La apuesta de Telecinco por Cuentos chinos, su nuevo programa para competir contra El Hormiguero presentado por Jorge Javier Vázquez, no ha comenzado como podía esperarse. El espacio se mueve en datos del 6%-7%, con una media en sus seis entregas emitidas hasta la fecha de apenas un 7.6% de cuota y 984.000 espectadores, menos de la mitad de la audiencia de Pablo Motos en Antena 3.
El insuficiente rendimiento del programa, que este jueves será retirado para dar prioridad a la gala de GH VIP, ha sido reconocido incluso por su presentador. En el último número de la revista Lecturas en la que colabora Jorge Javier Vázquez, éste hace una valoración sincera de la primera semana de datos: “Las audiencias del programa son, siendo benévolos, manifiestamente mejorables. Personalmente, tampoco están respondiendo a mis expectativas. Esperaba mejores cifras”.
El mismo presentador se pregunta “¿Cómo enfrentarse a una situación así?”, y se responde ordenando sus prioridades: “Para empezar, es importante aceptar la situación. No intentar adornarla ni agarrarse a excusas peregrinas. A mí me sirve aislarme: evitar leer noticias sobre el programa y entrar en redes. No beneficia”. Comparando el estreno del programa a la apertura de un negocio, y cómo influye la asistencia o no de 'clientes' desde el primer momento, reconoce que si no aparecen al ritmo que querías “quizás te empieces a poner nervioso”.
El razonamiento le lleva a rememorar: “Ya he vivido inicios de programas complicados. No me muevo en terreno desconocido. La diferencia que veo con respecto al pasado es que la audiencia está más profesionalizada. Sabe mucho de televisión y cada vez le cuesta más seguir dando oportunidades porque tiene multitud de ofertas a las que acudir si una no le convence. Y el secreto del éxito de la televisión, como el de tantos negocios, es el tiempo. La paciencia. Dejar que los productos reposen y vayan adquiriendo consistencia. Esencia. Y, en el mejor de los casos, alma”, dice, en la línea de lo que analizamos en verTele.
Valorando su experiencia y edad, el presentador prosigue: “También es verdad que se aceptan más los adioses a los cincuenta y tres años que cuando uno está empezando una carrera. En cualquier caso, ayuda tener presente que tu profesión no es operar a corazón abierto y que no existe el riesgo de que se pierda alguna vida”. Momento en el que realiza “Un apunte: siendo el número uno durante muchos años he vivido momentos de profunda infelicidad. Es decir, que ni una audiencia regulera te hunde en el abismo ni lo que conocemos como éxito te da felicidad”.
En 'Cuentos Chinos' estamos en ese momento en el que todo son dudas
Reconociendo el mal comienzo, pero también relativizando su situación, Jorge Javier analiza: “En Cuentos Chinos estamos en ese momento en el que todo son dudas. Ha vuelto la angustia de las ocho de la mañana, hora en la que salen los datos de audiencia. Yo estoy yendo a trabajar con la misma ilusión con la que mi madre echa la Bonoloto. Esperando mejorar un poquito día tras día. Suspirando por una décima más. Luchando por sacar la cabeza y sobrevivir. Así es este negocio. De poco sirve lo que hayas hecho o sido antes. Solo sirve el presente. Aquí no se vive de rentas”.
De hecho, al final bromea con su conocimiento del sector televisivo: “Hay gente que se acerca a mí con aprensión, con reparo, con esa vergüenza con la que acompañamos al sentimiento en un pésame. Y a mí me dan ganas de decirles que se tranquilicen, que mi trabajo es así. Que no hemos hecho nada más que comenzar el camino. Entonces me veo yo animando al otro y pienso que vivo en un mundo de locos y que bastante bien estoy yo con lo que tengo encima”.
Su incertidumbre previa al estreno del programa
Una semana antes, y por lo tanto antes también del estreno de Cuentos chinos, en el número de la revista que suponía su regreso después de la baja médica, Jorge Javier reconocía que le provocaba intranquilidad: “Estoy nervioso. Hacía tiempo que trabajar en televisión no me ponía nervioso”, y trataba de explicar su sensación de incertidumbre ante la nueva aventura:
“Pienso que ya no me apetece luchar y al rato me veo diciéndome que sí. Tengo miedo de enfrentarme al veredicto de la audiencia pero intento restarle importancia intentando convencerme de que será un trabajo largo. A lo mejor no y vamos más o menos bien desde el primer día. O a lo mejor va tan mal que a las dos semanas ya estamos otra vez a nuestras cosas. Qué se yo, igual me cae un segundo Ondas. O me entierran a titulares que certifiquen la muerte de mi estrella televisiva. Estado mental: puro zarandeo”, concluía reconociendo su total incertidumbre.