“Una detective de un pequeño pueblo de Pensilvania investiga un crimen local mientras intenta que su vida no se desmorone”. A priori, como sinopsis, podríamos decir que Mare of Easttown no tiene un punto de partida demasiado original. Sin embargo, impulsada por el magnetismo y sobriedad de la interpretación de Kate Winslet, un ritmo no exento de intriga pero que no tiene prisa en que quieras devorarla sin enterarte de su sabor, y su realismo profundamente humano, convierten a la ficción en una de las propuestas más interesantes de lo que llevamos de año.
El primero de los siete episodios de la miniserie se estrena este lunes 19 de abril en HBO. El piloto de un thriller policíaco que sabe cómo sentar las bases para convertir el lanzamiento de sus capítulos en una cita semanal obligatoria. Su aparente pausa dignifica a unos personajes a los que da tiempo para conocerles y dar unas primeras pinceladas sobre todo lo que esconden. Porque como en toda comunidad cerrada, suele haber poco que poder disimular, pese a los esfuerzos. En este contexto, Winslet, que regresa a la pequeña pantalla diez años después de que su trabajo en Mildred Pierce le valiera para alzarse con el Globo de Oro y el Emmy; interpreta a la citada detective.
Una llamada de una de sus vecinas, asustada porque un extraño ha estado mirando por la ventana a su nieta, es la que le despierta nada más arrancar la ficción. La anciana se salta el paso de acudir primero a la comisaría porque Mare es la 'gran protectora'. Y no porque sea la clásica policía atormentada, solitaria, justiciera, asocial, dispuesta a saltarse todas las normas; no es ni mucho menos, la típica heroína de manual.
En su primera “persecución” se tuerce un tobillo saltando una valla, dejándole coja desde entonces. No se hace comedia de ello, pero sirve para ejemplificar lo poco exenta que ella misma está igualmente del riesgo. Mare fue la estrella de baloncesto del pueblo gracias a una canasta con la que clasificó al equipo para la final estatal. Una genialidad en el guion que permite ver, en un homenaje que le hacen junto al resto de la plantilla por el 25º aniversario de aquel hito, cómo ha evolucionado la “familiar” relación con sus compañeras desde que jugaban juntas de pequeñas.
Del mismo modo, está comprometida con su trabajo, liga, es ingeniosa, divertida; y también madre, abuela y divorciada. Bebe café todo el tiempo, recorre las calles en su coche, come mientras conduce, se toma una -o varias- cervezas después de trabajar. Y cuando le toca quedarse en vela revisando expedientes, también.
Un asesinato, el 'aparente' detonante
Más allá de los casos de robo y avistamientos de sospechosos rutinarios, la historia la desata las declaraciones de una de las vecinas a la prensa en contra de la policía, que lleva un año sin encontrar a su hija desaparecida. El sheriff decide que sea el personaje de Winslet quien retome la investigación. Entre medias, el asesinato de otra joven de la localidad termina por quebrar la tranquilidad -que realmente no existía-. Padres ausentes, padres asustados porque acusen a sus retoños, padres con miedo de que les pase algo, hijos e hijas que dudan a la hora de salir a la calle.
Un detonante que lleva a arrojar luz sobre las personas que se miran con recelo, desconfían y a veces apoyan. La unión vecinal no siempre permanece cuando hay que hacer frente a las tragedias que, como a la propia Mare le ocurre, se quedan grabadas en forma de heridas que cuesta conseguir que dejen de supurar. Tragedias que no tardan en provocar descensos a los infiernos, aumentar los niveles de tensión de la miniserie, tintada de unos verdes y grises que transmiten la frialdad que se respira en cada manzana del poblado.
Al talento innegable de la ganadora del Oscar Winslet, se suman en el elenco nombres como Guy Pierce, un escritor que trata de conquistarla; Julianne Nicholson (El visitante) como su amistad de toda la vida; Jean Smart (Watchmen) en la piel de su madre; Angourie Rice (Black Mirror) encarnando a su hija; y Evan Peters (American Horror Story), a quien envían como refuerzo -para el cabreo de Mare- de ambas investigaciones. El primero en ser espectador y ajeno a las rencillas, vínculos, vicios, profesiones y enemistades de la localidad norteamericana. Además, Craig Zobel, director de varios de los episodios de Westworld y The Leftovers, es quien se pone tras unas cámaras que captan los claroscuros del variopinto plantel de personajes.
Mare of Easttown se enmarca en la línea de proyectos que llevan año dando grandes alegrías a HBO, como Big Little Lies, Heridas abiertas, Heridas abiertasThe Undoing y la propia The Flight Attendant. Thrillers protagonizados por mujeres, que no se exceden en la crudeza visual pero sí en la psicológica, para enganchar a una audiencia que sentirá que está viendo algo fresco, misterioso y nada tramposo. Eso sí, los finales de episodio no están exentos de cliffhanger con los que dejar poso en sus estrenos semanales.
Anclada en la realidad vecinal
Pese a que la miniserie no pretenda ser una crítica social, no es ajena a problemáticas cuestionables, incluso existenciales. La religión está presente en una localidad con la fe tan arraigada. Pero es interesante cómo lo aprovecha para mostrar la sacristía y no solo la vida de los sacerdotes de cara al público. Uno de ellos es primo de la protagonista, a quien ella pregunta: “¿Alguna vez tienes la sensación de que nadie te escucha?”. “Todos y cada uno de los días”, le responde él, dejando claro que esa soledad e incluso hastío no deja a nadie sin su ración.
La comunidad incluye a familias desestructuradas, con una joven de diecisiete años que ya tiene un bebé y se lleva muy mal con el que fuera su novio, padres alcohólicos que regresan a casa y gritan si la cena está demasiado caliente, personas que roban a sus propios hermanos porque no tienen ni para pagarse la calefacción, hombres violentos, enfermos mentales, una adolescente increíblemente cruel por celos, la perversión de las redes sociales, conflictos con las drogas, estigma del suicidio, palizas en la calle, chicas volviendo solas a casa, de noche.
Mare of Easttown es un thriller policíaco solvente, entretenido, bien contado y liderado por una Kate Winslet impertérrita y vulnerable a partes iguales -en la medida en que se deja-. Que encarna la solemnidad de quien está llamada a plantar cara, a meter esa última canasta y al mismo tiempo pasar desapercibida porque no quiere ser la leyenda de su pueblo. O sí. Pero también quiere vivir tranquila, ordenar sus propios problemas completando estanterías hacia arriba y no despojándose de baldas que le impidan seguir adelante a pesar de todo y de todos. Una mujer que conquista, pisa muy fuerte y sabe leer a qué debe o no temer. Una personalidad arrolladora a la que aferrarse mientras investiga, y vive.
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