Siempre hemos identificado las series británicas con las maravillosas historias de época de cuidada ambientación y diálogos deslumbrantes. Pero en los últimos años si hay algo que destaca son los thrillers, llenos de realismo y profundidad y Line of Duty es el último gran ejemplo.
Los espectaculares paisajes y escenarios de series míticas como Retorno a Brideshead, Yo, Claudio o Arriba y abajo abrieron el camino internacional para las producciones británicas, que también saben rodar con solvencia historias de corrupción e investigaciones, con títulos como Principal sospechoso (Prime Suspect), Broadchurch, Happy Valley, Bodyguard Bodyguardo Line of Duty.
Una serie que cuenta los casos de la AC-12, una unidad anticorrupción interna de la policía londinense, que acaba de estrenar su quinta temporada y ya tiene una sexta confirmada. Y que tiene como antecedentes de gran nivel títulos como Calderero, sastre, soldado, espía, que en 1979 adaptó la novela de John Le Carré, o, incluso antes, a comienzos de los sesenta, la famosa Los Vengadores con Patrick MacNee y Diana Rigg como protagonistas .
Pero aún faltaba por llegar la revolución que han provocado las producciones de Jed Mercurio, un exoficial de la Real Fuerza Aérea británica (RAF), convertido primero en escritor y luego en productor y creador de series.
Comenzó con un drama médico, una de invasiones alienígenas y una comedia, pero su éxito llegó cuando se pasó a la acción con Contraataque, una serie que comenzó en 2010 y que aún está en emisión, centrada en operaciones militares de riesgo.
Aunque el verdadero boom de su carrera se produjo con Bodyguard Bodyguard(2018), la serie sobre un guardaespaldas protagonizada por Richard Madden, que recibió con este proyecto el espaldarazo definitivo tras su paso por Juego de Tronos.
Madden ganó el Globo de Oro a mejor actor en una serie dramática y Bodyguard se convirtió en un enorme éxito con su mezcla de acción, corrupción y dramas personales.
La irrupción de Bodyguard en el panorama televisivo llevó a muchos a buscar otros trabajos con el sello de Jed Mercurio y a descubrir la que es sin duda la joya de todos sus trabajos, Line of Duty.
Lanzada en 2012, al contrario que la mayoría de las series, su audiencia no ha dejado de aumentar. Si en la primera temporada la veían 3,8 millones de espectadores en Reino Unido, en la quinta ha superado los 12 millones.
Y eso que no hay datos del alcance de su emisión en Netflix, que ha superado ya los 150 millones de suscriptores.
Pero lo que está claro es que Line of duty es una serie adictiva y eso que una de sus señas de identidad son unos larguísimos interrogatorios que sirven a los inspectores protagonistas para desmontar cada caso de corrupción.
Steve Arnott (Martin Compston) y Kate Fleming (Vicky McClure) son los dos policías que cada temporada tratan de desentrañar un caso diferente, pero que siempre tiene ramificaciones o conexiones con los que se desarrollan en las siguientes entregas.
Junto al superintendente Ted Hastings (Adrian Dunbar), son el trío protagonista de unas historias por las que han pasado actores como Keeley Hawes, Gina Mckee, Thandie Newton o Lennie James.
Personajes llenos de aristas y de contradicciones, en los que no todos es blanco y negro, un verdadero reflejo de la realidad y de la cotidianeidad en la que se mueven los casos de corrupción en todo el mundo.
Una serie que parece de “concepto clásico” porque no está llena de efectos especiales ni de imágenes creadas por ordenador, pero que da una vuelca de tuerca al género policíaco al alejarlo de la fantasía y acercarlo tanto a la realidad que parece un espejo de las noticias que leemos cada día en los medios.
Algo con lo que además juega, simulando una veracidad inexistente pero perfectamente creíble, porque en la ficción, como en la vida real, nadie se libra de sospechas de una corrupción que afecta a todos los niveles de las autoridades.
Y para ahondar en esa corrupción, Line of Duty utiliza un tono contenido. Hay persecuciones, sí, pero algunas acaban con un solo disparo. Los policías no son héroes que se lanzan al vacío desde el piso 40 de un rascacielos e incluso alguno reconoce no haber utilizado nunca su arma.
Una joya televisiva que demuestra que los géneros nunca se acaban y que con ideas nuevas los estilos se renuevan y los espectadores seguimos enganchados a productos que se pueden recuperar en cualquier momento.