La undécima gala de Masterchef 10 empezó con siete concursantes y acabó con seis tras la lacrimógena expulsión de Jokin. Un aspirante que lo dio todo en una última prueba “épica” frente a Dabiz Muñoz que, a pesar de las elaboraciones de alto nivel, no logró superar al resto de compañeros.
Pero antes de eso, el vasco, María Lo, Patricia, David, Adrián, Vero y Claudia recibieron la visita de sus familiares en la primera prueba en la que fueron valorados por inspectores de Soles Repsol.
Así como también vivieron por primera vez el restraso de uno de los platos en la prueba de exteriores y la cancelación total de otro.
Primera prueba con familiares e inspectores Repsol
Con la final cada vez más cerca y tras tantas semanas separados de sus seres queridos, el programa quiso que los aspirantes recibieran una dosis de energía por parte de sus familiares: las madres de Jokin, Adrián, Patricia y María Lo, el padre y el hijo de David, el novio de Vero y el padre de Claudia.
Emocionados y junto a ellos, cocinaron uno de sus platos favoritos, actualizados con todo lo aprendido en las cocinas. A David le costó al tener a su hijo al lado pidiéndole que volviera a casa, lo contrario que Patricia, que se desesperó al tener la atenta mirada de su madre constantemente al acecho.
Adrián logró un guiso “justito” de moderno, David homenajeó a su abuela de forma acertada, Vero hizo un helado que les dejó “fríos”, Claudia elaboró un steak con un color “raro” pero “muy rico. Mientras, María Lo cocinó un guiso de verduras ”liviano, suave que respetaba lo de casa“, Patricia apostó por un arroz negro y Jokin entregó un plato ”descompensado“ con la técnica nueva y el plato tradicional.
Pero hubo una segunda cata: cuatro de los inspectores que otorgan los soles Repsol a los mejores restaurantes y a los cocineros probaron sus platos. Identidades que deben permanecer en el anonimato y en su representación apareció la directora de la Guía Repsol, María Ritter. Los aspirantes dejaron sus platos ante ellos y escucharon de lejos las valoraciones. Señalaron los “peores” el steak de Claudia y la parmiggiana de Vero y los “mejores”, los cayos de David y el guiso de María Lo.
Por lo que fue él mismo quien obtuvo una doble recompensa: ver su receta en el libro del ganador de la décima edición y el delantal dorado de la inmunidad esta semana.
Prueba de exteriores con las disculpas públicas de Vero
Para la prueba de exteriores, el jurado y los aspirantes se trasladaron a la MOM Culinary Institute, la escuela de cocina de Paco Roncero, en Madrid. Allí, el chef invitado diseñó un menú con 10 elaboraciones que los equipos tuvieron que cocinar para 40 profesores de la escuela, en 200 minutos.
Tras un examen, salieron los equipos: los cuatro empollones - María Lo, Vero, Claudia y Jokin- se vistieron de azul, mientras que los que sacaron menos nota, llevaron el delantal rojo: Patricia, David y Adrián. Como era de esperar, la sopa - con las máximas elaboraciones- no salió a tiempo y tuvieron que adelantar el segundo de los azules.
Tanto fue el lío de los rojos que tuvo que meterse Jordi en cocinas. Aunque, minutos después, la capitanía de Vero empezó a zarandearse y Pepe también se ocupó de encauzarla. Algo que no logró del todo ya les ocurrió “lo peor que puede pasar en un servicio: que un plato no salga”. El Tuna Wellington que estaba en el menú no resultó y Vero salió a hablar con los comensales para pedirles disculpas por ello.
Tras el cocinado, Pepe abroncó a Vero por hacer la “misma capitanía” que semanas anteriores: “Si no detectas los errores no vas a aprender en la vida”, aseguró. Unas conclusiones que provocaron el llanto de la aspirante y que lamentaron sus compañeros. Los rojos sí que se acompañaron de un mejor capitán pero fueron responsables de un gran fallo, por un despiste de Adrián. Razones por las que el equipo rojo fue el ganador.
Prueba de eliminación “épica” con un expulsado pero ganador moral
De regreso a las cocinas, María Lo, Vero, Claudia y Jokin se vistieron con los delantales negros y se enfrentaron a una “prueba épica”, según Samantha: los duelos. David, el mejor de la prueba anterior, escogió a Jokin para ser el primero en seleccionar una campana y, tras ver el plato a reproducir, escoger al compañero con el que batirse en duelo.
Así lo hizo y se encontró con unas gyozas y una ensalada vasca, una elaboración que quiso replicar enfrentándose a Claudia. Al acabar, el resultado de ella les pareció “espectacular” y también felicitaron a Jokin. Pero solo podían salvar uno y fue ella.
Por lo que Jokin volvió a destapar una campana para enfrentarse a Vero - a la que le quedaba aún el pin de la inmunidad- y cocinar conejo y zanahoria. Antes de entregar su plato, Vero devolvió el pin de la inmunidad: “Estoy contenta con mi plato pero es el momento de entregarlo”, concluyó. Su elaboración estaba “chiclosa” aunque con mucho mérito. Por lo que Jokin tuvo que cocinar de nuevo y contra María Lo.
El último reto de la noche consistió en un pulpo a la gallega-thaiandés en 45 minutos. La tensión fue tal que ella cocinaba temblando y él suspirando sin parar. Tantos fueron los nervios que a ella se le olvidó la salsa, aún así el resultado fue casi perfecto. Mientras que Jokin entregó un plato con una masa “chiclosa” pero buen sabor“.
Y aunque lo había “luchado como un campeón”, durante tres cocinados, la sentencia fue la siguiente: “El aspirante que no continúa en las cocinas es Jokin”.
Los dos aspirantes se abrazaron y ella corrió al balcón. Jokin se derrumbó y no pudo reprimir las lágrimas: “Es un orgullo irme con el trabajo que he hecho”. Así lo confirmaron los jueces y Jordi no quiso dejarle marchar sin ofrecerle otra oportunidad: “Sabiendo el sacrificio y preocupación que tienes por su familia, si tu sueño es ser cocinero y quieres, te juro que si te puedo ayudar serás un gran cocinero. Te espero en la que quieras de mis casas y me ocuparé de que brilles y los tuyos estén contentos”, zanjó para despedirle.