María Patiño es una de las periodistas del mundo del corazón más conocidas a nivel nacional. Saltó a la fama como colabora de televisión, medio en el que tiene una dilatada experiencia. Ha pasado por programas como 'Abierto al anocher' de Jordi González, 'Sabor a ti' con Ana Rosa Quintana o el ya extinto 'Dónde Estás Corazón', que la dio a conocer ante el gran público en Antena 3.
Después de saltar a Telecinco, ha encontrado su lugar en la cadena como colaboradora de 'Sálvame' y presentadora, cuando Jorge Javier Vázquez está ausente, de 'Sábado Deluxe'. En mayo de 2017 Mediaset apostó por Patiño para conducir 'Socialité', un magacín de fin de semana que recoge todos los hechos de interés de la crónica social. Ha tenido un considerable crecimiento en audiencias, llegando a doblar prácticamente los datos de su mes de estreno en este mes de junio.
¿Qué valoración hace de la evolución y el crecimiento en audiencias de 'Socialité'?
Si yo conociese las claves del éxito, mañana mismo haría el programa. Es una pregunta que siempre me hacen y que no sé responder. Lo que yo sí creo es que ha habido una evolución muy serena y sin presión. Y, fundamentalmente, con un equipo muy joven que tenía muchísimas ganas. Algo habré aportado también: era mi primer “bebé” y confiaba plenamente en él, con independencia de lo que pudiesen pensar los demás.
El público nos ha permitido crecer en directo y eso es muy difícil. Ya no solo es cuestión de llegar a los datos, que están bastante bien sobre todo durante los últimos meses, sino que te dejen cometer errores que muchas veces los espectadores no perdonan y que a nosotros nos los han perdonado. Tengo que darle a la audiencia mi máximo agradecimiento porque lo más difícil en esta profesión es que te permitan equivocarte.
¿Cómo es el día a día de un programa cuyo equipo está compuesto por personas tan jóvenes?
Aunque estoy día a día en 'Sálvame', tengo un contacto continuo con el director y me implico en los contenidos, no en cuanto a la configuración de los vídeos, pero sí en los temas, con información que tengo y aporto. Después es el director el que los selecciona. Llego temprano el sábado y el domingo para planificar la escaleta, prepararme los temas... Mis compañeros son aire fresco, porque son gente que no está viciada. Al final los que llevamos mucho tiempo en la profesión tenemos determinadas fobias o cariños que ellos no tienen, y para mí eso es una de las cosas que más me ha enganchado al programa y al equipo.
El acontecimiento más reciente en el panorama de la crónica social ha sido la boda de Belén Esteban y Miguel Marcos, ¿cómo ha sido cubrir la boda habiendo asistido como invitada al enlace?
Tenía una situación privilegiada, como cuando te dan un sitio en primera fila. Sabía que tenía todo a mi favor. No es lo mismo contar las cosas por terceros, que suele ser lo habitual, que relatarlo en primera persona. Eso tiene muchísima más fuerza, lo vives tú y lo transmites con mucha más pasión.
Lo viví de una manera muy natural. Tenía claro que iba a hacer mi crónica desde mi perspectiva, porque era testigo directo, añadiendo situaciones emocionales que van más allá de lo puramente informativo y que están más vinculadas con mi personalidad. No me planteé cómo lo tenía que hacer, simplemente comencé a transmitir mis memorias, desde que comenzó la ceremonia hasta que me fui a mi casa. Fue un programa muy sencillo, podría haber estado una hora y media más hablando.
La crónica social, o la prensa del corazón, se tratan a veces, por parte del público y algunos periodistas como géneros de menor importancia. Desde su experiencia, ¿cómo se lucha contra estos prejuicios?
Desde mi experiencia, generalmente, no hay que hacer nada. Hay que seguir el camino y tener la seguridad de quién es cada uno. Dentro de mi mundo, el corazón, habrá gente que me pueda gustar más o menos porque, probablemente, no me sienta identificada con sus métodos de trabajo. Y me pasa lo mismo con otros tipos de periodismo que se pueden considerar, aparentemente, más serios.
