Vicky Martín Berrocal visitó este miércoles Las tres puertas dentro de la promoción de La felicidad ni tiene talla ni tiene edad, su primer libro, en el que anima a las mujeres a que sean felices con sus cuerpos, al margen de las modas y el dictado de la publicidad y las redes sociales. Algo que ella está aprendiendo a hacer ahora tras vivir mucho tiempo con las secuelas psicológicas del sobrepeso.
“Yo he estado batallando con el peso, con mis miedos y con mis inseguridades. Me he mirado al espejo y he llorado mucho”, aseguró al respecto en el programa de La 2, donde contó momentos tan impactantes como el que sufrió con 14 años, cuando entró a una tienda de ropa para comprar un vestido para Nochevieja y no le enseñaron ninguno por tener una talla 44.
Ahora, con 50 años, Vicky Martín Berrocal lleva casi tres, prácticamente desde la pandemia, aprendiendo a estar más a gusto consigo misma. Entonces, coincidiendo con el coronavirus y el confinamiento, cambió de hábitos y perdió más de 20 kilos. “Llegó un momento en el que decidí que me tenía que cuidar. Comía sin control porque lo pagaba todo con la comida. A mí me dejaba un novio y ni se me pasaba por la cabeza irme a El Retiro a correr. A mí me pasaba algo profesionalmente y llega a mi casa y me comía un kilo de pasta. A mí no me daba por tomarme un té con una lechuga”.
La felicidad “no es una cuestión estética”
“Yo he tenido sobrepeso y obesidad. Yo sé de lo que hablo. Y efectivamente, me di cuenta de que era una enfermedad. Que no se trata como tal, pero que lo es. Yo vivía con veintitantos kilos en una mochila. No eres consciente porque lo llevas, pero ponte ahora una mochila con veintitantos kilos, a ver si la vida no es mucho más complicada”, añadió la modista, que aun así dejó claro, como defiende en su libro, que la felicidad “no es una cuestión estética”. “Yo he llorado con una talla 46, pero también con una talla 40. Es decir, no era una talla lo que me hacía a mí más infeliz, no. Era la vida”.
Relacionándolo con su trabajo, Vicky Martín Berrocal contó a María Casado que, después de 18 años, a sus tiendas van “todo tipo” de mujeres, pero que “nunca” se ha encontrado con una “que estuviera a gusto en su piel”. De ahí el libro y su filosofía como diseñadora, que pasa por hacer ropa de todas las tallas para evitar experiencias como la que vivió de joven: “No va a haber una mujer que lo pase mal entrando por mis tiendas”.
“Me molesta mucho que vengan mujeres rotas de otros sitios porque no pueden probarse ropa y porque no las tratan igual. Eso es increíble. Porque, además, son mujeres. Cógeme de la mano, no me juzgues. Muchas veces los comentarios más tremendos en redes sociales son de una mujer a otra. ¿Pero a dónde vamos a llegar?”, lamentó la andaluza, que apuesta por “crear vestidos con los que la mujer se sienta guapa, que se mire al espejo y se guste”.