El Hormiguero abrió este martes 7 de enero su 2025 con la visita de María Hervás y Fernando Gil, que acudieron a Antena 3 para promocionar la tercera temporada de Machos Alfa. Dos invitados, los primeros de Pablo Motos para inaugurar su duelo anual con La Revuelta, que reflexionaron sobre el tema central de su serie, el machismo, y compartieron con el presentador algunas anécdotas de sus carreras.
Al inicio de su charla con el presentador de Atresmedia, este les cuestionó sobre qué es un “incel”, en relación con la trama de la ficción de Netflix. Un término que Hervás definió de manera contundente: “Son una especie de hooligans del machirulismo, con un toque freak. Hacen reuniones entre ellos para sentirse más hombres”, explicó.
A su lado, su compañero Fernando Gil también aportó, asegurando que “son unos personajes bastante curiosos”. “Son personas poco agraciadas y que no se desenvuelven bien socialmente. Se juntan entre ellos, hacen piña, y se dedican a meterse con las mujeres y, a la vez, a aconsejarse sobre como conseguir ligarse a una”.
El proyecto que María Hervás no volvería a repetir
Haciendo un paréntesis en su charla sobre Machos Alfa, Pablo Motos preguntó a Hervás por el último proyecto que acudió a promocionar a El Hormiguero: una performance llamada The Second Woman, en la que, durante veinticuatro horas, tenía que estar con cien hombres diferentes en el escenario.
“Fue una de las mejores experiencias de mi vida, no pienso repetirla en mi puta vida”, admitió sincera la actriz, que valoró positivamente el proyecto pero aseguró que no es recomendable interpretarlo de manera recurrente. “Fue espectacular, pero de verdad que no volvería a repetirla. Las actrices que lo habían hecho en el mundo lo hicieron una única vez, y yo lo hice tres. ¿Qué necesidad?”.
Profundizando en el asunto, explicó que The Second Woman “era un experimento sobre los distintos tipos de masculinidad que hay en el mundo y cómo se comportan delante del prototipo de la mujer”. Para ello, se encontraba con un centenar de hombres sobre el escenario, y se enfrentaba a ellos con giros del texto que les pillaban por sorpresa y que “les dañaban un poco el orgullo”.
“Algunos se lo tomaban con humor y se partían de risa y otros que se ponían superviolentos”, comentó, ejemplificando con algunas de las experiencias realizadas: “Me quité varias veces mi zapatito de tacón y les pegué mucho en la boquita, en la carita y en el culito cuando me hacían cosas que no está bien hacer a las mujeres. A alguno le metí la cabeza en la papelera y la cerré”.