Sí es verdad que cuando era más joven me sentía como agredida, porque tenía la sensación de que me tenía que justificar pero, después de 20 años en televisión, lo único que intento es disfrutar. A mí quien me importa, sinceramente, es para quien trabajo. Y para quien trabajo es el espectador que es de quien dependo y es la persona que me ha decidido “comprar”. Cuando me decida no “comprar” tendré que asumirlo pero, probablemente, tampoco soy tan buena cuando tengo éxito ni tan mala cuando dejo de tenerlo. Es importantísimo, aunque suene un poco a lema de predicador, creer en ti mismo. Si te bandeas por lo que piensen los demás o por el programa en que estés, estarás más que perdido.
¿Cree que el futuro del audiovisual en general, y de la televisión en particular, pasa por formatos en directo como 'Sálvame', 'Socialité' o 'Cazamariposas'?
No soy analista ni crítica de televisión, cuando estoy en mi casa soy consumidora y cuando estoy dentro de la tele soy comunicadora. Podría hacer un análisis de lo que he vivido y de cómo ha evolucionado un género del que siempre he escuchado que está a punto de acabar. Lo que acaba es un programa y comienza otro: comencé en 'Sabor a ti', me fui a 'D.E.C.', llegué a 'La Noria', fui a 'AR', terminé en 'Sálvame', sustituí a Jorge Javier Vázquez y, ahora, compagino 'Sálvame' con 'Sábado Deluxe' en verano. Todo lo veo como una evolución muy natural.
De ahí a analizarte el futuro de la televisión, ya no sé. A través de mi hijo veo que los jóvenes hacen una selección a la carta... El género del corazón nunca va a desaparecer, pero he vivido situaciones en las que interesaba más o menos dependiendo del contexto político, de otros temas de actualidad que ensombrecen cualquier otra cosa porque son más importantes... Sobre todo, yo creo que el verano es una época como más frívola en la que apetece desconectar de los acontecimientos políticos y sociales del año.
Sucesos recientes, como el caso Julen, han recibido una amplia cobertura mediática, tanto por programas informativos como de enterenimiento, que ha sido muy criticada, ¿cómo valora esta situación?
Siempre digo que el interés público lo marca el espectador. Puedo entender la crítica televisiva, cualquier tipo de moralina... Leo prácticamente todo y puedo estar o no de acuerdo, pero el interés lo marca el espectador y al final sabes lo que es por la audiencia. Nosotros trabajamos para ellos, ellos determinan lo que les interesa. No considero que haga un trabajo de servicio público, porque no lo hago, pero no dudes que todos los que trabajamos en los medios no somos los que decidimos lo que gusta o lo que interesa, lo decide quien nos ve.
Yo no tengo ningún tipo de prejuicio, y si lo tuviera no haría lo que hago. Por eso digo que hay que ser muy libre con respecto a lo que se escribe o a lo que se dice, porque entonces yo tendría problemas de conciencia todas las noches, y yo no los tengo, con independencia de que nos equivoquemos, que lo hemos hecho y lo haremos.
¿Qué consejo daría a futuros profesionales que quieren dedicarse al periodismo del corazón?
Que no pierdan nunca la ilusión y que lo sientan como su auténtica pasión. Cuando a mí me preguntan: “¿Qué hay que hacer para ser colaborador?”, pienso: “Uy, ya lo tienes complicado”. Creo que hay que vivir todo de una manera muy natural, disfrutar cada momento y cada oportunidad como si fuese lo último que te ofreciesen en el mundo. Después, no sabes cómo, van surgiendo, como digo yo, trenes en los que hay que montarse y, si uno no está preparado, puedes bajarte en la primera estación y no ocurre absolutamente nada.
Nunca me he puesto metas, nunca he dicho: “Voy a hacer esto y después lo otro”. Estudié Periodismo, empecé a trabajar en Europa Press y he sido una tía muy privilegiada y con muchísima suerte, porque hay gente muy preparada que no ha tenido la misma suerte. También es verdad que tengo la misma ilusión que cuando empecé con 23 años. Tengo mis días malos y mis días buenos, pero es muy importante no trabajar solo por el dinero. Eso es la clave, por lo menos para mí, porque si no esto no se sostiene.
'Socialité' limita la vida personal durante los fines de semana pero si me meto en esto es porque creo en el proyecto, porque me compensa, me apasiona y me ilusiona. Es un sacrificio. Yo solo tengo libres los lunes y cuando quiero buscar amigos está todo el mundo trabajando. Tu vida cambia, pero aprendí que los lunes te da tiempo a hacer muchas cosas y los valoro como si fueran oro, para que veas como le puedes dar la vuelta a todo.