Mercedes Milá, casi un año después de despedirse como presentadora de 'Gran Hermano', asegura que el público empieza a reconocerla por otros trabajos.
Además, hace balance de lo que es ser un “animal televisivo”, el futuro de ConvénZeme, y los pros y contras de la popularidad.
Lo mejor y lo peor de la popularidad
Milá ha asegurado, al Diari de Ibiza, que ya se ha acostumbrado a la fama: “Llevo 40 años siendo reconocida por la gente por la calle. Hay días maravillosos, en los que la gente se te acerca para decirte cosas increíbles”.
Y lo que le sorprende es que, después de 16 años presentando el reality de Telecinco, “últimamente se están olvidando de la presentadora de 'Gran Hermano' para hablarme de' ConvénZeme' o del baño en el Ártico con Jesús Calleja. Ya no me preguntan por qué ya no hice 'Gran Hermano' sino cómo me atreví a bañarme en el Ártico... eso es muy bonito”.
La “enfermedad” de hacer fotos y su problema con Facebook
Sobre esa popularidad, la presentadora ha recordado un incidente que tuvo con las redes sociales: “A partir del momento en que llegan los móviles aparece una enfermedad que se llama hacer fotos. Yo tuve un problema con Facebook muy grave [por uso indebido de su imagen] y la Policía me recomendó que no me hiciera fotos por la calle con gente que no conozco”.
Por lo que ahora, “a la gente que se me acerca para pedirme una foto les digo que lo siento, que les doy un beso, un abrazo, un autógrafo... pero fotos no”.
El futuro incierto de ConvénZeme
Preguntada por la renovación de ConvénZeme en BeMad, ella cuenta que “todavía no lo sé pero desearía con toda mi alma que continuara porque ha sido precioso escuchar a los lectores y que eso haya servido para que se vendan muchos libros que se han recomendado en el programa... Eso, qué quieres que te diga, para mí que pensaba que iba a ser un programa muy chiquitito... es muy emocionante”.
¿Cuándo descubrió que es un “animal televisivo”?
Sobre su continuidad en televisión, explica que le “cansa, como a todo el mundo, hacer un trabajo durante mucho tiempo, pero sí me gustaría seguir en televisión”.
Asegura que le “gusta el plató pero también los programas en los que viajas a descubrir cosas. Yo soy un animal televisivo, no puedo evitarlo, soy así desde hace 40 años”.
“Soy una persona con muy mala memoria y, sin embargo, recuerdo con absoluta nitidez la primera vez que se encendió el piloto rojo. Sentí un enamoramiento, como cuando tú ves a un tío que te gusta muchísimo y dices: 'este sí'. Ese día en Miramar sí sentí algo extraño. Hay gente a la que el piloto rojo le da terror y a mí lo que me da es una paz profunda” concluye.