Los colaboradores de Sálvame se han visto en en situaciones de todo tipo y a cuál más disparatada. Bien lo sabe María Patiño, que en Telecinco ha tenido que desafiar ante las cámaras todos sus miedos para contentar a una audiencia que parece disfrutar viendo a las celebrities en apuros.
“Estoy empapada en sudor”, confesaba la periodista cuando este jueves 21 de enero aparecía en lo más alto del plató del programa, colgada de la parrilla de iluminación, a una altura de siete metros. Paz Padilla estaba con ella. La presentadora quería preguntarle cómo iba a encarar, pocos minutos después, la entrevista que se le iba a realizar a Anabel Pantoja, que esperaba sentada a resguardo bajo los focos.
Pero antes de escuchar su opinión sobre la sobrina de la cantante, colaboradora también de Sálvame, Paz ha querido saber por qué Patiño lo estaba pasando tan mal en este inusitado lugar del plató. “Parece que estás en la Luna”, bromeaba la conductora del programa al ver llegar a María, que daba pequeños pasos para mantener el equilibrio.
“Esta pobre no va a poder hablar así. Está temblando. ¿Desde cuándo tienes miedo a las alturas?”, le ha preguntado después, cuando la tenía ya junto a ella. “Desde que me quedé embarazada hace muchos años. Y me quiero bajar ya”, respondía suplicando con la voz entrecortada por la angustia: “A Anabel tengo algo importante que decirle esta tarde, pero cuando baje al suelo. Estoy empapada”.
“¿Tú sabes que es tu mente?”, le ha dicho Paz para así tranquilizarla sugiriéndole que tomara las riendas de la situación para aplacar al miedo. “¿Y qué hago con la mente?”, quería saber Patiño, desesperada ya por el mal trago que le estaban haciendo pasar. “Habla conmigo. La mente no puede ser más fuerte que tú. No existe, no es real”, afirmaba la presentadora, que se negaba a soltar a su 'presa'.
“¡Pero estás sudando!”, insistía Paz acercándose a Patiño para oler su axila: “Uff... Vámonos. Te voy a llevar a la ducha”, bromeaba la presentadora de Sálvame mientras cogía del brazo a su compañera para sacarla de allí tan despacio como había llegado: “Parece que estoy con María Teresa Campos”.