Mónica Naranjo, la juez de renombre que incumple su declaración de intenciones en OT
Operación Triunfo celebró este lunes su octava galaOperación Triunfo, que se saldó con la cuarta salvación de Cepeda en detrimento de Raoul, séptimo expulsado, y con la enésima nominación del gallego, que se expone ahora al veredicto de la audiencia junto a Roi.
Horas después, pocos hablan del ascenso imparable de Ana Guerra, que cumplió con creces el difícil reto que tenía con Sax; o de la exhibición de Aitana con Chasing Pavements de Adele.
“Habrá un jurado crítico y que diga las cosas claras, pero no queremos que el protagonista sea el jurado”, decía Tinet Rubira, productor del talent show, al anunciar su regreso. Ocho galas después, en un martes postgala, .
Este lunes no hubo medias tintas, y se confirmó lo que se venía atisbando semanas anteriores. El jurado, capitaneado por las voces de Mónica Naranjo y Joe Pérez Orive, se “rebeló” contra la Academia y el público.
La declaración de intenciones de Mónica Naranjo en OT el pasado octubre
“Soy crítica siempre, pero no puedes decir a alguien que su voz es fría como la de un consolador”, dijo Naranjo a Lecturas días antes de su estreno como jurado, desmarcándose del papel de villana que se le pudiera atribuir.
“Eso no puedes hacerlo porque los artistas somos muy vulnerables y las críticas nos afectan mucho, sobre todo a un chaval que se sube por primera vez a un escenario. Operación Triunfo es un reality cultural en el que vamos a asistir a la formación de 16 alumnos. No quiero ser dura, sino lo más justa posible”, apuntaba Naranjo entonces.
Sin embargo, ya en la primera gala, la juez espetó a la concursante Mimi: “Has desafinado como una almeja”.
Este pasado lunes, lejos de ponerse en la piel de artistas que están empezando, los miembros del jurado rechazaron valorar la actuación de un nominado que lleva cuatro semanas en la cuerda floja tras cantar. Desmerecieron así la interpretación de uno de los favoritos, destacando únicamente a su acompañante. También menospreciaron la decisión del público, el verdadero juez de un artista.
Las críticas son necesarias, pero no a cualquier precio: un gesto de desprecio
El jurado de Operación Triunfo puede tener razón en el fondo, al fin y al cabo la música, como todo arte, es subjetiva. Los triunfitos están en la Academia para aprender y mejorar los aspectos en los que flojean, pero no en las formas. Las críticas son necesarias, pero no a cualquier precio.
Gestos como el de Mónica Naranjo a un concursante que acaba de ser salvado solo echan más leña al fuego. El propio Cepeda, horas después, ha confesado que ver la frustración del jurado con la decisión de la audiencia le ha hundido.
“Mi actuación fue lo peor de la gala y estoy de acuerdo en eso con el jurado, pero con todo el respeto, no estoy de acuerdo con la actitud que han tenido conmigo y creo que nadie lo estaría. Hay gestos que pueden hundir a cualquier persona. En la expulsión de Raoul yo sí lo vi y a mí eso como persona me hunde”, ha dicho el concursante a Noemí Galera.
Que se lo digan a Risto Mejide, el recuerdo del que el talenten su nueva etapa. El publicista caricaturizó en su día a un inexperto Pablo López que hoy encabeza listas musicales y que le ha hecho rectificar. Al fin y al cabo, Operación Triunfo es una plataforma de formación y lanzamiento de artistas al mercado musical, y el público decide.
El fantasma de Mejide también sobrevoló el plató con la enésima guerra abierta entre el jurado y la Academia. Tras nominar en semanas anteriores a Roi y Ana Guerra por las interpretaciones marcadas por los profesores, los jueces denunciaron directamente las “injusticias” que a su juicio se cometen con algunos concursantes con las asignaciones musicales.
Opiniones, dardos y desplantes que alimentan el salseo a unos artistas en formación y a gran parte de un público que, tal como se percibe en la red, tampoco lo aprueba.