Desde la cancelación fulminante de Cuentos chinos, habíamos tenido oportunidad de leer los comentarios en caliente de Jorge Javier Vázquez, así como las ironías del presentador sobre quienes opinaban de su futuro. Ahora bien, el presentador se ha reservado para reflexionar con detenimiento sobre la situación y su porvenir en su columna en Lecturas, revista en la que colabora regularmente.
“Me duele defraudar a los demás, me hace sentir vulnerable”, confiesa el presentador sobre el fracaso que ha supuesto esta apuesta del access prime time, retirada después de apenas 10 emisiones “tras no obtener los resultados esperados” por Mediaset. “Ha sido visto y no visto”, añade, aunque “ayuda pensar que en televisión una cancelación no es algo inusual”.
“Cuando me presentaron el proyecto de Cuentos chinos jamás se me pasó por la cabeza que el programa pudiera llegar a ser cancelado. Y mira que se me presentaron opciones pero esa, nunca”, reconoce el showman, para quien este formato, producido por La Fábrica de la Tele suponía su retorno a las pantallas después de meses de ausencia; no hay que olvidar que desde mediados de mayo se encontraba de baja por prescripción médica, lo que le llevó a ausentarse del final de Sálvame y de Deluxe, tras 14 años, así como del cierre de edición de Supervivientes 2023.
“La responsabilidad puede convertirse en tu peor enemigo”
“Creía sinceramente que podríamos hacernos hueco en una franja muy complicada en la que, además, Telecinco llevaba mucho años sin apostar. No había costumbre de pasar por la cadena para ver un programa que empezara a las diez menos diez de la noche. Pese a todo, estaba convencido de que lo lograríamos”, continúa con su valoración de esta apuesta. Una apuesta, cuenta, que se le planteó en junio, aproximadamente, según cuenta y a tenor de las fechas.
Hacía años que no sabía lo que era esperar con angustia, incluso con miedo, el resultado de un programa
“Me decían que la lucha iba a ser dura pero yo, optimista redomado, siempre contestaba que menos de lo que pensábamos. Que después de tantos años haciendo televisión seríamos capaces de conectar de nuevo con el público. Y que podríamos convertirnos en una alternativa”, reconoce Vázquez, que dice haber pasado meses de incertidumbres y de inseguridad.
“Cuando vienes de presentar un programa de televisión que ha hecho historia y de conducir los realities más exitosos de este país, la responsabilidad puede llegar a convertirse en tu peor enemigo”, prosigue sobre este fracaso.
El “jarro de agua fría” de las audiencias
“A veces es complicado pensar que no puedes estar a la altura de lo que los demás esperan de ti”, escribe el presentador, que reconoce haber estado “muy nervioso” en las semanas previas al estreno. Eso sí, aclara que “nunca se planteó la posibilidad de estrenar el día que volvía Pablo Motos”. Esto le lleva a dedicar buenas palabras a la competencia de Antena 3. “Sabía que todos los días tendrían un invitado potente”.
Sobre las audiencias, también desvela haber tenido su porra: “Yo soñaba con un 13. Esa sería una audiencia extraordinaria. La cadena está pasando por un momento complicado y había que tener los pies en el suelo”, expone Vázquez, que dice que “hacía años que no sabía lo que era esperar con angustia, incluso con miedo, el resultado de un programa”. “Fue un jarro de agua fría saber que el dato era poco más de un nueve. No lo esperaba”, continúa.
El hecho de que ese día 12 compitieran con un partido de la selección masculina de fútbol tampoco ayudó. “De las tres semanas que ha durado el programa no ha habido ningún día que recibiera menos tranquilo las audiencias porque no ha habido ni uno solo que tuviéramos motivos para aferrarnos a una mínima dosis de optimismo. Eso sí, yo siempre iba a trabajar con la ilusión de que a partir de esa noche todo cambiara y comenzáramos a afianzarnos poco a poco. Nunca sucedió”.
“Hacía 15 años que no me quedaba sin programa”
Vázquez asegura que “durante estas tres semanas he intentado vivir muy al margen de todo lo que se publicaba sobre el programa y sobre mí”. Eso sí, tras las informaciones sobre cómo se encuentra, es pragmático: “A partir de ahora se presentan ante mí numerosos escenarios: volver pronto a trabajar con un programa que funcione, no volver a trabajar en un tiempo, volver con otro fracaso, que no vuelva a trabajar nunca más. Por eso es hora de estar tranquilo y no anticiparse a lo que pueda suceder”, dice el también escritor.
“Hacía quince años que no me quedaba sin programa que presentar. Me enfrento a una situación nueva en un momento favorable de mi vida”, dice, enfocando el porvenir con optimismo y declarándose afortunado por su carrera y “sin miedo” en el ámbito laboral.
No me gusta dar pena porque me parece una falta de respeto a la gente que lo pasa verdaderamente mal.
“Ahora toca aprender a enfrentarse a una agenda vacía libre de obligaciones y compromisos. No sé cómo se hace pero me motiva aprender. No se me ha pasado por la cabeza pensar que no me merecía lo que ha pasado ni abonarme al victimismo. No me gusta dar pena porque me parece una falta de respeto a la gente que lo pasa verdaderamente mal. Son gajes del oficio. Un oficio duro y exigente en el que estás examinándote todos los días. Me ha dado muchas alegrías, sería una muestra de poca generosidad imperdonable”.
“Volvería a elegirlo porque he vivido momentos de mucha felicidad trabajando en televisión”, concluye el presentador, que deja un último comentario para el equipo de Cuentos chinos, de quien confía que encuentren trabajo de inmediato. “Tienen un talento incuestionable y los voy a echar mucho de menos”.