Es y lo será ya para siempre, Editora de Igualdad, la primera, la que se atrevió a dar el paso, la que puso ilusión y esfuerzo en un proyecto que sólo ella sabe lo que costó poner en marcha.
Cuando admiras profesionalmente a una persona, te parece insultante llegar a ser su jefa. Y ahora me viene a la mente tu imagen hundida en el sofá que hay a la salida de mi entonces despacho esperando pacientemente a que te dedicara unos minutos. Minutos que procuraba alargar porque, confieso, me alegrabas el día. Venías cargada de proyectos, de tarea hecha y por hacer y con algún que otro premio bajo el brazo. Premios que siempre me dedicaste, eras así de generosa.
Alicia era para muchos en RTVE el timón hacia la despolitización de la empresa. Ella seguro, querría, que este artículo fuera también una oportunidad para seguir reivindicando esa RTVE de todos por la que tanto peleó tantos años. Una RTVE independiente de gobiernos y políticos, que fuera un arma de la ciudadanía para construir una sociedad más informada, más crítica, más exigente e ilustrada.
Alicia, la primera vez que te vi, siendo estudiante de periodismo en Pamplona, presentabas el informativo territorial. Ya entonces llamabas la atención. Luego fueron muchas las veces que la profesión nos dio la oportunidad de trabajar juntas. Y siempre envidié tu capacidad de combinar un trabajo impecable con un sagaz sentido del humor. Me hacías reír, siempre, me dabas ánimos, te hacías querer.
Los archivos de está casa están repletos de grandes reportajes que llevan tu firma. Pero la huella que dejas en el corazón de los que te conocimos, esa, ya no se borra. Gracias, Alicia.