Julia Otero visitó El Hormiguero para celebrar su regreso a la radio, tras “11 meses duros” después de haberle diagnosticado un cáncer de colon. Pero antes de empezar la entrevista, la periodista subrayó lo siguiente: “No soy bandera de nada soy una enferma más de cáncer como tantos otros. Cada año casi 300.000 españoles padecen cáncer. Me han hecho lo mismo y no soy estandarte de nada. Solo quiero ayudar a la gente que no tiene voz y si algo de lo que digo les sirve a ellos y a su entorno ya estaré contenta”.
Por su parte, Pablo Motos respondió que junto a ella prometía “ser una noche muy interesante y muy emocionante”. La primera pregunta que le hizo a la invitada fue cómo recibió la noticia de su enfermedad: “Fue en una revisión rutinaria, sin síntomas. Me desperté viendo caras raras y me lo dijeron. Es un schock traumático de tal magnitud que es difícil contarlo pero temblé de miedo. Te pasa la vida futura por delante, la melancolía del futuro para el que tal vez no estés presente”, aseguró.
La presentadora de Julia en la Onda, también aconsejó que “hay que saber acompañar a un enfermo porque está muerto de miedo. No hay que minimizarlo. Si no sabes qué decir, lo mejor es decir que no sabes qué decir. Que te acompañen, pero siempre con la verdad”. Momento en el que Motos confesó que él no supo qué escribirle a ella cuando lo supo, y Otero sonrió recordando que notó esa inseguridad en sus palabras, pero agradeciéndoselas.
También advirtió de la importancia del lenguaje al hablar de la enfermedad y los enfermos: “La gente te dice con la mejor voluntad que eres fuerte, pero es que no hay otra opción. Ni eres más valiente, ni vas a una guerra. No he vencido a nada, hemos acabado con esas células pero eso puede volver. Hay que aprender a vivir con esa provisionalidad. Es un spoiler que todos sabemos pero olvidamos. Todos sabemos que vamos a morir pero vivimos de espaldas a ellos. Lo aprendí cuando me dieron el diagnóstico. Es una batalla física, química y mecánica pero no se puede medir por términos de animosidad y que tampoco digan la han vaciado, ni quemar, ni cortar”.
Y continuó con su vivencia: “Después vino toda la fase de buscar la máxima información sobre el cáncer que tienes y después llega el infierno. La primera quimio tenía un miedo espantoso, quise saber todo y pedir perdón a mis células buenas. La quimio no es que canse, es que te quita la vida. Te sientes desvivido, en ese momento te dicen que si te vas o te quedas y te da igual. Estoy ahora con los controles de cada seis meses”.
Finalmente, confesó cómo se enfrenta al futuro: “A mí me da pena morirme. Tengo miedo a sufrir, pero morirme me da pena. Pero te hace calibrar las cosas, ahora hablar de política me da mucha pereza, me he quitado de las sesiones en las que hablo del gobierno. La política es fundamental pero nos lo ponen muy complicado no aburrirnos”, zanjó entre risas.