de la edición, iconos del pop abucheados y sexo y religión en el escenario. OT no estaba muerto: estaba de parranda.

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